Descendencia Cain [saga Cain # 1]

Capítulo 9

—Aburrida —Marva miró una vez más de pies a cabeza a Keitha, rodó los ojos y se movió de lugar, no le importaba en lo absoluto Keitha Powell, si aún seguía ahí era por su hermano, sabía de lo que era capaz Ángelus, él no era que quisiera a Keitha, él la protegia por su honor, porque le gustaban los halagos, el que le dijeran que era el mejor.

—A mi me gusta —Keitha de encogió de hombros y siguió trenzado flores en su cabello, su vestido blanco de falda blanca y amplia le llegaba hasta la rodilla, sus alpargatas atadas a sus tobillos.

—Imagino es una fiesta de pueblerinos—Marva sonrió mientras se limpia la mancha invisible de sus labios rojos, estaba ansiosa por esa fiesta, deseaba alimentarse y que mejor que con energía sexual, ya había revisado la zona y toso estaba bien.

Toma su bolso y se mira una vez más en el espejo... su mirada se encuentra con la asustada de Keitha a través del espejo.

—¿Sucede algo? —acomoda su escote pronunciado.

—N... nada —Keitha no aparta la mirada del espejo, en todas las películas de vampiros, no se reflejan en el espejo, pero Marva si... tal vez ella no es una.

Escucho una carcajada salir de ella.

—Por supuesto que lo soy —camino hacia ella y la miro con arrogancia —Pertenezco a una raza superior a la tuya.

—¿Cómo s...supiste lo que estaba pensando?

—Por favor, sabes bien que podemos leer la mente —Keitha palidece ante las palabras de la mujer.

—¿También Ángelus?

Marva enarca una ceja.

—Sobre todo Ángelus —sonrió al escuchar el caos en su mente —¿Podemos irnos? Estar encerrada me tiene sofocada —camina, pero se detiene y se gira hacia Keitha —No me interesa si te atrapa un vampiro de la segunda generación, si te abre por la mitad con su uña, si te succiona toda la sangre y te deja seca —Keitha abrió los ojos como plato ante las palabras de ella, la frialdad de su mirada corroborando cada palabra. —Así que no des problemas en la fiesta, no te alejas por nada de ahi, si me pierdo un rato no te apartes de tus amigos.

—¿Y tú? —ella sonrió.

—Yo voy a divertirme no a estar de niñera, vamos en mi auto, ya lo vinieron a dejar.

Keitha no responde y deseo que fuera Ángelus el que la acompañará a la fiesta, por primera vez se dio cuenta que se sentía protegida con él.

Nikolett 

—¿Qué hará amo? —Zlatica miró salir a las dos mujeres y subir a un auto.

Nikolett miro a Marva y se dio cuenta que estaba más bella que nunca, los años le habían asentado muy bien, pero Keitha no se quedaba atrás, ambas totalmente diferente.

—Ya he pensado en ello, si te das cuenta Marva no puede detectar nuestra presencia, nos oculté de ella, cambiaré de rostro, pero está noche me le acercaré a Keitha.

—¿No la conquistará como Nikolett?

—No correré el riesgo con la maldita primera generación —sonrie con ironía —Puedo sentarme con ellos en la misma mesa y ninguno lo sabría, somos superiores a ellos.

—¿Pero a que costo? —murmuró Zlatica para si mismo, cada cambio de la segunda generación se debía a los humanos, a esa adrenalina llena de terror, miedo que impregnaba la sangre, eso los estaba transformando y abriéndole puertas grandes a ellos, volviéndolos poderosos, los odiaba con fuerza absoluta, llevaba tantos años que ya habia pedido la cuenta de culparse por haber matado a su novia, por haber dejado su cuerpo sin ni una gota de sangre.

—A ninguno, los humanos han sido creados para alimentarnos.

Zlatica miró por el retrovisor a su amo, apretó con fuerza su mano volviéndola un puño, su amo muchas veces eta un hombre compresivo, pero otras era una completa bestia.

—No son comidas, no fuimos creados como ellos, somos productos de un pacto.

Vio la sonrisa blanca y perfecta de Nikolett a través del retrovisor, espero sentir el golpe en su cuerpo por atreverse a desafiaro, pero nunca llegó, en su lugar vio asombrado como las facciones de su amo fueron cambiando, aunque a su parecer era mínimo el cambio, él podría reconocerlo en cualquier lugar 

—Por qué estas unido a mi, por eso me reconocerías —sintió temor al saber que no estaba escondiendo sus pensamientos como él creía —Llévame a la fiesta, esta noche me presentaré ante la madre de mis hijos, mis futuros príncipes.

Keitha 

—¿Quién es esa perra? — Eugina mira a Marva que tiene alrededor a todos los hombres del pueblo rodeándola, su mirada viaja hacia Mo, pero él seguía centrado en su juego de cartas, las chicas estaban sentadas viendo como los hombres no les prestaban en lo absoluto atención, la fiesta no era lo que se había esperado.

—Es la hermana de Ángelus —dio un sorbo a su bebida y miró con aburrimiento alrededor, la música no dejaba de sonar, pero la pista estaba vacía.

—Eso explica su cabellera blanca, aunque dudo que la conserve al terminar la noche, muchas se la quieren arrancar.

Keitha no escuchó en lo absoluto, su mirada se centra en la puerta, en el hombre que hizo su entrada, era alto e imponente, su cabello lacio y negro como la noche, él miraba alrededor, vestía un traje totalmente negro, sus ojos oscuros se posaron en ella, vio sus labios curvarse en una sonrisa y caminar hacia ella, se sentía hipnotizada por el desconocido.

—Buenas noches —su voz ronca hizo que un cosquilleo recorriera su espina dorsal, como por arte de magia la música cambio de movida a una romántica, él extendió su mano grande hacia ella, sin pensarlo puso la suya y de puso de pie, la guió hacia la pista de baile, rodeó su cintura y la acercó un poco, no quería perder de vista sus ojos.

Estuvieron en silencio casi por dos canciones, ella estaba bajó un hechizo, no existía nadie a su alrededor, solo el desconocido, en su interior deseaba que no acabará la música en lo absoluto. 

Él sonrió y acercó su rostro atractivo al de ella, sintió su aliento cálido acariciar su mejilla.

—Tyr Edwards

—Keitha Powell —susurró.



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En el texto hay: misterio, cain, vampiros amor

Editado: 16.04.2023

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