Descendencia Cain [saga Cain # 1]

Capítulo 16

—¿Quién es? —Syacha Darra observó a su hijo y luego a la mujer —Hasta aquí me llega el olor de su sangre.

—Ella es la mujer de la profecía de Caín —Syacha Darra recostó su espalda en el elegante sillón tapizado con seda pura, su palacio era ostentoso.

—La humana —sus ojos oscuros con una mezcla de luces violeta, la hacia de una mirada única, la transformación no había vuelto sus ojos violetas como la descendencia, sólo habían destellos violetas en ellos, algo que le había encantado a Caín en su momento —¿Porqué la has traído a Deacruz? Tu padre está en reposo para cuidarla.

—Marva no la estaba protegiendo como debía —desvió la mirada hacia un punto detrás de su madre.

Syacha Darra se dio cuenta que su hijo le estaba mintiendo, era algo sorprendente, Ángelus jamás le había mentido, era un hombre que llevaba la verdad por delante, pero hoy, lo había hecho, fruncio el ceño, no le gustaba el efecto de la humana sobre su hijo. Al parecer los rumores que habían llegado a su palacio eran reales, el príncipe Ángelus ya no era el mismo desde que estaba con la humana.

—No fue del agrado de Artaxana —no le gustaba jugar sucio, menos con su madre, pero necesitaba la protección de ella para Keitha. La rivalidad entre las dos mujeres era de dominio de toda la descendencia.

—Debe temer que la echen del trono, su reinado sería muy breve —Syacha Darra, observó a Keitha de la cabeza a los pies —Puedes estar tranquilo, la humana puede quedarse... bajo mis reglas.

—Madre...

—En cada esquina del palacio puede ser devorada, algo que no pasará si lleva tu olor.

Ángelus cerró los ojos por un momento, volvió sus manos un puño, no deseaba probar a Keitha, algo dentro de él le advertía que sería su perdición.

—No puedo estar con ella las 24 horas del día y lo sabes.

—Lo sé —Syacha frunce una vez más el ceño, este hombre indeciso no era su hijo ¿Qué clase de magia estaba ejerciendo la humana sobre su hijo?

—Subiré a mis aposentos con Keitha.

Ella asintió y los vio salir de la habitación, tomó su campanilla de oro, la sonó, apareció su sirviente más viejo, desde que era una humana estaba con ella, la quería como a una hija.

—Mi ama —se inclinó hacia ella —¿En qué puedo servirle?

—Sientate y bebe un poco de té —él miró la tetera y luego la taza blanca con dorado, titubeo un poco, pero luego vertió el líquido en la taza, su duda radica en que ese té era el predilecto de su ama —Quería saber si escuchaste algún rumor de la profesia de Caín, cuando estuvimos en el palacio.

—Se decía que ella le daría el poder de ser el rey ante las descendencia..

Syacha asintió, era lo mismo que manejaba ella, le preocupaba la manera en que la humana debía volver rey a Caín en las descendencias, su hijo se estaba involucrando con ella, después de varios siglos.

Ella se puso de pie, caminó hacia la ventana, una vez ahí, pudo apreciar las estrellas en el firmamento, era una noche muy bonita.

—La humana está en mi palacio, llama al capitán de la guardia, le daré instrucciones precisas para la protección de la humana.

—Me doy cuenta mi reina que está preocupada.

Ella no respondió, su mente era un caos. Amaba a Ángelus, su instinto materno había sobrevivido a la transformación, ella no era como las otras madres, un pedazo de hielo, fría e indiferente. Ella amaba a Ángelus como una madre humana, haría lo que fuera por su hijo... incluso enfrentarse al mismo Caín.

*****

—¿Porqué no podía hablar? Sentía mi boca como si estuviera cocida con hilo —Ángelus miró de reojo a Keitha, siguió recorriendo los pasillos que lo conducirian a sus aposentos, la elegante alfombra a pesar de los siglos aún conserva su color, los diseños, se había dado cuenta que Keitha cada paso que daba no dejaba de admirarla.

—Preferí que no lo hicieras, madre es mi única salida para tu protección, a veces tú tienes una lengua muy afilada.

Ella abrió la boca para protestar, pero luego cambio de opinión.

—¿Vas a dejarme tu ropa sucia?—él la miró sin entender—Por lo que dijo tu madre, que debo tener tu olor.

Él sigue viendo al frente, al llegar a la pesada puerta, la abre y se hace a un lado para que ella entre.

Ella admira la habitación, las pesadas cortinas de seda, la gran cama con dosel, los cojines a juego con la cama, todo con motivos dorados, los adornos.

—Pareciera que estoy en una habitación llena de oro —él sonríe, realmente la mayoría de los adornos eran de oro, su madre era un poco fanática.

—Keitha, ven aquí —ella se gira hacia él, estaba en el centro de la habitación, su mirada se había vuelto oscura, parecía un cazador a punto de clavar sus dientes a su presa, pero se sintió hipnotizada, avanzó hacia él como un corderito a la boca del lobo.

La poca distancia que la faltó por recorrer, él lo hizo, la levantó en sus brazos, ella rodeó su cintura con sus piernas, mientras su boca era asaltada por la de Ángelus, el beso era demandante, sintió que su espalda fue apoyada con algo duro, luego los besos de Ángelus en su cuello, en su clavícula y luego... el pequeño ardor, dándole paso a una sensación de placer.

*****

Nikolett soltó la cortina, no sabia cuanto tiempo llevaba en la ventana, no miraba nada en específico, las dos horas anteriores habían sido duras, el cuerpo de Eugina sufría los estragos por él, ella lo llamaba en medio de su inconsciencia... nunca se imagino que ella iba a pasar por tanto, por culpa de una noche de pasión.

El médico tuvo que inyectar la droga que él había fabricado, el temblor de ella había cesado, pero no había desaparecido, su cuerpo la aceptaba no totalmente.

—Mi señor —no se giró —Ella a despertado.

—Gracias Zlatica —metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, sentía una profunda molestia consigo mismo, el deseo por ella lo había dominado y aquí estaban las consecuencias, no queria una relación con ella. La elegida para ser su esposa era Keitha, no Eugina Adams. 



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En el texto hay: misterio, cain, vampiros amor

Editado: 16.04.2023

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