—¡Despertó! —Ángelus mira a Islay, abraza a Keitha, quien estaba asustada, el temblor se sentía fuerte, miraba los vasos de cristal caer de la repisa, la casa de Gustav se mecía por el temblor.
Ella cerró los ojos mientras con sus manos se sujeta con fuerza de Ángelus, los temblores no eran muy comunes en Arkridge, y cuando sucedían generalmente no los sentía, se enteraba que había habido uno, por las noticias.
Cuando el temblor pasó, ella abrió los ojos, miró el pequeño desastre a su alrededor, Gustav llegó hasta ellos, suspiro y se inclino a recoger las cosas, Islay se le unió.
—Despertó Caín —murmuró —No le gustará saber que sus hijos más preciados huyen de él.
Ángelus no respondió, estaba preocupado, no despertó a los cinco días que le dijo Abel, lo hizo en el día tres, la vida de Keitha estaba en gran peligro.
—Vamos a caminar —ella tira de su mano y camina hacia la puerta.
Gustav ya había dejado la sorpresa a un lado al ver que uno de los mejores guerreros del ejército de Caín era masa moldeable en las manos de la humana. Donde vivía Gustav era retirado del pueblo, la única casa cerca, pero a varios kilómetros era el castillo de Nikolett Drageborg, el cual estaba deshabitada desde hace un siglo. La casa de Gustav estaba junto al bosque, Keitha había quedado impresionada por el bosque, en estos tres días ella había ido a recorrerlo junto a Ángelus e Islay y los hombres que cuidaban a los príncipes del clan Caín.
Los vio marcharse por la ventana de la cocina, soltó el aire, llevaba siglos viviendo una vida apacible, tranquila y ahora la reina le pedía que protegiera a su hijo y al príncipe Islay. Desde que creció fue entrenado en el ejército de Caín, era uno de los mejores hombres, por eso estaba seguro que Abel lo odiaba, previo de que Caín eligiera a su segundo al mando, se esparció el rumor en todo el reino que Caín eligiria a Gustav Feirro como su segundo, algo que no le gustó a Abel, lo culpo de ser un espia de Nikolett Drageborg y asesinar a un grupo de jóvenes que habían descubierto su traición, mostrando pruebas falsas de algo que él no habia hecho, Caín lo sentenció a muerte, no le dio la oportunidad de defenderse, sus oidos se inclinaron a la voz de Abel, solo la reina había creído en él y lo había ayudado a escapar.
La reina le pedía que si Caín buscaba a matar al príncipe Ángelus lo defendiera, y convirtiera a la humana en uno de nosotros, ya que ella dejaría de ser valiosa para Caín.
Gustav siempre fue conocido por ser un hombre de palabra, él se la había dado a la reina y la cumpliría, si el príncipe Ángelus prefería dar su vida y no convertir a la humana en uno de ellos, él lo haría sin ninguna duda.
*****
Islay se separa del grupo, se puso a explorar el bosque, nunca espero que las tierras del norte fueran tan bonitas, le gustaba el verdor del bosque, en sus tierras no era tan verde como aquí, se escuchaba el canto de los pájaros, todo era tan encantador.
—¿Quién eres y qué haces aquí?
Se giró sorprendido, su sorpresa fue mayor al ver a la hermosa joven de pie en medio del bosque, parecía una ninfa del bosque, recordó las historias que le leyó su madre cuando era niño antes de dormir. La joven era preciosa de cabellera negra y larga, el cual llevaba trenzada; la gruesa trenza caía a un costado de su pecho, sus enormes ojos negros lo miraban con curiosidad, su piel blanca nívea invitaba a ser acariciada, no podía negar que las mujeres de la segunda generación eran preciosas, le encantaba el cabello negro.
Ella curvo sus rojos labios en una sonrisa.
—Lamento si te asuste —ella camina hacia él —Soy Deeanna y ¿tu eres?
Ella prefirió no darle su apellido, era la primera vez que estaba cerca de un hombre que no fuera su padre o Zlatica, se sintió atraída por la belleza del hombre guapo y fuerte ante ella, estaba fascinada por el color blanco de su cabello y el color violeta de sus ojos.
—Soy Islay Iversen —él extendió su mano grande, ella titubeo un momento la estrecho y lo miró a los ojos, su cuerpo había despertado, en su raza las mujeres así como el reino animal entraba en celo, esto para reproducirse, algo que según las palabras de su padre no pasaba, realmente el motivo para viajar a DeaCruz era porque quería encontrar a su compañero, su naturaleza al ella crecer la estaba llamando a reproducirse, sabía que su padre jamás lo iba a permitir, pero ella como futura reina de la segunda generación debía asegurar hijos.
Ella mordió su labio inferior, le gustaba Islay Iversen para su compañero y padre de sus hijos.
Él sintió el olor de Deeanna, ella estaba en celo, enarco una ceja, las mujeres en esta época escondían el olor del deseo, tenían intimidad con quien querían sin buscar un compañero con quien unirse para siempre, imaginaba que era el primer celo de Deeanna y por eso no sabía ocultarle ante él, su cuerpo ante el olor de ella, reaccionó, sin miedo a ser rechazado, poso su mano en la pequeña cintura de Deeanna atrayendola con firmeza a su pecho, mientras devoraba sus labios, se maravillo ante la torpeza de ella para besar, le gustaba saber que era el primero en besar sus labios y seria el primero en entrar en su cuerpo virginal, eso hizo que su miembro se hinchara más y se pusiera mas duro dentro de sus calzoncillos, la mano de Islay viajo rápidamente a los botones de la blusa de Deeanna y abrió los diminutos botones de la blusa de ella, ella soltó sus labios y rápidamente abrió la camisa de Islay, ambos estaban llenos de deseos, sintió su pequeña boca besar su cuello, sus tetillas... fue en ese momento que sintió el pequeño dolor en el lado de su corazón, se apartó rápidamente de ella, vio el hilo de su sangre en los labios de Deeanna.
—¿Qué haces? —rápidamente se puso la camisa.
—Sabes muy bien que es el ritual de nuestra unión —soltó su sostén mostrando los pechos como dos torres de marfil, haciendo que la boca de Islay se hiciera agua por el deseo de verla tan perfecta y deseable —Te toca beber de la sangre que va a mi corazón para ser totalmente tuya.