Ambos notamos que al final del pasillo el ascensor se abrió, nos separamos en seco, estamos algo agitados. Dos señoras del aseo salieron con algunos utensilios de limpieza, nos miraron algo extrañados, la respiración de ambos no lograba normalizarse; estaba segura que ellas no dudaban que estábamos haciendo y para colmo en Japón las muestras de afecto en público no están bien vistas.
― Descansa Lauren. ― Alexander aclaro su garganta y corrió a su habitación, no alcance a responderle, solo escuche cuando golpeo la puerta. Entre a mi habitación, mis piernas temblaban como gelatina, pero no podía evitar sonreír por lo que acaba de pasar. Mordí mi labio y di pequeños saltos hasta mi cama, me dejé caer de alegría sobre ella, me sentía como una quinceañera por besar al chico que le gusta cuando está en la escuela. Nunca me habría podido esperar la reacción de Alexander; necesitaba cambiarme para poder dormir, pero la alegría no me lo permitieron me quede profunda con una sonrisa en los labios.
Me desperté a la mañana siguiente por el pequeño brillo de sol que entro por la ventana, había olvidado correr la cortina, revise mi celular aún era temprano y no tenía mensajes de nadie, pensé que tendría el Wifi apagado, pero no era así, todo andaba muy bien.
Mientras me arreglaba recibí un mensaje de Alexander al ver su nombre en la pantalla me alegré demasiado, mi sonrisa se desvaneció al ver su mensaje.
“Señorita Blakes buenos días, un auto pasara por usted una hora antes de nuestro almuerzo con el señor Nakamura. Espero que todo salga perfecto.CEO Alexander Mills”
Sentí como si me cayera un balde de agua helada encima, leí mensaje varias veces, pero no lograba entender porque era tan cortante y seco, aún quedaba un rato para que llegaran por mí, pero era uno de esos momentos que no sabía que pensar o hacer, me senté un momento en la cama mientras pensaba que hacer, pero simplemente no se me ocurría nada, hice lo mejor que podía hacer mi trabajo.
Llegue veinte minutos antes al restaurante, era la única en la mesa aun no era la hora, a los pocos minutos llego el señor Nakamura. Me levante hice una reverencia y nos pusimos hablar mientras esperábamos a Alexander, faltando unos pocos minutos para la cita, Alexander llego muy serio, saludo al señor Nakamura de la misma manera que lo había hecho. Parecía algo incomodo, en ninguno momento del almuerzo me dirigió la palabra, ni siquiera me volteo a ver. El señor Nakamura lo invito a su oficina para continuar con la reunión, pensaba que nuestro día de trabajo había terminado.
― Señorita Blakes puede retirarse no la necesito más. ― Tomo mi agenda y se marchó, dejándome sola en el restaurante. No estaba entendiendo muy bien que estaba pasando con Alexander, me hacía sentir demasiado estúpida por pensar en cosas.
Regrese al hotel y me quede en mi habitación, esperando que Alexander llamara o me enviara un mensaje por si me necesitaba, eran pasadas las seis de la tarde cuando después de muchas horas mi celular sonó.
“Necesito hablar contigo, te espero en el restaurante del hotel a las siete”
Me quede mirando el mensaje, Alexander lograba confundirme demasiado, una parte de mí no quería ir, pero lo más probable era que fuera algo de trabajo, mientras estuviera con él en Japón tenía que cumplir con mis obligaciones. Suspire algo abatida y me arregle un poco para seguir trabajando.
Llegue al restaurante a la hora que me había dicho Alexander, un camarero me llevo hasta la mesa que había reservado para nosotros, me senté y espere. Los minutos comenzaron a pasar, Alexander no daba señales de vida; me quede una hora sentada esperando a alguien que no se presentó. El camarero regreso al rato y me pregunto si deseaba comer algo no podía evitar que, si tenía hambre, ordené algo y comí sola. Alexander no se presentó en toda la noche.
Estaba molesta, pero no podía reclamarle nada a Alexander, pasadas las nueve de la noche, deje el restaurante y me dirigí a mi habitación, durante el trayecto revisaba mi celular esperando un mensaje por lo menos de disculpa, no me importaba si Alexander fuera o no mi jefe me dejo plantada. El ascensor abrió en mi piso y a lado de mi puerta vi a Alexander esperando.
Con cada paso que daba mi corazón latía cada vez más rápido, tragué en seco, me puse nerviosa al verlo.
― Buenas noches señor Mills. ― Dije sacando la tarjeta de aseso a mi habitación.
― Lauren perdóname. ― Negue con la cabeza.
― No se preocupe, quizás anduvo ocupado o algo no hay problema, lo bueno es que mañana tenemos el día libre podrá descansar, descanse señor Mills. ― Dije metiendo la tarjeta en el lector.
― Lauren por favor déjame hablar. ― Me gire para verlo, parecía tensionado, miraba al suelo sin mirarme a los ojos.
― No se preocupe señor no pasa nada.
― Tenemos que hablar de lo que paso anoche. ― Levanto la cabeza y ahora me miraba sin apartar la vista. No supe que decir me quedé observando sin decir nada. ― Lauren eres una mujer hermosa. ― Carraspeo un poco. ― No pude evitarlo, incluso pensé que me golpearías si lo hacía o que renunciarías y estarías rumbo a casa por lo que hice.
― Eres una mujer despampanante, eres inteligente, divertida y creo que cualquier hombre estaría fascinado de estar contigo. ― «Ahora viene el, pero» ― Pero … ― «Lo sabía» ― Eres mi empleada y no te puedo ver de esa manera. ― Mi corazón parecía que se saldría de mi pecho, escuchar a Alexander decir era doloroso. Solo pude asentir y bajar la cabeza, no estaba muy segura porque me sentía de esa manera, pero quería que todo fuera diferente.
― Si señor, no hay ningún problema, las cosas no cambiaran entre nosotros. ― Levante la mirada e intente sonreír, no era el momento para expresar nada. Alexander asintió y nos quedamos en silencio por unos segundos, aclare mi garganta para poder retirarme. Alexander me tomo de la muñeca y me planto otro beso, igual que el de la noche anterior, este hombre me estaba empezando a confundir demasiado.