Desconocidos

Prólogo.

* * *

“Él”

Durante los últimos meses, Mateo estaba decidido con que el amor no sería prioridad en su vida durante lo que quedaba de su etapa educativa. Luego de que puso fin a su relación con Ángela el año anterior, se dispuso y obligó a sí mismo a mantenerse alejado del amor durante lo que quedaba del año. Quería que su último año en la secundaria sea común; un buen promedio y terminar como uno de los mejores alumnos, era todo lo que quería, y estaba seguro de que podría lograrlo. Sin embargo, había algo que lo tenía desorientado, ya que una noche de enero, mientras estaba leyendo un libro en el despacho de su padre, recibió un mensaje de texto de un número que no reconoció de ningún lado.

            Me gustas. Lo siento.

Era lo único que contenía el mensaje, no había el nombre del remitente por ningún lado, pero Mateo no se iba a quedar con las ganas de saber quién lo envió, así que llamó al número, intentando contactar al dueño del teléfono, pero nadie contestaba. Lo intentó un par de veces y al ver que nadie contestaba, lo tomó como una broma de mal gusto. Decidió no darle mucha importancia, pero la espina de la intriga se mantuvo hincada por el resto del verano.

 

“Ella”

Durante los últimos meses, Kara se había hartado de sentirse sola emocionalmente, y pese que sus amigas y su papá siempre estuvieron apoyándola en todo momento, para ella siempre hubo un vacío emocional ahí dentro que la agobiaba.

Aquella noche de enero durante las vacaciones de verano, mientras Kara pensaba en lo que sería de ella misma, por alguna extraña razón algo la motivaba a confesarle sus sentimientos al chico que le gustaba. Decidió enviarle un mensaje al chico de sus sueños, aquel que le gustaba desde hace mucho tiempo, pero jamás se atrevió a decírselo a alguien, porque ella temía ser rechazada. Estaba teniendo una crisis existencial, y resultaba tan estúpido como escribirle un mensaje a tu ex mientras estás ebrio. Lo cierto era que tenía su número y sabía que Mateo no tenía el suyo porque nunca la había escrito, así que sería un mensaje anónimo, ¿qué podrías salir mal? Se preguntó, y se dispuso a hacerlo. El problema era que no sabía que escribirle, y luego de pensarlo mucho, se decidió. Así que le escribió un mensaje de cuatro palabras que definiría todo desde su punto de vista.

            Me gustas. Lo siento.

Presionó enviar. Y en cuanto vio el doble check azul, rápidamente todo el poco valor que tenía un momento antes, desapareció por completo. Un momento después, Mateo la estaba llamando. Kara entró automáticamente en pánico, no podía contestarle, no tenía el valor de hacerlo. Así que no tuvo más opción que apagar su celular.

El resto del verano Kara siguió nerviosa porque fuera descubierta por Mateo, pero todo cambió luego de conocer a un chico mientras estaba en la playa acompañando a su papá. Estaba aburrida, deambulaba por la playa mientras su papá trabajaba, cuando se encontró con un chico alto, delgado de ojos oscuros y piel clara.

            - ¿Estás perdida? –Le comentó el chico al verla tan sola.

            - ¿Física o mentalmente? –Le preguntó Kara y siguió caminando sin rumbo alguno, sin voltear a ver al chico, pues no lo conocía ni sabía de dónde era.

            -No deberías andar sola por estos lares. –El chico intentó iniciar una conversación, pero Kara no se detenía.

            -Conozco cada rincón de este lugar, no te preocupes. –Le respondió al verlo una última vez para seguir caminando.

            - ¿Entonces podrías ayudarme? –Se acercó hacia Kara–. Lo que pasa es que estaba caminando por aquí, pero me perdí en tu mirada. –El tono de su voz era muy sereno pera ser un piropo, lo cual causó una sonrisa en Kara.

            -Me llamo Kara. –Se acercó hacia él con los ojos cerrados, extendiéndole la mano. Con una media sonrisa burlona en su rostro.

            -Me llamo Simón. –Le respondió el chico sujetándole la mano–. Debo decir que nadie se había preocupado tanto por mí, ahora ya no estaré perdido. Muchas gracias.

Resultaba que el padre de Kara y Simón era compañeros de trabajo, y esa era la razón por la que estaban ahí, por sus padres. Aquella tarde empezó su amistad, frecuentaron muy seguido el resto de ese verano y al poco tiempo se ilusionó profundamente de él, haciendo que dicha amistad se transformara en amor. Ella esperaba y creía que aquel chico divertido, charlatán y elocuente llenara aquel vacío emocional que sentía. No le importó que fuera de otro colegio, empezaba a sentir cariño por alguien más y le encantaba ese sentimiento.




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