—Debes marcharte —Syacha Darra mira a Ángelus —En cinco días se desatará el caos, cuando no lleves a Keitha ante su presencia.
Ángelus frunce el ceño, iba a hablar, pero Syacha se adelanta a hablar.
—No permitiré que te enfrentes a Caín, después de todo es tu padre, sabes bien que todos podemos ser destruidos, menos él, es su castigo, vagar por la tierra y ver morir a los que conoce por la vejez... menos él.
—No soy un cobarde —Ángelus responde.
—Nadie dice que lo seas, pero madre tiene razón, no te enfrentes a Caín —Judah se cruza de brazos —Debes partir, Abel volverá por tu mujer, quiere agradar a Caín.
—Te acompañó —Islay apoya su mano en el hombro de Ángelus.
—No quiero huir toda mi vida —mira a su familia —Caín no dejará de perseguirnos.
—Hay una manera que deje de hacerlo —Syacha Darra se pone de pie, suavemente baja los escalones —Convierte a la humana en uno de nosotros.
El silencio embargo el salón, los hermanos se miraron entre sí, para luego mirar a la ex reina de DeaCruz, en su época fue considerada una mujer sabía.
—No lo haré —niega con un movimiento de su cabeza —No puedo condenar a Keitha a esta vida, solo por querer tenerla en mi vida.
—No es una mala idea, Caín no dejará de perseguir a Keitha, siempre estará en peligro, realmente eso sí sería condenarla a una vida miserable —Judah replica, entendia a Ángelus, hace dos siglos se había enamorado por primera vez de una de su raza, lamentablemente ella era tan fría e indiferente que no le importó dejar a su hermano el día de la unión de ambos, sabía que su hermano tenía miedo que su humana perdiera sus sentimientos para volverse un trozo de hielo, una vez convertida.
—Piénsalo, debemos partir —Islay suspira —No demos más vueltas al asunto.
Ángelus asiente.
—¿Sabes donde irás?—pregunta Syacha Darra.
Ángelus niega, ella suspira profundamente y luego mira a su hijo.
—Ve al norte de DeaCruz —todos miran a la reina rápidamente —Nikolett Drageborg no está en estas tierras, Caín no te buscará al norte.
—Su gente esta ahí —Islay réplica.
Syacha Darra baja la mirada por un momento y luego mira a Ángelus.
—Busca a Gustav Feirro —Syacha Darra cierra los ojos por un momento —Dile que es hora de pagar la deuda.
—¡Gustav está muerto!—Judah frunce el ceño, Syacha niega, les da la espalda a sus hijos.
—Lo ayude a escapar, él se escondió en las tierras del norte, la segunda generación pudo ocultar su olor de nosotros.
—¡Es un traidor madre! ¿Cómo pudiste ayudarlo?
—No lo era, Abel mintió, no le gusta que nadie se acerque demasiado a tu padre, él quiere ser el único de confianza de Caín, acuso a Gustav de traicionar a tu padre, para acabar con él.
—Hay testigos que lo vieron quemarse con el sol...—Syacha Darra niega —Madre ¿tú lo hiciste?
Asiente.
—Mis guardias testificaron que lo vieron morir, pero no es verdad, Gustav huyó, su lealtad ahora es para Nikolett Drageborg, pero tiene una deuda conmigo, salve su vida, ahora le pediré que esconda a mi hijo y su mujer.
—Iré a las tierras del norte —Ángelus pasa la mano por su cabello —Por unos días, pensaré donde puedo mudarme con Keitha —mira a Islay —Comunícate con Marva, debe sacar a la madre de Keitha de Arkridge, conozco a mi padre, le hará daño a su madre por venganza, por no llevarla ante ella.
—Tienes cinco días de ventaja —Judah da una palmada —Debes partir.
Ángelus mira a su madre.
—Volveré pronto.
—No te pongas en contacto con nosotros.
—Caín no tiene el poder de interceptar nuestro canal de comunicación.
—Olvidas que Caín cada vez que despierta es más poderoso —Syacha Darra se acerca a su hijo —No te comuniques con nosotros, Caín puede encontrarte.
—Es lo mejor Ángelus —Islay sonríe —Iré contigo.
—No quiero exponerte —Islay niega
—Es mi decisión —se inclina en reverencia ante Syacha Darra, para muchos ella seguía siendo su reina, la respetaban como tal —Debemos partir, prepara a tu mujer, será un viaje largo, llevaré a mis mejores hombres.
Islay no esperó respuesta, saliendo de la sala del rey.
*****
—¿Porqué ahí? —Nikolett mira a su hija quién se ha cruzado de brazos.
—Padre, por favor —Nikolett suelta el aire —Sólo un par de días, sólo tomaré las cosas que fueron importantes de mamá.
—Iremos cuando nazca tu hermano —Deeanna niega.
—Estaré bien.
—Nunca has viajado sola.
—No me trates como una niña, por favor, iré en tu avión privado, con tus hombres de confianza, déjame recuperar la confianza que perdí, cuando dejé de crecer.
Nikolett pasa una mano por su cabello.
—Perdóname, no puedo dejarte ir sola, eres mi hija y eso te pone en peligro, pediré al médico que nos acompañé, no puedo dejar a Eugina sola, también mi hijo en su vientre peligra, tú y tu hermano son los únicos niños que han nacido en más de cien años.
—¡Padre! —Deeanna da un paso atrás cuando mira la expresión dura y peligrosa de su padre.
—Toma o déjalo.
—¡No quiero a esa mujer cerca!
El color de ojos de Nikolett cambian a unos más oscuros, Deeanna supo que había agotado la paciencia de su padre.
—Lleva a tu hermano en su vientre, Eugina Adams se ha vuelto en alguien valioso en nuestro reino, lleva a uno de nuestra raza algo que no pasaba en nuestro pueblo por más de cien años, como princesa de la segunda generación es tu deber cuidar de los tuyos —la voz de Nikolett fue fuerte —Pides que no te trate como una niña, pero actúas como una.
Deeanna aprieta sus labios.
—Prepararé mi equipaje para que partamos mañana a DeaCruz.
—Deeanna —ella se detiene dándole la espalda a su padre.
—No te preocupes, no haré sentir mal a la mujer que lleva en su vientre a mi hermano —se gira hacia su padre —O hermana.
Nikolett se cruza de brazos.
—Si es niña o varón no hay ninguna diferencia, será bienvenido.