“Él”
Mateo reposaba la cabeza en el espaldar del asiento en el auto de su papá mientras él conducía. Se sentía cansado, pues no había dejado de pensar toda la noche en lo raro que se siente en cierto modo. No lo quería admitir, pero empezaba a sentirse más que atraído hacia Kara, lo cual le parecía un sentimiento absurdo porque él se había dejado muy en claro que no debía enamorarse en lo que quedaba del año, y estaba haciendo exactamente lo contrario. En cualquiera de los casos, si intentaría tener algo con Kara no podría porque está con alguien más, lo cual lo desconcertaba aún más, porque significaba que Kara no sentía nada hacia él. Empezaba a abrumarse, se estaba confundiendo demasiado y le preocupaba demasiado.
- ¿Pasa algo, hijo? –Su papá lo sacó de sus pensamientos al verlo muy callado y con el ánimo caído. Lo había visto así desde el desayuno, pero le preguntó hasta ese momento porque estaban solo ellos dos.
-Ah, sí papá. Solo me siento un poco cansado, estuve leyendo hasta tarde. –Respondió Mateo con voz casi desvanecida, evitando verlo a los ojos, dirigiendo su mirada hacia la ventana de su lado derecho.
- ¿Desde cuándo me mientes, hijo? –Le preguntó el elegante hombre suavemente con su voz gruesa–. ¿Qué pasa? ¿Ya no confías en tu papá?
-No, no es eso papá. –Mateo se enderezó un poco en su asiento, separándose ligeramente del espaldar del asiento. Volteando para ver a su papá a la cara–. Solo que hay veces que necesito pensar algunas cosas solo, sin la necesidad de una segunda opinión.
-Te entiendo hijo, pero recuerda que las mejores decisiones se toman con el apoyo de otros. –El hombre siguió conduciendo.
-Lo sé papá. Y te prometo que buscaré tu apoyo o el de mamá cuando lo necesite. –Mateo se recostó en su asiento y miró hacia delante.
Y ahí estaremos cuando nos necesites. –Le respondió el hombre desacelerando poco a poco para estacionarse, pues estaban llegando a Roosevelt–. Bueno, llegamos. –Agregó, estacionándose para que Mateo baje.
-Gracias papá. Te veo luego. –Se despidió Mateo mientras bajaba del auto.
-Hasta luego hijo. –Le respondió su papá, levantando su palma derecha para despedirse.
Mateo cerró la puerta del auto y observó a su papá alejarse en él. Se volteó hacia la entrada de Roosevelt y luego de un profundo suspiro se encaminó hacia dentro. Se obligó a sí mismo a no dejar que la inseguridad lo domine, mostrando una actitud totalmente diferente a la que tenía dentro del auto, como si se tratara de alguien más que acababa de tomar su lugar. Caminaba por el campus con una actitud de superioridad, con la frente en alto y sonriendo ligeramente enorgullecido.
“Ella”
Kara estaba bajando del auto de su papá cuando vio a Mateo ingresar a Roosevelt, dudó por un momento si acercarse a él, pero al final se decidió porque sería una forma de hacerle notar que no hay ningún tipo de incomodidad entre ambos. Caminó apresurada para alcanzar a Mateo y cuando estuvo más cerca de él, caminó un poco más despacio.
-Hola Mateo. Bonito día, ¿verdad? –Le sonrió Kara al estar a su costado, intentando ser amigable.
-Sí, si eres fan de los climas nublados. –Le respondió Mateo tragándose su incomodidad.
-Amo este tipo de climas, y más si llueve casi todo el día.
- ¿Really? ¿Por qué, si cuando llueve normalmente se arruinan los planes?
-Claro que no. –Se quejó Kara divertida–. La lluvia no arruina nada, al contrario, ayuda a las plantas. Además… –Remarcó con superioridad–. Cuando caminas bajo la lluvia con la persona correcta, puedes encontrarte con más diversión de lo que crees, Mateo.
-También puedes encontrarte con un resfriado, o una neumonía. –Se burló Mateo, sonriendo con suavidad.
-Qué aburrido eres. –Rodeó los ojos, cambiando el punto de su mirada hacia las palmeras.
-En realidad no. –Habló Mateo, haciendo que Kara regrese su mirada hacia él–. Me gusta aparentar que soy aburrido y poco interesante, e incluso aparentar que no me importa lo que las personas opinen sobre mí, porque así paso desapercibido ante el resto.
-Ni tan desapercibido, porque eres más popular de lo que crees. –Habló Kara.
-Sí, porque saben muy poco sobre mí y eso les parece interesante, ¿pero has escuchado a alguien hablar mal de mí? –Habló Mateo con una pizca de presunción es su voz.
-La verdad no, ahora que lo dices, no he escuchado una sola crítica sobre ti. –Respondió Kara sorprendida.
-Sí, porque a las personas les gusta juzgar por la apariencia, por una cara bonita o por lo que ven una vez sin conocernos bien. Incluso yo. –Mateo se adelantó un poco y se detuvo enfrente de Kara para evitar que siga avanzando–. Porque te juzgué antes de conocerte, pues por lo que veía en ti, yo creí que eras muy engreída.
-Sí. –Kara respondió con voz desvanecida, rodeando a Mateo para seguir con su camino. Con la cabeza un poco agacha–. Prefiero que los demás crean que soy engreída, a que sepan que soy muy débil.
-Y no digo que está mal. –Mateo la siguió, intentado animarla–. Porque incluso yo, entre mi grupo de amigos finjo sentirme superior a los demás, cuando en realidad la opinión del resto es muy importante para mí. ¿Tú que pensaste sobre mí antes de que empezáramos a conversar?
-No sé… Te veía como alguien engreído, pero también veía ayudando a los demás y no sé, pensé que ayudabas al resto por pena. –Sonrió divertida.
-Que cruel. –Sonrió Mateo divertido–. Pero está bien, eso era lo que creías tú, y los demás tienen diferentes conceptos sobre mí, sobre ti y el resto de los demás. Anyway, lo importante aquí es lo que pensamos cada uno sobre nosotros mismos. Lo que tú piensas sobre ti misma, no puede ser menos importante que la de los demás.
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Editado: 16.10.2021