Capítulo 10
El Regalo
Corro por los pasillos mientras siento que el aire escapa de mis pulmones, el dolor en mis costillas y la tensión en mis músculos. Mi respiración es caótica, estoy completamente convencida en que necesito mejorar mi condición física, de sólo pensarlo, me da una flojera.
—¿Te quedaste dormida, de nuevo? — pregunta Edmun al verme entrar inopinamente y lanzarme al asiento.
—Deja eso, ¿te peinaste? — le secunda Jorge con diversión —. ¿Si quiera pásate un cepillo por tu cabello?
—Oh, cállate. La alarma de mi celular no sonó, ¿si?
—Se nota.
Saco la lengua de forma infantil, dejando la mochila sobre mis piernas y tomo mi libreta de química.
—¿Estudiaron? — inquirí sin quitar los ojos de mis apuntes.
—Si — mueve la cabeza de arriba a abajo —, pero dudo que me vaya bien. — termina con una mueca.
—No pienses en eso, creo que te irá genial. — sonrió en forma de apoyo, repaso los elementos y los valores de la tabla periódica. — ¿Y tú, Jorge?
—Sinceramente, esperaba que tú me pasarás las respuestas.
—Eres un caso perdido, ¿cómo sabes que no reprobare?
—Fácil, porque eres tú.
Entorno con diversión mientras niego — Eres un caso perdido.
—Lo sé. — dice como si fuera un cumplido.
Gruñendo, paso a la siguiente hoja, visualizando los ejercicios de Balance de ecuaciones Redox:
CO+Fe2O2 --> Fe+CO2
—Por cierto, ¿no han visto a Fany? — junto ambas cejas y dejó de leer para mirar a las sillas de atrás.
—No me digan que se le ocurrió faltar, no puede hacerlo, reprobara.
Paso mi mano por mi cara, —Tranquila, mujer. — se burla Jorge —Seguramente se quedo dormida igual que tú. — da un suave golpe en mi frente.
—Si tal vez a ella la veamos llegar sin un zapato.
—¡Son muy crueles! — los dos sueltan una carcajada. Les encanta molestarme todo el tiempo, es como su hobby.
Un bostezo escapa por mi boca, sin duda será un día demasiado largo, ¿por qué la escuela debe iniciar tan temprano? Los de la tarde entran a las dos y salen como a las diez, no sé si me gustaría salir tan tarde.
Que difícil decisión.
—Odio tener que despertar tan temprano.
—Y aún así llegas tarde.
—Y sin peinarse — le secunda Ed.
—A veces parece mentira que eres un chico tierno, Ed.
Se encoge de hombros avergonzado, ahora soy yo quien suelta una carcajada. Edmun es un chico sumamente tierno y educado, él junto con unos cuántos más son lo mejorcito que hay en esta escuela.
—Ya chicos, es mejor que estudiamos. La profesora Duarte no es amable con sus exámenes.
—Es una perra, esta demente si cree que un examen de cincuenta reactivos con una una infinidad de ejercicios en cada uno se podrá resolver en dos horas. — se queja, su molesta es obvia.
—Estas en un error — por un momento su mirada se ilumina —, solo nos dará una hora y media.
—¡Carajos! — gruñe.
Regresó mis ojos a la libreta, — sólo espero que Fany llegué a tiempo. La profesora no la dejará entrar si no llega antes de que inicie el examen.
Edmun observa el reloj de su muñeca, relamiendo los brackets de sus diente —La profesora ya tardó cinco minutos.
—Espero que no llegue. — Jorge echa la cabeza para atrás.
—Estudia.
—No gracias, prefiero que me pases las respuestas.
Jamás aprenderá. A pesar de lo que dice, estoy segura que ayer estudió locamente para aprobar este examen.
—Ayer me encontré con Fernando. — murmuró bajamente — ¡Oye! — exclame al instante en que bajaron de un sopetón mi libreta.
—Por favor, dime que no regresaste con esa rata de biblioteca que le gusta jugar fútbol.
Niego rápidamente, a ellos nunca les agradó. No entiendo porqué, sí es un chico amable y atento, se gana la simpatía y el cariño de los demás con facilidad.
—Que alivio, ¿y cómo vas con Hamilton?
Mi expresión cambia casi de inmediato a una sería. No quiero recordarlo —Ni lo menciones.
—¿Oíste lo de ayer? — cuchichea una compañera al otro lado del salón — Penélope se acostó con Liam Hamilton, dicen que se encontraron en Galerías Coapa y después fueron a la casa de él.
—Una más en su lista, creo que la fascinación por Alex duro muy poco, ¿no?
—Ay, ya sabes como es Liam, una vez que obtiene lo que quiere te dice: "Bye" "Bye"
Juego nerviosamente con mis manos, he oído mencionar mi nombre, eso no esta bien. Se supone que mi vida escolar se basaría únicamente en el reconocimiento de los profesores, no de los alumnos. Esto era a lo que me temía, a los malditos rumores y las autodidacta imaginación morbosa de los alumnos.
—¡Oigan, Linda, Cecilia! — las susodichas miran a Jorge —. controlen su patosa voz de urracas, ¡son más escandalosas que un megáfono!.
Medio salón estalla en risas, dejando con cara de pocos amigos a esas chicas.
—Pues nadie te dice que escuches.
—Y a ti nadie te manda a tener un hocico tan grande y a Linda a tener pico de perico.
Indignadas acomodan su espalda en el respaldo de la silla.
—Gracias.
—Eres mi mejor amiga, tonta, no voy a dejar que nadie mas que yo y Edmun, te joda la vida. Ah, claro, también Hamilton — le reprocho —, ¿qué? Él asusta. Al profesor de Tics le dieron tres puntadas después de que lo golpeó.
Le doy la razón, en ese entonces, creo que sorprendió a muchos que no expulsaran al chico nuevo, después los rumores de quién era y qué es lo que había hecho en sus antiguos colegios para llegar al nuestro estallaron. Y que se juntara con los matones de esta escuela solo sirvió para que aquellos no se disiparan.
—Sinceramente, no entiendo qué es lo que le ven. No hay nada genial en ese tipo.
—Es atractivo. — me quedo con la boca abierta, — no pongas esa cara, lo sabes, es atractivo, las cosas como son Alex.
#27973 en Novela romántica
#4623 en Chick lit
#6039 en Joven Adulto
novela juveil, bad boy, romance amistad bad boy amor imposible
Editado: 22.05.2023