—Ángelus —Keitha se tira a sus brazos —Buenas noches.
Él la abraza y besa su cuello, emite un gruñido, ella suelta una carcajada.
—No me gustó despertar y no encontrarte en la cama —acaricia sus pechos posesivamente, ambos se funden en un beso apasionado, Ángelus se sentía como un adolescente sin control en su cuerpo, quizás era el tiempo que había pasado sin copular, rápidamente la desnuda y besa cada centímetro de su cuerpo, le gustaba su mujer, pero sobre todo estar dentro de ella.
*****
—¿Volverás al castillo? —Keitha cepilla su cabello, pero no aparta la mirada del espejo, ahí veía todos los movimientos de Ángelus, le gustaba como se veía está noche, solo un suerte negro de cuello alto, su pantalón de vestir y sus relucientes zapatillas, no se había puesto ningún saco ni su abrigo, era señal de que estaría en casa.
—Por el momento no —Ángelus sonríe, camina hacia ella y le quita el cepillo para cepillar su cabello.
—Me gusta verte sonreír, cuando te conocí eras un amargado estirado —la sonrisa de Ángelus se borra de golpe, Keitha muerde su labio, al parecer se había molestado por lo que le dijo.
—Lo siento, creo me pase de broma... —él no responde, corre rápidamente hacia la ventana.
—¿Ángelus? —se gira hacia ella.
—Debes quedarte aqui, no salgas de la habitación —toma el abrigo que ha estado usando y lo coloca sobre sus hombros —Puedes oír mi voz en tu mente, por favor no respondas a nadie más.
Los golpes fuertes en la puerta resonaron, Judah entra.
—¡Ángelus!—mira a Keitha que esta con el abrigo de su hermano.
—¡Envia guardias a la habitación! —Judah asiente.
—¿Qué está pasando?
Él toma su rostro entre sus manos y besa sus labios.
—Todo bien —se funde en un beso profundo, luego besa su cuello, Keitha cierra los ojos al sentir la punzada, Ángelus se aparta y limpia sus labios con el dorso de su mano —Eres mía Keitha Powell, no salgas de la habitación—escuchó el sonido de las ventanas cerrarse y el seguro ponerse, Ángelus sonrió y cerró la puerta.
Los guardas estaban en la puerta de la habitación, se inclinaron ante Ángelus, él corrió hacia la planta baja del castillo.
Al bajar las escaleras, los guardias de su madre estaban en dos filas, ambas filas viéndose a los ojos y en medio habían dejado un camino para que pasarán.
Su madre estaba sentada en su trono, erguida esperando.
La puerta principal que daba a la cámara del rey y que ahora era ocupada por Syacha Darra, se abrió, dejando ver el hombre alto de cabello blanco cortado como militar, su traje negro sin ninguna arruga, su mandíbula cuadrada presionada, su mirada de halcón recorrió toda la sala, vio cuantos hombres tenía la ex reina de Caín, por supuesto sin meter a los dos príncipes.
Recorrió el camino que había dejado el ejército de Syacha Darra sin inmutarse, no miró a derecha ni a izquierda.
—Abel —la voz calmada de Syacha Darra resonó en la cámara.
—Su majestad —respondió fríamente, jamás se iba a inclinar ante la ex de Caín —Me doy cuenta que tu recibimiento es hostil y me pregunto el porqué —Sonríe lleno de burla.
—No hay ningún recibimiento hostil, simplemente no has avisado que venias de visita.
Abel sonríe ampliamente, mira a los príncipes, hace una pequeña reverencia ante ellos.
—¿Qué te trae al castillo de mi madre sin avisar?
—Es lo que admiro de ti príncipe Ángelus, eres directo, sin rodeos. Se me ha notificado que la humana está contigo.
Ángelus tenso sus músculos ante las palabras de Abel.
—¿En que te afecta a ti?
Abel sonríe de oreja a oreja, él era la antítesis del hermano de Caín, Abel el hombre bueno que fue asesinado por su propio hermano. Este Abel tenía un corazón negro, lleno de envidia y estaba seguro Ángelus que era capaz de traicionar por una fortuna, él fue el primer convertido de Caín, se llenó de más odio cuando fue maldecido que busco un hombre llamado Abel para volverlo a matar, en su mente estaba matando nuevamente a su hermano, pero se maravillo al darse cuenta que había encontrado a un Abel como él, así que no acabo con él, lo volvió en uno igual a él, ante el mundo era su hermano y no su hijo (porque él lo convirtió) disfrutaba la maldad de Abel, verlo destruir a otros, eso lo hacía feliz.
Los otros hijos de Caín miraban a Abel como si fuera su tío, los príncipes hijos de Syacha Darra no, para ellos solo habían tenido un tío llamado Abel y ya estaba muerto.
—Tu padre está a punto de despertar, me llevaré a la humana.
—Tú no llevarás a nadie, seré yo quien la presente ante padre, mientras él despierte seguirá bajo mi cuidado.
Abel presiona más la mandíbula.
—No lo entiendes, Caín despierta en cinco días, la humana debe estar ahí, por eso estoy aquí.
El reino de Caín hacia lo que decia Abel, le temían, menos él y sus hermanos.
—El que no entiende eres tú —gruñó Ángelus, los guardias de su madre se pusieron en señal de ataque al escuchar el gruñido furioso del príncipe —No vendrás al palacio de mi madre a imponer tus órdenes, menos a llevarte a la humana ¡No pasarás sobre mis órdenes!
Judah gruñe igual, Abel estaba furioso, si no fueran los favoritos de Caín les hubiera dado una lección, los hubiera despedazado como a los otros príncipes en el pasado que se atrevieron a desafiarlo, pero estos eran los favoritos de su rey.
Abel levanta el mentón, no había detectado el olor de la humana, miró a Ángelus, había detectado que el príncipe estaba en celo, no había ninguna vampiro en el palacio, solo su madre... así que Ángelus estaba copulando con la humana.
—Prepara a la humana para la ceremonia.
—¿Ceremonia? —Syacha Darra pregunta.
—La humana le entregará el poder a Caín, cuando se convierta en su esposa, ambos se unirán en una sola carne en la copulación. La única humana que ha tenido pesar de nuestro rey.
Un silencio sepulcral se instaló en la cámara del rey, Ángelus era un hombre que estaba entrenado para ocultar sus sentimientos, emociones, pareció que no lo afecto en lo más mínimo lo que le dijo Abel.