Desconocidos

Capítulo 20.

“Ella”

La alegría que derrochaba Kara frente a los que la rodeaban era impresionante, y contagiosa, lo malo era que por más feliz que se sintiera, aun sentía una miserable pizca de duda e inseguridad.

Dos días después del camping que hicieron entre amigos. La mañana de aquel jueves nublado, Kara escribió en su diario mientras refrescaba su mente, sentada en su escritorio.

 

… ¿Qué es lo más importante cuando se trata de amor?

Con Mateo he aprendido mucho los últimos días, y en cierto modo se

podría decir que soy diferente a la que era antes. No he tenido ni un solo

ataque de pánico, y la última vez que me sentí deprimida fue cuando me

peleé con Mateo… Patty dice que Mateo resultó ser mi ángel de la guarda,

que se acercó a mi vida para cambiarla a bien. Y creo que tiene razón…

Pero, por más contenta que me haga sentir, me sigue aterrando la idea

de que por más que no quiera o intente no pensar en ello, Mateo se irá lejos…

Supongo que lo importante por ahora es disfrutar el momento.

 

Puso su bolígrafo sobre la mesa, y sin hacer su cuerpo para atrás, solo con la cabeza girada, miró hacia su balcón que quedaba un poco más atrás de su lado izquierdo.

Su momento fue interrumpido por una llamada en su teléfono, causándole una sonrisa al ver el nombre de la persona que la llamaba.

            -Hola guapo. –Contestó Kara al teléfono, sonriendo con suavidad mientras se acercaba hacia su balcón.

            -Hola hermosa, ¿cómo estás? –Respondió Mateo.

            -Estoy bien, ¿qué hay de ti? He estado pensando mucho en ti. –Dijo Kara, sintiéndose apenada después de decirlo. Apoyó su mano sobre la branda del balcón de su habitación.

            -Ammm… Hicimos una parada en Lunahuaná para caminar un poco, pero aún no sé con certeza hacia donde nos dirigimos exactamente. –Hizo una pequeña pausa, y luego volvió a hablar con emoción–. Por cierto, ¿A qué no sabes quién está junto a mí? –La voz divertida de Mateo le causo curiosidad a Kara.

            - ¿Quién? –Preguntó dudosa por la respuesta que fuera a obtener.

            -Hola amiga. –Habló Patty a través del teléfono, con voz medio tímida.

            - ¿Patty? ¿Tú que haces ahí? –Cuestionó Kara de vuelta a su habitación.

            -Eh, somos primos ¿no te lo había dicho? –Respondió Patty, apoderándose del teléfono de Mateo–. Los papás de Mateo nos invitaron, y como mi papá hace mucho que no viaja junto a su hermano, aceptó.

            - ¿Por qué no me avisaste?

            -Lo estoy haciendo.

            -Chicos, de vuelta a los autos, tenemos que continuar. –Escuchó Kara la voz gruesa de un hombre un poco mucho más alejada que la de Patty y Mateo.

            -Te escribo luego, ¿sí? Te quiero. –Respondió rápidamente Patty, seguido de sonido extraño que daba a entender que le devolvía el teléfono a Mateo.

            -Hablamos luego hermosa. Te quiero. –Sonrió Mateo, como si pudiera verla.

            -También te quiero guapo, y por favor haz que Patty se divierta. –Sonrió con suavidad.

            -Yo me encargo. –Respondió Mateo dirigiendo su mirada hacia Patty, que ya estaba dentro del auto.

 

“Él”

            - ¿Puedo conducir? –Preguntó Mateo a su papá mientras se acercaba al auto, en un intento de averiguar hacia donde se dirigían.

            -Nunca has conducido por este tipo de caminos. Además, ni siquiera sabes hacia dónde ir. –Sonrió el hombre divertido, vestido cómodamente sin perder el toque de elegancia que lo caracteriza, posó su mano sobre el hombro de su hijo, dándole un ligero empujón hacia la camioneta.

            -Lo intenté. –Le mencionó a Patty al ingresar a la camioneta y sentarse junto a ella, levantando ambas cejas por un segundo.

            -Eres tan impaciente como siempre. –Susurró Patty con presunción.

El papá de Mateo pisó el acelerador, el papá de Patty venía por detrás, llevando a ambas madres. Empezaron a avanzar por el camino, y siguieron por el desvío de San Jerónimo, para luego pasar por un camino de trocha angosto por las montañas. Pasaron por cientos de paisajes hermosos y deslumbrantes, sin lluvias y con todo el verdor en las montañas… Luego de cinco horas de viaje, llegaron a un pueblito llamado Santiago de Viñac, llegando precisamente a su único hotel, el refugio de Viñak ubicado en los más alto de la montaña, donde solo se respira paz. Hecho de paredes de piedra y marcos de madera, con un peculiar estilo rústico lleno de encanto.

            -Papá, ¿y esto? –Preguntó Mateo asombrado, mirando a través de la ventana el bello paisaje alrededor.

            -Es hermoso… –Musitó Patty, observando del otro lado de la ventana.

            -Y apenas vieron solo el exterior. –Comento el papá de Mateo muy sonriente mientras estacionaba el auto.

Al estar estacionado el auto, Mateo y Patty bajaron rápidamente cual niños emocionados hacia la fogata con una banca circular de madera alrededor, hundidos en el suelo. El papá de Mateo bajó del auto mientras los observaba disfrutar del alrededor, y con la nostalgia a tope, se los imaginó como hace un nos años, cuando eran unos niños y viajaban juntos en vacaciones… La mamá de Mateo, llegó hasta su esposo, abrazándolo por detrás.

            - ¿Estás bien? –Le susurró.

            -De Maravilla, mi amor. –Se dio la vuelta sujetando las manos de su esposa, poniéndola frente a él para darle un suave beso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.