Desastre en el hospital

9. Favor de hermanos

Lys estaba en su casa observando los documentos que estaban frente a ella. Ni siquiera ella misma se entendía por completo el hecho de que ella estaba más enfocada en esa familia de cuatro que en ella misma. Supuso que se debía a la soledad de la casa, a su vida, lejos de su pasado doloroso y del hecho de saber que su madre ya no estaba cerca de ella.

Se llevó de manera inconsciente una mano al vientre y sonrió con amargura al darse cuenta de que estaba jodida, podrida y seca. Tantos años que se enteró de la verdad y dolía. En un principio pensó que era normal a su edad perder los ciclos menstruales, hasta que su hermano mayor destapó todo.

Escuchó a su hermano Druso llamarla y tuvo que echarse aire con la mano para calmarse. Lo había llamado temprano ese día, por lo que él era el único que la podía ayudar con sus problemas.

—Hola —Druso la abrazó—. ¿Qué pasó?

—Necesito un favor de tu parte y sé que puedes ayudarme con tus contactos —Lys le dio un beso en el pecho—. Siéntate, es algo que llevo pensando toda la semana.

—Me asusté cuando me llamaste, ya que siempre soy yo la persona que siempre está detrás de ti todo el tiempo —su hermano tomó asiento en el sofá junto a la ventana—. ¿Qué ocurre?

—Es acerca de una familia en específico que conoces, al igual que los demás —comenzó diciendo—. Bueno, en realidad es con un hombre —sus mejillas se pusieron más rojas que de costumbre—. Digamos que quiero saber todo acerca de Amory Nikolaou.

—¿Amory Nikolaou? —su hermano arrugó la frente—. Ese hombre desapareció hace como dos años o tres.

—No hay información de él en las redes, solo que es el hijo de no sé quién y que era el hermano de la persona actual de la compañía que actualmente dirige, quien parece ser su hermano —continuó.

—¿Por qué el interés en ese hombre?

—Digamos que tiene tres hijos —ella se encogió de hombros—. Tiene limitaciones al extremo; en el hospital en el cual trabaja es como una prisión de humillaciones constantes para él y sus hijos.

—Lys, esto que me dices es algo que…

—Necesito saber por qué, si su familia es tan influyente, él pasa por todo eso con sus hijos —pasó un trago en seco—. Son tres niños… niños que deben comer lejos de todos, pequeños, que no saben siquiera lo que tienen.

—El hospital es un lugar de apoyo…

—El hospital los limita —ella negó con la cabeza—. Escúchame todo lo que te voy a decir sin interrumpirme.

Druso hizo un sonido afirmativo y la dejó iniciar con el relato. Le contó desde el momento de la llamada, cuando fue a visitar a su madre engañada por él y sus otros hermanos, hasta el hecho de que actualmente les pagaba la comida en el hospital para que no pasaran hambre. Todo lo que había estado ocurriendo desde esa semana hasta el encuentro que tuvo con el director, el cual le confesó que Amory no tenía los privilegios de otros empleados porque su familia pagaba mucho dinero para mantenerlo como estaba.

Druso asentía y abría los ojos sorprendido con el relato, mostrándose afectado porque su primera hija él la había encontrado en un basurero sin saber que era suya.

—Los Nikolaou son personas que tienen muchos negocios con papá en Inglaterra —Druso dejó salir el aire que tenía en los pulmones—. Por lo que me cuentas, ese hombre solo vive para sus hijos y no hay que ser inteligentes para saber que si permite esa clase de humillaciones, es por ellos.

—Es correcto y me parece un poco extraño que lo tengan usando el apellido, sabiendo que si trabaja en un cementerio limpiando tumbas y de conserje en una sala de emergencias, la cual es la más asquerosa de un hospital, sería un poco contradictorio.

—No lo creo —su hermano rio—. ¿No recuerdas cuando el abuelo nos obligó a ir a Suiza a trabajar y usamos su apellido?

—Recuerdo todo bien —ella bajó la mirada hacia sus manos—. Sé bien que el abuelo era la clase de persona que castigaba a todos —rio un poco—. Ahora bien, quiero que me ayudes a investigar todo lo relacionado con Amory.

—¿Te gusta ese hombre y ahora quieres ser su esposa? —Druso cuestionó sin rodeos, a lo que ella volvió a desviar la vista hacia otro lado—. Eres hermosa; incluso, muchas te envidian…

—No sé si es una atracción o es amor a primera vista —confesó mirándolo—. Él en verdad me gusta mucho y no es que me moleste su manera de ser conmigo, porque parece una mamá gallina con sus hijos; no obstante, sus hijos merecen todo el apoyo y amor.

—Mencionaste que uno de sus hijos tiene posiblemente vitiligo como tú —su hermano señaló—. ¿Ni siquiera piensan dejar que le den una revisión para detener su progreso?

—No, y no les importa el hecho de que yo sea literalmente la dueña de ese hospital como el que Yilda administra en mi nombre —Lys apoyó la mejilla en la palma de su mano—. Ellos creen que pueden dejarme fuera, pero no saben quién es la máxima accionista.

—Te pareces a Niklas en eso —Druso sonrió de lado—. Ocultan cosas importantes para dar un golpe maestro en el momento necesario, y créeme que sé cuándo te digo que ahora mismo tú eres la persona más calificada para cualquier puesto.

—Hay cosas que es mejor dejarlas ocultas hasta que llegue el momento del golpe —le guiñó el ojo—. Me costó mucho tiempo salir del hoyo en el que me encontraba; sin embargo, sé que en cualquier momento puedo caer.

—No vas a caer. —Druso le dio unos golpecitos en la pierna—. Soy tu hermano y nada malo te pasará.

Durante un rato más, se quedó hablando con su hermano acerca de temas que ocurrieron con Amory y sus hijos durante el tiempo que llevaba conociéndolo. Ella fue a dormir cuando su celular le indicó que ya debía descansar del trabajo, por lo que sin dudarlo apagó todo y fue a prepararse para dormir.

Sus pensamientos iban y venían en Amory, la forma en la que se ocultaba para comer, puesto que nadie le permitía hacerlo con los otros. Sus hijos en una esquina sin poder jugar con los otros niños y esperar altas horas de la tarde a que su padre llegara con una comida que parecía ser las sobras.




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