“Él”
Mateo esperaba en una de las mesas del fondo de la cafetería. Estaba ansioso por conocer a la chica. Estaba vestido con una camisa de manga larga color gris oscuro eléctrico sobre una camiseta de manga larga, recogida hasta los antebrazos y unos jeans oscuros, pues quería causar buena impresión, aunque ella ya lo conocía. Y resultaba completamente irracional de su parte por lo mucho que se repetía que no se iba a enamorar. No estaba siendo él mismo y lo había notado.
-Mateo de la Torre. –Se reprochó mentalmente–. ¿Qué carajos? Esto no es una cita, solo vas a conocer a esta chica para ser su amiga, no sin antes aclarar las cosas completamente. No quiero que pase lo mismo que acaba de pasar con Ángela, no quiero confusiones y mucho menos problemas. Mantén tus metas claras, Cambridge te espera. Esto no cambiará nada, pase lo que pase. –Se dijo mentalmente mientras se acomodaba en su asiento orgullosamente, levantando un poco el mentón. Miró alrededor para distraerse, no veía a Héctor, pensó que lo más probable era que estaba junto a Ángela. Agarró su celular al no encontrar nada con que entretenerse.
- ¿Qué onda con Héctor y Ángela? –Apareció Alejandro, que no dudó ni un segundo en sentarse frente a Mateo.
- ¿Qué hay con ellos? –Cuestionó Mateo con voz perdida, sin quitar la vista de su teléfono.
- ¿Cómo que qué hay huevón? ¿Acaso no te molesta? –Alejando hablaba exageradamente.
- ¿Por qué me tendría que molestar? –Mateo sonrió divertido, dejó su teléfono sobre la mesa y plantó su mirada en Alejandro–. A ver… Lo mío con Ángelo fue hace más de cuatro meses, por Dios. Y antes de ser mi ex, fue mi mejor amiga. Y lo sigue siendo, además, ambos tenemos las cosas claras. Sin resentimientos.
-Qué imbécil eres Mateo. –Alejandro rio divertido en son de burla.
-Ya huevón. Ahora vete, que estoy esperando a alguien y no quiero que la espantes con tu presencia. –Mateo señaló con los ojos en dirección hacia la salida.
- ¿Qué hablas oe? Si yo soy un encanto. –Alejandro se recostó en el espaldar de su asiento, sonriendo con presunción, levantando la barbilla orgullosamente. –Y ¿cómo es eso de que esperas a alguien? ¿Acaso Mateo de la Torre va a tener una cita en la cafetería? ¿Por qué no me avisaste? Te hubiera preparado una serenata para tu chica, ¿quién es la desafortunada? –Se burló divertido.
-Hahaha, calla imbécil. Hablas puras huevadas. –Carcajeó Mateo apoyándose en el espaldar de su asiento–. No voy a tener una cita, solo voy a conocer a alguien, nada más. Si fuera una cita no sería en Roosevelt, es el peor sitio para una cito. –Mateo sonreía divertido.
“Ella”
Kara observaba disimuladamente hacia la mesa de Mateo cada vez que podía, sentada en una de las mesas cerca de la salida, estaba acompañada de Patty en lo que Xiara llegaba.
- ¿Nerviosa? –Le preguntó Patty a Kara mientras observaba hacia donde estaba Mateo.
-Claro que no. –Kara apoyó los codos sobre la mesa, haciendo su mayor esfuerzo por creérselo ella misma–. Bueno, la verdad es que, si estoy un poco nerviosa, pero tengo que enfrentar mis miedos.
-Así me gusta. –Sonrió orgullosa por su amiga–. Tranquila. Mateo es buena persona debajo de ese aspecto de niño engreído que tiene. Tú ya lo sabes, has estado hablando con él estos días.
-Sí, lo sé. –Respondió Kara seguido de un extraño silencio en ella.
-Estás muy segura de esto, ¿verdad? –Le preguntó preocupada, poniendo su mano sobre la espalda de Kara.
-Obvio. –Respondió Kara tomando impulso para levantarse de su asiento–. Es ahora o nunca. Deséame suerte. –Se levantó de su asiento y encaminó hacia la mesa donde estaba Mateo y Alejandro. En lo que llegaba hasta allí, se cuestionaba si debía decirle la verdad en su totalidad sobre ella. Por un lado, no quería estar completamente expuesta ante él y que piense que es una inmadura, y por otro lado estaba en lo bien que se iba a sentir si descarga todo ese peso que no le había contado a nadie más que a Patty. Caminaba mostrándole al resto lo orgullosa que estaba de sí misma, para oculta lo nerviosa que estaba. Y sin darse cuenta, había llegado hasta su destino.
-Hahaha, que imbécil. –Rio Alejandro, pero se detuvo al notar la presencia de Kara detrás de él.
-Hola chicos. –Saludó Kara amablemente con voz suave. El verde de sus ojos brillaba extrañamente estando de pie frente a Mateo, quien lo observaba atentamente.
-Bueno, creo que yo me voy. –Alejandro se levantó lentamente sin si quiera escuchar algo más de lo que tenía que decir Kara, pues no le caía bien.
-Hola Kara, que sorpresa. –La saludó Mateo amablemente, pero confundido, pues era la primera vez que se le acercaba en el almuerzo. La observaba con cautela, apreciando su vestir y su porte. Le encantaba como le quedaba aquella camisa que traía puesta, de color naranja suave y remangada hasta los codos y sus jeans claros. Estaba hermosa y Mateo lo sabía.
-Si… ¿Puedo? –Kara señaló con las manos la silla que había dejado Alejandro.
-Claro. –Le respondió Mateo siendo cortes, ocultando su incomodidad, pues según él, la chica que esperaba llegaría en cualquier momento.
Mientras Kara se sentaba, observaba a Mateo mirando a todos lados. Parecía ansioso. Impulsada por algún sentimiento que ella no entendía bien, sacó su teléfono y llamó al número de Mateo disimuladamente.
- ¿Qué hicie…? –Intentó preguntar Mateo, pero fue interrumpido por la llamada de Kara en su teléfono que decía “Desconocida”, que Kara pudo apreciar gracias a que Mateo tenía su teléfono sobre la mesa–. Disculpa. –Mateo tomó su teléfono para contesta, al mismo tiempo que Kara acercaba el suyo hacia ella.
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Editado: 16.10.2021