Desconocidos

Capítulo 22.

“Ella”

Dos meses después, segunda semana de Setiembre.

La mañana estaba tranquila, el cielo nublado irradiaba serenidad, junto a la brisa fresca del ambiente. Kara llegaba a Roosevelt, con una sonrisa coqueta en el rostro atravesaba el campus hacia el edificio de High School.

            - ¿Kara? –Escuchó una voz desde atrás, que la llamaba con asombro, curiosa por saber quién era se volteó, y un extraño sentimiento de culpa surgió en ella al ver el rostro del chico que la acompañó en la fiesta de Alejandro, llamado Arath.

            - ¡Arath! –Dijo Kara con sorpresa mientras el chico se acercaba a ella.

            -Oh, wow. Si recuerdas mi nombre. –Comentó sonriente al llegar a su lado–. Creí que no te acordabas de mí. –Sonrió el risueño muchacho de tez clara.

            -Lo siento. –Kara se mostró sincera–. Tenía muchas cosas en la cabeza y andaba muy perdida. ¿Empezaste la semana pasada? ¿Qué te ha parecido Roosevelt?

            -Empecé hace como dos meses. –Sonrió divertido al ver lo despistada que estaba siendo.

            -Ay, no. ¿En serio? –Kara se mostró confundida, y desorientada–. Lo siento mucho en serio. Perdí la noción del tiempo, y vaya que fue demasiado.

            -Tranquila. –Rio–. Te entiendo, seguro el amor te trae así de perdida. –Comentó con un ligero toque de presunción en su voz.

            -Ay, sí. –Kara bajó la mirada ligeramente avergonzada–. La verdad es que sí. Luego de aquella noche todo a estado de maravilla. –Sonrió emocionada. Mientras caminaban lado a lado.

            -Me alegra saberlo, porque me moría por saber cómo has estado desde la última vez que te vi.

            -Todo ha estado muy bien, gracias por el interés… Pero ¿por qué no me buscaste en Roosevelt? ¿Y cómo es posible que no nos hayamos topado ni un solo día en estos dos meses? –Se cuestionó a sí misma, en voz alta.

            -La verdad no sé por qué no nos hemos tocado, supongo que no lo quiso el destino… –Sonrió con suavidad y bajó la mirada hacia sus pies–. Aunque debo reconocer que estuve a punto de preguntarle a Alejandro por ti, pero luego de la última noche, no quise generarte más problemas con tu novio.

            -Que tonto. –Se burló, empujándolo con el hombro–. Pero bueno, ya pasó, y no se puede hacer nada para remedarlo, así que no importa. Mejor cuéntame ¿cómo te ha ido en el colegio?

            -Ammm, pues la verdad es que muy bien. –Confesó con la mirada hacia delante, con una suave sonrisa en su rostro–. Me ha ido mejor de lo que esperaba.

            - ¿En serio? –Se sorprendió Kara–. Por cierto, ¿en qué grado vas? No te lo había preguntado, ¿o sí? –Preguntó, asegurándose de estar siendo despistada por segunda vez.

            -No, no te lo había dicho. –Sonrió divertido. –Voy en décimo grado.

            -Ah, con razón no nos hemos topado en todo este tiempo. Es que tu salón está en el pabellón contrario al mío. –Se sintió extrañamente aliviada al saber la respuesta.

            - ¿Ah sí? ¿Tú en qué grado vas? –Preguntó curioso.

            -Onceavo. –Comentó, para luego ser interrumpida por dos chicas que se dirigían hacia ellos.

            - ¡Arath! Te estábamos buscando, que bueno que llegaste. ¿Puedes ayudarnos con la tarea de química?

Arath observó a Kara, disculpándose para luego responder.

            -Ve, nos veremos luego. –Comentó Kara, asintiendo con la cabeza.

            -Te veré luego. –Dijo Arath, siendo casi jaloneado por las dos muchachas hacia el edificio.

            -También voy a querer un autógrafo tuyo. –Le gritó burlándose, a lo que Arath volteó un momento y rio divertido.

 

“Él”

A la hora del almuerzo, Mateo y Héctor comían en la cafetería como lo hacía la mayoría de veces. La única diferencia es que esta vez, Héctor tenía el rostro caído, con el ánimo más bajo que los grados de la Antártida. Solo que, aunque quería preguntarle que le pasaba, pensaba que era un problema con Ángela, y que tal vez no querría hablar de ello, así que quería darle su espacio.

            - ¿Qué hay? –Llegó Alejandro y se sentó junto a ellos.

            -Hola. –Musitó Héctor con la mirada en su ensalada.

Alejandro desconcertado, le preguntó a Mateo con la mirada, a lo que le respondió moviendo la cabeza, señalando que dejé tranquilo a Héctor, sin embargo, Alejandro no era de los que se quedaban con la duda.

            -Hey, ¿Pasa algo? –Preguntó Alejandro hacia su amigo, que levantó la mirada de su ensalada hacia ellos, observándolos con una profunda mirada entre triste y enojado–. ¿Podemos ayudar?

Héctor dio un suspiro, irguiéndose desviando ligeramente la mirada hacia la mesa. Todo esto mientras Mateo observaba con un ligero toque de preocupación

            - ¿Prometen no burlarse? –Espetó Héctor con la mirada fija en sus amigos.

            -Yo no hago promesas, y menos si es para no burlarme. –Respondió Alejandro en un intento de suavizar el momento que no comprendía.

            -Hablo en serio, imbécil. –Gruñó.

            -Está bien. –Respondió Alejandro levantando ligeramente las manos–. Solo intentaba disminuir el drama. Prometo no burlarme de lo que sea que te pasó.

            -Solo dilo, no me burlaré de nada. –Formuló Mateo.

            -Ángela y yo terminamos ayer. –Formuló Héctor luego de una breve pausa–. Bueno, para ser más sincero, ella me terminó.

            - ¿Really? ¿Por qué? –preguntó Mateo, dejando su comida a un lado, completamente olvidado.

            -Luego de un par de muchas discusiones, supongo que Ángela se sintió cansada. Y la única solución que le vio fue terminar…

            -Okey, pero ¿qué es lo que te duele más? ¿Qué se haya roto tu corazón porque terminaron o que haya lastimado tu orgullo al ser ella la que terminó contigo? –Formuló Alejandro, cruzándose de brazos sobre la mesa.




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