Lys entró en pánico en cuanto le dieron la noticia de que su investigación de años había desaparecido. Todo por lo cual quería cambiar al mundo… solo se fue en un abrir y cerrar de ojos. Lo primero que hizo fue hacer su maleta otra vez, luego de que las empleadas le hayan sacado casi toda la ropa, y marcó el número de su hermano Niklas para decirle que se iría de inmediato a Londres; sin embargo, este le dijo que no era posible debido al pequeño tráfico aéreo que se formó.
—¿Por qué te vas? —preguntó su padre sin poder creerlo—. ¿Pasó algo con tu madre?
—Lo único que deseo que pase no sucederá —Lys masculló—. No te preocupes, ella sobrevivirá…
—No se trata de eso. —Aurel observó a su hija con pena—. Sé que no soy tu padre biológico, no obstante, siempre te vi como a mi hija…
—Jamás me viste como tu hija, por el simple hecho de que soy el fruto del daño que le hicieron a tu esposa. —Ella negó con la cabeza, sintiéndose peor—. No hagas esto más duro de lo que ya es.
—Lys, siempre te quise…
—Aurel, en verdad las únicas personas que pueden llamarse padres han sido Niklas, Azriel y Druso —ella negó con la cabeza, sentándose en la cama—. Después de tantos años, no quieras venir a hacerte el buen padre; no irá conmigo.
—Entiendo, tienes un punto —él asintió un poco triste—. Eres mi hija y te quiero como no he querido a nadie; es algo que deseo que sepas.
—Quiero estar sola ahora, así que, por favor, sal.
Aurel miró por última vez a su hija y salió de la habitación. Lys se pasó parte de la noche tratando de entender qué pasó, cómo fue posible que sus residentes hicieran tal cosa. Siempre fue alguien con un cerebro envidiable; terminó la escuela de medicina mucho antes que sus compañeros, fue aplicada y nunca fue a una fiesta de amigos en algún lado. Sus traumas, sus malas noches en esa casa y todo lo que vivió con su madre no la dejaban siquiera tener un novio.
Lys se preparó temprano al día siguiente; no se lo pensó mucho cuando su hermano Niklas le dijo que pasaría por ella, puesto que también debía llevar a Joshua a sus labores de piloto.
—Hija —la llamó Celia saliendo de la habitación y ella se detuvo apretando los ojos—. Tu padre me dijo que te irás…
—Sí, tengo algunas cosas que resolver. —Lys se dio la vuelta para mirarla—. ¿Quieres algo de mí?
—¿Cuándo vas a regresar? ¿Vendrás en las festividades? —Su madre se notaba decaída—. Sé que nos hemos distanciado, pero quiero que estés aquí…
—¿Es una broma? —tensó la mandíbula—. ¿Te atreves a decirme ahora que nos hemos distanciado?
—Ha sido mi culpa; aun así, deseo de todo corazón que podamos…
—Lo único que quieres de mí es el perdón que jamás te voy a dar por el simple hecho de que no lo mereces. —Bramó, sintiendo que iba a llorar—. Nunca me viste como tu hija, solo soy la persona que te obligaron a tener, así que, por favor, busca a quién molestar.
—Soy tu madre…
—¡No eres mi madre! —Soltó su maleta de golpe y caminó hacia ella—. A mí me quitaste la oportunidad de poder tener hijos, ser una buena madre… ¿Qué me estás dejando? —susurró dolida—. Debí irme cuando Niklas me lo pidió, debí largarme cuando vi que Azriel se fue de tus manos; ahora me siento miserable.
—Lo siento…
—Métete ese lo siento por donde no llega la luz del sol y dejen de tratar de buscarme para remediar lo que rompieron —siseó apuntándole con el dedo—. Me largo de este asqueroso sitio.
Celia no pudo detenerla; su hija se había marchado sin mirar atrás. Lys se echó aire con la mano mientras literalmente corría hacia el auto de su hermano, el cual iba a salir; sin embargo, le hizo una seña para que no se acercara.
—Llévame rápido —Lys soltó luego de meter la maleta en el maletero—. No quiero quedarme más tiempo.
—¿Pasó algo con mamá? —preguntó su hermano encendiendo el auto—. Estás llorando.
—Lo mismo de siempre —se limpió las lágrimas—. No vuelvan a pedirme que regrese a esta casa. Si se muere, bien muerta —masculló—. Esa mujer nunca cambiará.
—Entiendo.
Agradeció que su hermano no hiciera preguntas, puesto que lo único que deseaba era llegar a Estados Unidos y resolver el lío que hizo el hospital con su investigación. Estar más perdida que nunca era un caos en su vida y regresar de donde nunca debió salir era lo mejor.
Se despidió de su hermano y tomó el vuelo en primera clase hacia Minnesota. Vivir ahí fue lo mejor que le pudo haber pasado, puesto que entró a rehabilitación por su condición y el equipo de hockey de su hermano era de ese mismo lugar, porque Druso fue como el padre que siempre buscó y que jamás le faltó al respeto.
Le envió un mensaje a su hermano Druso con todo lo que pasó, sin omitir nada, y este se mantuvo enviándole mensajes hasta que se quedó dormida por las largas horas de vuelo que tuvo que tomar. Ni siquiera pudo ir al hospital a resolver el problema, puesto que estaba tan cansada y debía pensar todo con calma.
En cuanto arribó a su hogar en uno de los mejores residenciales cercanos al hospital, su hermano ya la esperaba en la sala.
—Ya mejor cambio la cerradura porque ahora te has dado a la tarea de siempre venir —bromeó dejando caer su maleta junto a la puerta—. Ya tienes una familia…
—Sí, la cual también eres tú. —Druso la abrazó—. Supe que recibiste dos golpes en un día y Niklas me pidió que no me olvidara de mi promesa contigo —rió su hermano, sin soltarla—. El abrazo es algo que jamás se olvida.
—Esa manía que tomaron para abrazarme siempre ya me la tomé muy en serio —Lys suspiró aliviada—. Mamá no se está muriendo.
—Lo sé, fue algo para que fueras a verla —su hermano le dio un beso en la frente—. Ella intentó convencerme de que te dijera y que yo también fuera, pero me negué…
—Hiciste bien, puesto que nada cambió con esa mujer.
Druso le explicó que estaba con su esposa e hijos ahí, que cuando quisiera podía ir a verlos, puesto que vivían muy cerca. Ella les dio su espacio cuando terminó la escuela de medicina e inició su residencia. No podía darse el lujo de, si terminaba un turno, llegar de la nada e interrumpir, por lo que le pidió que le ayudara a conseguir una casa y ese fue su regalo de cumpleaños.