“Él”
Aquel domingo en la tarde, previo al cumpleaños de Alejandro, Mateo y Héctor llegaban al mall con la esperanza de encontrar un regalo para su amigo.
-Recuérdame porqué hacemos esto. –Comentó Héctor un tanto fastidiado, al bajar de su auto.
-Porque es un idiota, pero es nuestro amigo. –Mateo cerró la puerta del otro lado del auto, levantando ligeramente la voz.
-Va. No tienes que gritar. –Héctor encendió la alarma del auto con el control y encaminó hacia el elevador.
-No grité. –Respondió Mateo con expresión de confundido, y aligeró el paso para alcanzar a su amigo–. Estás muy irritable. –Mencionó al llegar al elevador junto a él.
-Lo siento. Es Ángela la que me tiene así… Dice que no quiere ir a la fiesta, cuando desde hace unas semanas le vengo diciendo que quiero divertirme junto a ella… -Comentó Héctor, aumentado su enojo notoriamente a medida que salían las palabras de su boca.
-Bro. –Lo interrumpió Mateo para calmarlo–. Ya hablamos sobre eso, Ángela va a un ritmo diferente al tuya, ya la conoces.
-Sí, pero es jodido sentir que yo soy el del problema. –Echó un suspiro–. Bueno, no importa. Tampoco quiero ahogar tu felicidad con mis problemas. –El elevador abrió las puertas y salieron–. Por cierto, ¿cómo te fue ayer? Con todo lo que te conté ayer se me olvidó preguntártelo.
-Bien, la verdad que sí, todo estuvo genial. El papá de Kara es muy amigable.
- ¿Y qué hay de tus nervios? –Se burló Héctor mientras seguían caminando.
- ¿Cuáles nervios? No estaba nervioso. –Intentó defenderse, haciendo su mayor esfuerzo por mentirle que resultaba vergonzoso.
Aja. –Ironizó Héctor con voz ronca.
-Ya huevón, ¿cuál crees que sería un buen regalo para el imbécil de Alejandro.
- ¿Una novia? –Ironizó Héctor levantando una ceja, observando a Mateo.
- ¿A ti te sirvió? –Preguntó con una ceja alzada.
-Touché. –Desvió su mirada hacia el frente.
Mateo sonrió divertido por el golpe bajo que le acababa de dar.
Caminaron por todo el centro comercial, buscando algo qué sirviera como regalo. Al final, Mateo compraron algo que sirviera como premio consuelo. Y mientras se dirigían de vuelta al estacionamiento, Mateo fue detenido repentinamente por la mano de Héctor, impidiendo que siga caminando.
- ¿El problema con Simón quedó solucionado? –Le preguntó Héctor de repente, observándolo fijamente.
-Sí, pero ¿a qué viene esa pregunta? –Cuestionó Mateo confundido.
-Porque viene hacia acá. –Comentó Héctor, mirando disimuladamente hacia delante. Mateo observó hacia delante, Simón estaba unos metros más adelante, caminaba hacia ellos con la mirada perdida en su teléfono, hasta que levantó la mirada y vio a Mateo y Héctor.
Mateo intentó hacer como si nada, como si no lo hubiera visto.
-Hola Mateo. –Dijo Simón acercándose mientras Mateo intentaba disimular que no lo había visto a lo lejos.
-Hola Simón. –Respondió Mateo, fingiendo sorpresa al verlo.
-Oye bro, Perdón por lo que pasó la otra vez. No sabía que tú y Kara estaban juntos. –Se disculpó Simón, moviendo su teléfono entre sus manos.
-No hay problema, Kara me contó por lo que estás pasando. –Mateo lo observó calmado.
-Lo sé, pero eso no justifica que intente besarla. –Agregó Simón, ocasionando un derrumbe en el corazón de Mateo.
A los oídos de Mateo llegó como balas ensordecedoras, haciendo que un escaso momento se vuelva uno eterno. Hacía su mayor esfuerzo por no hacerle notar lo afectado que estaba, pues lo que más le dolía era que Kara no se lo había contado. Estaba decepcionado.
-Ah, tranquilo. No hay problema. –Dijo entre dientes, soportando su ira a más no poder.
-Gracias bro. Bueno, yo me voy. –Dijo Simón, y se fue.
Mateo le respondió solo asentando con la cabeza, sin decir nada ni expresarse.
-No lo sabías, ¿verdad? –Le preguntó Héctor, al ver su neutra expresión.
-No. –Confesó Mateo, presionando el puño con fuerza.
-Qué bueno que yo conduzco, porque si no nos estrellas. –Héctor le dio un ligero empujó a Mateo para que siguiera caminando.
Mateo no respondió, solo tendió a seguir caminando en silencio, sintiéndose extremadamente decepcionado de Kara por no haberle contado la verdad.
- ¿Estás bien? –Le preguntó Héctor a Mateo cuando bajaban en el ascensor.
-Sí. Bueno, la verdad no… Pero qué más da. –Respondió Mateo con la mirada perdida.
“Ella”
Kara esperó en la sala de estar a que Mateo llegara por ella para que fueran a la fiesta de Alejandro, hasta que por fin sonó el timbre y alguien de servicio abrió la puerta.
Mateo apareció en la sala de estar con actitud neutra, Kara se levantó rápidamente para saludarlo, y lo único que recibió de Mateo fue un simple “Hola” sin expresar nada. Kara estaba confundida, pero intentó no darle importancia.
-Hola señor Enrique. –Saludó al padre de Kara.
-Hola Mateo. Por favor trae a mi hija devuelta antes de las doce. –Respondió el hombre con voz ronca.
-Así será señor. –Respondió Mateo asintiendo con la cabeza para después salir y encontrarse con un auto estacionado al frente de la casa.
-Hola Kara. –Saludó Héctor cordialmente desde el asiento del conductor.
-Hola Héctor. Saludó Kara mirándolo con confusión–. ¿No se supone que tienes que tener dieciocho para conducir legalmente?
-Emm, no. Los mayores de dieciséis también pueden sacar su licencia, siempre y cuando tengan la capacidad de sus derechos civiles. –Respondió Héctor mientras Mateo y Kara subían al auto.
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Editado: 16.10.2021