Al ver el mensaje de Alexander, empaqué un poco más de ropa incluso le hice caso a Sam de que siempre se debe llevar un vestido elegante porque nunca se sabe que pueda pasar mientras terminaba de empacar recibí otro mensaje de Alexander.
“Casi lo olvido no vayas tan arreglada hoy, puede usar ropa casual, no creo que sea muy divertido estar en tacones :P en un vuelo tan largo”
Me molesté un poco al estar ya lista, aun me quedaba un poco de tiempo así que me puse un vaquero, una camiseta de color blanco y una chaqueta negra y unos tenis. Dylan llego por mi tan puntual cómo siempre, me ayudo con la maleta para ir hasta la oficina, en el auto me estaba quedando dormida estaba algo cansada.
Al llegar a la oficina casi todos me miraba de forma extraña, no los culpaba normalmente casi todos los hombres siempre estaban de traje y las mujeres con tacones. Suspire mientras entraba al ascensor y subía hasta el ultimo piso, al salir Verónica me miro de arriba abajo.
— ¡Vaya alguien se quedo en la calle! — Me miro de arriba abajo y apunto a mi pequeña maleta; desde mi primer día Verónica siempre trataba de humillarme o me hacía sentir mal.
— No, realmente me iré de viaje. — Sabia que no debía pavonearme con eso, pero era el momento en que podía vengarme un poco.
— ¿Alex te dio el permiso acaso?
— No. — Dije con desdén. — La verdad es que me voy con Alexander a Tokio.
— ¡¿Qué tú que?! — Dijo Gritando.
— Cosas de trabajo. — Me encogí de hombros.
— ¿Cuánto tiempo estarán allá?
— Hasta el próximo domingo, por cierto, Maximiliano Mills viene toda la semana a cubrir a Alexander.
— No puede ser. — Seguí caminando hasta mi oficina, ignorando la cara de Verónica. Deje mi maleta pegada contra una pared para que no fuera a tropezarme. A las diez de la mañana cómo reloj suizo Alexander entro a la oficina, vestido con unos vaqueros oscuros, una camiseta azul cielo y unos tenis, al verlo no parecía el mismo jefe de todos los días. Camino rápidamente hasta su oficina y lo seguí.
— Hola Lauren puedes cerrar las cortinas por favor. — Dijo acostándose en el sofá.
— ¿Esta todo bien? — Sacudió la cabeza.
— Me duele muchísimo la cabeza, recuérdame no volver a donde Max entre semana.
— ¿Por qué? — «¿Qué acaba de hacer?» eso no era de mi incumbencia. — Perdón señor no debí preguntar.
— Llevé a Bambi y Apolo cuando me di cuenta nos pusimos hablar de … — Se pauso un momento. — No importa de que hablamos y luego bebimos hasta el amanecer, pero bueno ¿Lauren que tenemos que hacer hoy?
— En el día de hoy. — Hable con mi tono de voz normal.
— Lauren por favor no grites mi cabeza no aguanta.
— ¿Quieres un medicamento? Tengo en mi oficina.
— Por favor. — Deje mi agenda sobre la mesa al lado del sofá donde se encontraba acostado y salí a por las pastillas, al regresar le di un par con un vaso de agua, me arrodille frente a él, se las tomo y volvió acostarse se cubrió el rostro con su brazo para no ver las luces de la oficina y le susurraba al oído.
— Y eso es todo no es mucho, realmente creo que puedes descansar un poco; tenemos que estar en el aeropuerto más o menos las cinco de la tarde. — Me acerque mucho, cuando Alexander aparto su brazo nos separaba unos cuantos centímetros, podía sentir su respiración olía un poco a whisky. Quería inclinarme más para besarlo, sacudí mi cabeza y me puse de pie, sentí mi cara super caliente por eso que acaba de pasar.
— ¿Puedes hacer que me traigan el almuerzo? No quiero salir hoy.
— Si señor cuando este aquí te despertare. — Salí de su oficina con las mejillas hirviendo, tenia que evitar ese tipo de situación con Alexander, me falto poco para besarlo. «¿Lauren que sucede contigo?» me regañe internamente, era mejor sentarme y trabajar.
Había llegado la hora de irnos, era momento de despertar a Alexander había dormido todo el día, al ponerme de pie mis piernas parecían cómo si se hubieran vuelto de gelatina. Entre con suavidad a su oficina seguía dormido, pude detallar muy bien sus ojos sus pestañas eran largas, crespas y negras, se veía tan tranquilo así, su pecho subía y baja con serenidad, no podía negar que me gustaba, Alexander me gustaba mucho pero aun así sabia que esos sentimientos estaban mal. Con mucho cuidado puse mi mano sobre su hombro.
—Alex. — Susurre muy suave. Se movió un poco. — Es hora de ir al aeropuerto.
— Gaby déjame cinco minutos más. — Escuchar que me decía así me partió el corazón, fue cómo una puñalada, él aun sentía cosas muy fuertes por su esposa no podía culparlo.
— Lo siento señor, pero tenemos que irnos ahora mismo. — Sus ojos se abrieron de golpe y se sentó muy rápido.
— ¿Lauren? ¿Dónde estoy? — Parecía aturdido.
— En su oficina, tenemos que irnos al aeropuerto.
— Lo siento no debí decirte….
— No señor no pasa nada, quizás estaba soñando, iré a mi oficina a recoger el portátil, mi maleta y lo esperare en el puesto de Verónica. — Alexander solo asintió. Camine a mi oficina, sentí una opresión horrible en el pecho escucharlo nombrar a su esposa fallecida fue demasiado doloroso, aunque con eso confirmaba que mis sentimientos no eran recíprocos, así podría sacar más rápido de mis pensamientos a Alexander.
— ¿En serio se van los dos juntos? — Pregunto Verónica.
— Si Verónica tengo trabajo y necesito que Lauren me acompañe espero que no haya ningún problema de ser así comunícate a recursos humanos. — La boca de ella se abrió sin poder creer lo que acaba de decirle Alexander. Entramos al ascensor y las cosas entre ambos se pusieron realmente incomodas, desde ese momento hasta que abordamos no volvimos hablar a menos que fuera muy necesario.
El avión estaba por despegar y me puse muy incómoda, no lograba quedarme quieta, nunca me han gustado los despegues, era lo peor de los aviones, miraba por la ventanilla el avión se movía, tenía que calmarme de alguna manera.