Desconocidos

Capítulo 21.

“Ella”

Aquella tarde de sábado, Mateo y Kara disfrutaban de la despejada tarde en el parque de la exposición, debajo de los grandes y frondosos árboles de un verde muy profundo y sentimental, se cubrían del intenso sol.

            - ¿Cuál es el punto de venir al parque si vas a usar tu teléfono? –Reprochó Kara a Mateo mientras estaban sentados en el césped, y Mateo revisaba sus mensajes.

            -Solo reviso mi correo. –Respondió Mateo, sin quitar la mirada de la pantalla de su teléfono.

            -No, no lo harás. –Respondió Kara, quitándole el teléfono de las manos y guardándolo en el bolsillo trasero de sus jeans claros, para luego levantarse del suelo.

            -Oye. –Gruñó Mateo con una muy ligera pizca de diversión en su mirada–. Es importante.

            -Nada puede ser más importante que disfrutar de cada momento de la vida… La vida es un viaje largo y lo único e importante es disfrutar el camino. –Mencionó Kara, extendiéndole mano e incitándolo con la mirada a que se levante.

Mateo se levantó aceptando mientras asentía con la cabeza y sonreía divertido.

            -Una vez leí que el tiempo vuela, pero tú decides a dónde. –Agregó Kara mientras caminaba de la mano con Mateo alrededor del lago.

            - ¿Qué quiere decir? –Preguntó Mateo, curioso por la frase que escuchó.

            -No le tienes que encontrar sentido a todo, Mateo. –Musitó Kara, dirigiendo su mirada hacia la de Mateo mientras seguían caminando.

            -No lo sabes, ¿verdad? –Cuestionó Mateo divertido, al ver el rostro expuesto de Kara.

            -No, no lo sé. –Sonrió Kara ligeramente avergonzada.

            -Pero tienes razón. –Mencionó Mateo con suavidad, pasando de aquella sonrisa divertida a una más nostálgica y sentimental, junto a una mirada que se sumergía en los ojos verdes y brillantes de Kara–.

            -Lo sé. –Respondió con orgullo, jalando a Mateo de la mano mientras empezaba a acelerar el paso.

Llegaron hasta una especie de muelle en el lago, con varios botes de pedal a un lado, en forma de cisnes.

            - ¿Quieres subirte? –Cuestionó Mateo con una ceja alzada.

            -Let´s do it. –Expresó Kara con emoción.

Un momento después, estaban sobre el bote, pedaleando hacia el centro del lago con lentitud, pasando por debajo de un mini puente en forma de arco. Observaban el paisaje hermoso, donde reinaba el verde y algunos patos nadaban de aquí para allá.

            -He venido muchas veces a este parque, pero jamás había montado un bote a pedal. –Comentó Mateo mientras su mirada se dirigía hacia Kara luego de observar sus pies pedaleando.

            - ¿En serio? –Cuestionó Kara y luego contó su experiencia–. Cuando era niño, no había una sola vez que no quisiera pasear en bote cada vez que veníamos a este parque… A mi mamá también le encantaba mucho, pero a papá no, así que se quedaba a observar desde el muelle. –Comentó Kara sonriendo ligeramente, que luego pasó a sonreír débilmente con una mirada nostálgica.

Mateo la observó en silencio, y no solo notó su tristeza, sino que también la sintió.

            -Oye, ¿ves eso? –Señaló Mateo hacia una pequeña isla casi en el centro de todo el lago, en un intento de calmar las emociones de Kara.

            -Sí, ¿qué hay con eso? –Musitó Kara.

            -Tengo una idea. –Confesó Mateo con una sonrisa divertida y una mirada preocupante.

Kara solo siguió pedaleando junto a Mateo, en dirección a la isla. Al llegar allí, Mateo acomodó el bote de forma que la parte lateral esté pegada hacia la isla, se bajó rápidamente y le extendió la mano a Kara para ayudarla a bajar.

            - ¿Qué no está prohibido meterse aquí? –preguntó Kara preocupada.

            -No importa. –Musitó Mateo sin quitar su sonrisa pícara y caminar hacia el centro de la isla–. Desde aquí tenemos una maravillosa vista del lugar. –Comentó Mateo señalándole el alrededor.

            -Tienes razón, pero sigo creyendo que no es una buena idea… –Agregó Kara con los brazos cruzados y la mirada preocupada.

            -Hace unos minutos me dijiste que tenía que disfrutar el camino de mi vida, y si no estás conmigo no puedo hacerlo. –Confesó Mateo acercándose con suavidad para darle un beso–. ¿Me das mi teléfono un momento? –Preguntó al separarse con lentitud.

            -No. –Sonrió Kara.

            -Solo un momento. –Suplicó Mateo, y Kara se lo entregó luego de ver su expresión divertida.

Mateo tomó el teléfono y buscó una canción en el reproductor de música. Un segundo después, la canción de Ed Sheeran, llamada “Perfect” sonaba en el teléfono de Mateo.

-I found a love for me… -Cantó Mateo con sentimiento, se acercó a Kara, con una mano le sostuvo la cintura y con la otra su mano. Bailaron al ritmo de la canción, haciendo de ella suya. Kara se apegó más a Mateo, y sintió sus latidos constantes mientras seguían bailando juntos, olvidándose del alrededor, como si estuvieran completamente solo a kilómetros a la redonda. Juntos, que era lo que importaba.

            - ¿Es una declaración de amor? –Preguntó Kara con presunción, sonriendo ligeramente divertida.

            -Es lo que siento. –Confesó Mateo con suavidad.

            - ¡Hey! ¡Jóvenes! –El grito grueso de un hombre hizo que volvieran en sí–. Está prohibido entrar ahí.

            -Supongo que el momento se acabó. –Sonrió Mateo divertido, y Kara rio.

Mateo apagó la música en su teléfono y junto a Kara regresaron al bote.

            -Fue divertido. –Comentó Kara con suavidad–. Gracias.

 

 

 




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