—¿Estás bien? —Keitha asintió, se había sentado en los escalones que estaban ubicados en la parte de atrás de la casa, al inicio no había podido estar tranquila, con miedo de que alguien se le tirará encima, pero notaba que pasaban junto a ella y no hacian el más mínimo movimiento de acercarse.
—Eso creo —seco la palma de sus manos en sus pantalones —¿Hoy te marchas?
Ángelus se sentó junto a ella.
—Si —el clima era perfecto, estaba nublado, un poco helado.
—¿No sería mejor que regresará a Arkridge?
Ángelus se puso de pie, dio un paso hacia el frente
—¿Saliste con alguien cuando me fui?
Ella guardo silencio, había olvidado a Tyr, la desesperación por verlo había acabado apenas estuvo cerca de Ángelus.
—¿Puedo regresar?
—No —respondió secamente —Antes de irme quiero hablar contigo en tu habitación.
—¿No puede ser aquí?
Él no dijo nada, iba a inyectarle un poco de su esencia, para que todos sintieran su olor en ella y no le hicieran daño ¿sólo por eso? Pregunto una vocecita en su interior, pero la ignoró totalmente.
—Sígueme Keitha.
*****
—Creo pesque un virus —Eugina abotona su blusa —No recuerdo como llegue hasta aquí.
—No debes volver más —Nikolett sigue viendo afuera, esta frente a la ventana, dandole la espalda a Eugina — Tengo serias intenciones con Keitha.
Las manos de Eugina temblaban, no entendía por qué le dolía lo que le estaba diciendo Tyr, lo acababa de conocer, sabía que salía con su amiga, pero sentía que cada palabra era una puñalada en su pecho.
—Por supuesto —declaró en un murmullo.
— Mi chófer te llevará a casa.
—No es necesario, pediré un taxi
—No está en discusión, mi chófer te llevará, en un futuro si te sientes mal no salgas de casa, no te arriesgues.
Ella no respondió, se sentía mal, el saber que no volvería a ver a Tyr.
—Zlatica te está esperando, cuídate Eugina.
La despidió de la manera más fría e impersonal, ella deseo correr y abrazarlo, pero Tyr no la quería cerca de su vida.
—También cuídate Tyr Edwards.
Salió derrotada de la habitación donde vivió las mejores horas de su vida en los brazos de Tyr.
Al bajar los escalones limpió las lágrimas, miró a la niña que era preciosa al pie de las escaleras.
Sonrió, pero la niña no le devolvió la sonrisa.
—Hola —dijo suavemente, ella no respondió, clavo su mirada dura en ella.
—No vuelvas —la miró sorprendido por su dureza.
—¿Qué?
—Mi madre será Keitha, tú no —las palabras de la niña le dolieron, ni ella ni Tyr la querian en su vida.
Solo asintió y salio de la casa.
Eugina subió al auto, todo el camino no apartó la mirada de la ventana, Zlatica no dejaba de ob de observarla por el retrovisor, necesitaba romper su lazo con su amo, para poder acabar con los que lo convirtieron en una bestia.
—No debería estar triste —ella lo mira, desde que lo conocía él nunca le había dirigido la palabra —Aunque usted no lo crea, tiene mucho poder sobre mi jefe.
—No sabe lo que dice —pasó una mano por su cabello.
—El jefe nunca había llevado a una mujer a su casa, usted a sido la primera.
—Es imposible.
Zlatica sonríe, tenía toda la atención de ella.
—Ni siquiera la señorita Keitha conoce su hogar, su habitación.
Eugina desvía la mirada, no podía sentirse mejor por las palabras de Zlatica.
—A él le molestó que el taxista la quisiera tocar, al jefe no le gusta que nadie toque lo suyo... y usted lo es.
—No lo soy, gracias por traerme —agradeció cuando se estacionó frente a su casa.
— El jefe es débil con usted, no lo olvide.
Eugina bajó del auto, las palabras de Zlatica daban vuelta en su cabeza ¿realmente Tyr era débil ante ella?
Entró a su casa, su madre estaba en la cocina preparando el desayuno, pero se detuvo al ver a Mo conversando con su mamá.
—¿Qué haces aquí? —él frunce el ceño cuando la ve.
—¿Dónde estabas?—él pregunta molestó.
— No te debo explicaciones —se gira, pero él la sujeta del brazo con fuerza —¡¿Dormiste con otro,?!
Eugina lo miró a los ojos, años de años lo había amado, pero todo había cambiando cuando conoció a Tyr, su madre salió se la cocina para dejarlos solos.
—Déjame.
Mo apretó con más fuerza su brazo.
—¿Es tu venganza por que dormi con esa mujer?
Ella busco a soltarse.
—No eres mi novio, no somos nada, no tienes por que exigir explicaciones.
—Creo he sido muy blando contigo —la levanto en sus brazos, ella luchaba para que la soltara, su madre no la ayudaría, para ella Mo era como su esposo y quien tenía la razón siempre, él la llevó a la habitación, la tiro en la cama, subió sobre ella y sin contemplación rompió su blusa por el frente, ella lloraba porque no quería nada con Mo.
Él se quedó quieto observando sus senos, su dorso, veía sus ojos moverse de arriba a abajo, luego se inclino y la miró a los ojos con dureza.
—Te prometo que esto no se quedará así —de bajo de ella y salió de la habitación dando un portazo, Eugina se levanto de la cama y camino hacia el espejo.
Su dorso estaba marcado por los chupetes que le hacía Tyr en medio de la pasión, mordiscos, ambos se dejaban marcas.
Paso una mano por su cabello, se quito las blusa rota, todo había cambiado de una manera drástica en su vida desde esa tarde que fue a darle el mensaje a Tyr.
****
—Puedes sentarte tranquila, no me beberé tu sangre —Judah sonríe, Keitha sonrió y se sentó en la mesa, levantó la copa para observar su contenido, se sintió llena de duda...
—Es vino —aclaró Judah —No te serviremos sangre, tu no la necesitas.
Ella se sintió avergonzada.
—Lo siento —Judah sonrió —¿Qué haces despierto?
Él dio un mordisco a su pan tostado.
—Quise acompañarte, que no desayunaras sola —se encogió de hombros —Deberías probar a dormir en el día y estar despierta en la noche.