Capítulo 8
La Clandestinidad
Amargo....
Ese es el sabor adecuado para describir como me siento con respecto a que nuevamente deberé salir con ese chico, que ahora mismo ésta en las jardineras fumando y rompiendo quien sabe cuantas reglas más con su grupo de amigos.
—Hoy es mi oportunidad, Lilia. Me han dicho que hoy Liam irá a la carrera de la cruz.
¿Cruz? ¿Cuál cruz? No puedo evitar fruncir el ceño. Él no dijo nada de una carrera.
—Dicen que hoy peleará contra Marcos, el chico que hizo que lo expulsaran del tecnológico. — chilla su compañera.
Sigo sin comprender que es lo que le ven a ese chico.
Me encuentro sentada en el patio trascribiendo en mi libreta un poema para la clase de literatura no es que no hiciera la tarea, al contrario, sólo la adelanto.
¡Toma este beso en tu frente!
Y, en el momento de abandonarte,
déjame confesarte lo siguiente:
no te equivocas cuando consideras
que mis días han sido un sueño;
y si la esperanza se ha desvanecido
en una noche o en un día,
en una visión o fuera de ella,
¿es por ello menos ida?
Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño en un sueño.
Yo permanezco en el rugido
de una ribera atormentada por las olas,
y aprieto en la mano
granos de arena de oro.
¡Qué pocos y cómo se escurren
entre mis dedos al abismo,
mientras lloro, mientras lloro!
¡Oh Dios!, ¿no puedo yo estrecharlos
con más ceñido puño?
¡Oh, Dios!, ¿no puedo salvar
ni uno, de la despiadada ola?
¿Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño dentro de un sueño?
Edgar Allan Poe
Releí repetidas veces cada una de las palabras, cada oración y cada uno de sus versos. De las veces en que siento la felicidad y tranquilidad es cuando leo un buen poema o una buena historia que logra transportarme a un mundo nuevo y diferente al que vivo, cada emoción como si fuera una partícula de realidad, aunque de antemano, sé que no son más que Bellas palabras transcritas en papel que te llegan al alma. Tomó la libreta como un tesoro entre mis manos, más por el valor de su contenido que por su forma.
Todo es perfecto hasta que siento que alguien toma asiento a un lado de mí.
—¿Otra vez tú, Fany? — suspiro, escribiendo la fecha con la letra más prolija, esta hoja es perfecta.
—Si, otra vez yo. — dijo Fany, rodando los ojos — Es que, ¿acaso no puedo sentarme a tu lado, Alexandra?
—Mi nombre es Alex, no Alejandra ni Alexandra — murmuro sin apartar mi vista de la hoja. —. Y no, pero tú nunca te alejas de Amayrani al menos que ella te dejé, así que cuéntame ¿qué pasó ahora?
Ella se queda callada, por el sonido de la suela de sus pies golpeando suavemente el suelo pude darme cuenta que había dado en el blanco. Cerré mi libreta y la metí en mi mochila para después abrazarla, y mirar a mi amiga esperando a que hablará.
—Esta con su novio. Es incómodo hacer mal tercio, wey.
—Le hubieras dicho que la amiga es primero.
Fany mantiene una tonta sonrisa mientras habla —¿Tú crees que esa vieja me hará caso?
—Vaya forma de referirte a tu mejor amiga. — comente, recargando mi cabeza sobre la pared.
—Ella sabe que la amo — suelta con una risilla —, además, así nos llevamos.
Sonrío burlona negando repetidas veces, — No bueno, con esas amigas, ¿para qué quieren enemigas, no?
—Me amas.
—Ufff... No sabes cuanto. — respondí sin quitar mi sonrisa de los labios.
—Eres demasiado buena, amiga. Te amo. — suelta un gritito agudo — En especial porque me escuchas y me ayudas con las tareas, eres la mejor perra de todas.
—¡Ey! — la miro ofendida, ¿cómo se le ocurría decirme de esa forma?
Con cara de fallido angel inocente, ella cierra y abre las pestañas haciendo ojitos una y otra vez. — Podre ser un grano en tu culo, pero sabes que me quieres.
Ruedo los ojos, a veces sus palabras me hacen sentir incómoda, sin embargo, también logra sacarme una sonrisa. Me rodeó el cuello con el brazo.
—Para eso estamos las amigas.
No podría decir que era una de las mejores o que fuera muy unida a mí porqué no era así. Aunque por otro lado, de todas mis compañeras de curso Fany es con la que mejor convivo. Sin importar los rumores, mi desplantes ante sus locuras o los exámenes que a veces me niego a pasarle, tenemos algo estrecho y sólido.
—Uy, pero que perras. — murmuró de la nada.
La miré curiosa por su cambio tan repentino, volví la mirada en dirección a donde ella veía, no es que sea chismosa, sino qué, Fany se veía muy molesta y me entró la curiosidad de saber porque. Liam se paseaba por el centro del patio principal con dos chicas — una rubia y la otra castaña —, con las faldas tan cortas que apenas logra cubrir la mitad de sus muslos.
Oh por Dios. Virgen santísima y de las invisibles, ¿se darán cuenta de como la mayoría de la población juvenil las mira?
Iugh, ¡asco total!
—Alex. — su ademán es pura confusión y perplejidad. Comienza a mirarme con lástima y no me explicó porque lo hace.— Que perras son por andar detrás de un chico con novia.
—Bueno, no es que él se vea muy forzado, ¿verdad? — me oigo decir a mi misma. Cuando capto, inmediatamente comienzo a negar —. ¿De qué o mejor dicho a quien te refieres, Fany?
—Obviamente a ti, mensa. ¿A quien más podría ser?
Se volvió loca.
—Estas equivocada. Ya te dije que entre él y yo no hay ni habrá nada.
No podía creer que alguien pudiera imaginar tal cosa. Sólo necesito mirarlo para saber que no es mi prototipo predilecto de chico. Éramos completamente contrarios, como el agua y el aceite me atrevería a afirmar. ¿Me imaginan con un orangután de pareja?
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Editado: 22.05.2023