Descendencia Cain [saga Cain # 1]

Capítulo 4

La noche cayó, Keitha se vio en el espejo una vez más y se preguntó porque esta vez estaba prestando atención en su arreglo, siempre que iba a casa de Jakob iba de camiseta, jeans y zapatillas deportivas. Esta noche se había puesto un vestido negro sencillo tallado desde sus pechos hasta su cintura y suelta la falda que le llegaba arriba de las rodillas, calzaba unas bailarinas negras, su cabello negro esta noche lo llevaba suelto, le llegaba a los hombros. Le gustaba como me veía.

Tomo su suéter negro, su bolsa y salió de la habitación.

—Mamá no me esperes despierta, iré a casa de Jakob, tenemos mucho de que hablar.

—Te ves bellisima —su mamá estaba al pie de la escalera —Hace mucho tiempo no te veía así.

—Hoy decidi vestirme decente.

—Escuché a la señora Lucía decir que Jakob Ellis ya no lucia como un muchachito, ya era todo un hombre, creo él cambió en nuestras narices y no lo notamos hasta ahora que no lo vimos por seis meses.

No respondio estaba revisando si llevaba su móvil en su cartera.

—Descansa mamá —dio un beso en su mejilla y salio de la casa, los niños aún jugaban en las calles, estaba empezando a anochecer, camino rápidamente hacia la casa de Jakob, vivía a dos calles de su casa, se sentía un poco nerviosa, volver a verlo le había impactado.

Al llegar a su casa, las luces estaban encendidas, Jakob estaba en la terraza apoyado en la baranda de metal, su mirada estaba perdida en el hermoso jardín de su casa, se quedó de pie observándolo, nunca había notado que era un hombre que llamaba la atención, vestía unos jeans y una camisa negra con las mangas enrolladas hasta los codos, él se dio cuenta que lo estaba viendo, giró su cabeza hacia ella, sonrió y extendió su mano, camino hacia él y la tomó.

—Bellisima —su mirada la recorrió de la cabeza a los pies —Me siento feliz al saber que esta noche, te arreglaste para venir a verme —su voz ronca le gustó, la atrajo hacia su cuerpo, ella nunca tuvo problema en abrazarlo lo veía como un hermano, pero está noche se sentía avergonzada, sintió su perfume y le gustó, él inclinó su cabeza y ella no pudo evitar mirar sus labios, no entendía que estaba pasando con ella.

—Espero te guste tu regalo —le sonrió y la soltó, sintió un vacío cuando él se apartó —Pero primero vamos a cenar.

Caminaron hacia el comedor, miraba la espalda ancha de Jakob, mordió su labio inferior.

La ayudo a sentarse.

—¿Tus padres?

—En la iglesia — tomó el plato de Keitha y procedió a servirle la comida —Yo preparé la cena, espero te guste.

Ella soltó una carcajada 

—Has sido un pésimo cocinero, siempre me enfermo del estómago.

—Te prometo que esta noche no pasará —Jakob sonrió y le entrego el plato,aclaro su garganta, siempre estuvo locamente enamorado de ella, pero Keitha jamás le había prestado atención, lo vio como un hermano más, el año pasado se había metido al gimnasio a hacer ejercicios para desarrollar músculos, la habia visto babear por un hombre que había pasado por la mesa donde habían estado comiendo con Eugina con un cuerpo bien definido por los ejercicios y eso lo había hecho tomar esa decisión, siempre fue invisible para las mujeres, pero eso había cambiado cuando salió de su ciudad y había viajado a miles de kilómetros para tomar un curso para prepararse para la maestría de psicología, fue bien recibido por la comunidad femenina, se había sentido como un niño en una dulceria, ya había perdido su virginidad, cada noche había dormido con una mujer diferente, pensó que al ver a Keitha seria diferente, pero se había equivocado, aún sentía algo por ella...

—¡Increíble! —exclamó ella, Jakob sonrió —Está delicioso ¿cómo es posible?

—Me perfeccione en la cocina —llevó la copa de agua a su boca, debía decirle por que la habia invitado a cenar.

Ella se puso de pie y se acercó al stereo, puso su música favorita, se giró hacia él.

—¿Bailamos? —él suspira, Keitha no se lo estaba poniendo fácil, se puso de pie y camino hacia ella, han pasado miles de veces que han bailado, pero ahora él era consciente que además de sentir algo por ella, la deseaba,  su cuerpo ardía por poseerla, ella recostó su cabeza en su pecho, cerró los ojos por un momento y se dejó llevar.

Ella sintió la excitación de Jakob, en lugar de quitarse levantó el rostro, no sabia que pasaba con ellos, todo era diferente, había bailado tantas veces con él y todo fue tan normal, pero está noche no, él la sujetó más fuerte de la cintura e inclinó su cabeza, no se apartó cerró los ojos y se dejó besar por él, un beso lento que luego se volvió posesivo y lleno de deseo, él apretó sus nalgas con ambas manos, no podía creer que tenia a Keitha en sus brazos, la cargó y la llevó al sofá, la recostó y la continuó besando, su mano recorrió su pierna, se desabrocho el cinturón y bajo su pantalón, su intimidad iba a explotar, iba a llevar su mano a la intimidad de ella cuando las luces de un auto iluminaron la sala.

—¡Maldición! —exclamó frustrado, se levantó y subió su pantalón, ella estaba asustada, se levantó y lo miró —Llegaron mis padres.

—Yo... —pasó una mano por su cabello, se sentía avergonzada por reaccionar de esa manera, él era su amigo de toda la vida —Debo irme —busco su bolso y su cartera —Despídeme de tus padres, saldré por atrás —prácticamente corrió al escuchar las voces de ellos.

Al llegar a su casa y entrar a su habitación, también lo estaba haciendo Ángelus, pero por la ventana.

—¿Dónde rayos estabas? —sus ojos la recorrieron de la cabeza a los pies, sintió su olor... el de un hombre en celo —¡Me pareció que te dije que no debías salir de noche!

Ella no respondió, el olor del deseo de ella llegaba a sus fosas nasales, así como el olor del hombre con el que estuvo. Apretó sus puños.

—Ángelus —suspiró —Lamento haber salido de noche, pero no me pasó nada, estoy bien.

—No tengo duda de que estas bien, puedo olerlo —declaró mordaz.



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En el texto hay: misterio, cain, vampiros amor

Editado: 16.04.2023

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