Desconocidos

Capítulo 23.

“Él”

Mateo caminaba por el pasillo con miedo en su pecho, a cada paso que daba era una hincada más de miedo y nervios. Todo a su alrededor parecía moverse en cámara lenta, llegando al punto de nublarse por completo antes de ingresar a la habitación donde daría su examen.

¿Qué te pasa?

Se cuestionó así mismo, pero no podía encontrarle respuesta alguna y se enojó consigo mismo, pues no comprendía por qué sentía tanto temor si era algo que quería, y sabía que podía hacerlo.

El sonido de una campanita en su teléfono hizo que regresara en sí, seguido de unas cuantas campanaditas más. Mateo revisó sus mensajes, y una sonrisa brotó en su rostro al leer cada mensaje que recibió.

“Confío en ti, campeón. Lo vas a lograr.” Escribió su papá.

“No tengo dudas de que eres el mejor, hijo mío.” Escribió su mamá.

“No necesitas suerte, lo vas a lograr.” Escribió Héctor.

“Confía en ti mismo, como siempre lo haces.” Envió Ángela.

“No te lo dije, pero te admiro y sé que esto es muy fácil para ti.” Envió Alejandro.

“Desconfianza y vergüenza son dos cosas que no siento en ti. No me defraudes” Envió Patty

“Tengo la certeza de que lo vas a lograr, al igual que el resto de tu familia y amigos. No necesitas suerte. Te amo.” Escribió Kara.

Mateo, agradecido por los mensajes, se sintió más calmado y emotivamente confiado. Echó un suspiro y luego de guardar su teléfono, se dispuso a ingresar a la habitación, donde estaban otros postulantes, entre ellos tres mujeres y dos hombres. Se sentó en uno de los asientos libres con la computadora en frente, separados dos metros entre cada postulante. Mateo escuchó las instrucciones con atención, asegurándose de no pasar por alto nada y tener todo claro, y con la confianza más elevada que nunca se dispuso a realizar el examen en la computadora.

 

“Ella”

Todos los amigos cercanos a Mateo, incluida su novia, esperaban la llegada de Mateo en la sala de estar de su casa. El ambiente estaba sereno, cada uno hacía lo que mejor le parecía para pasar el rato. Patty y Héctor charlaban sentados en el sofá grande frente a ella, Alejandro estaba junto a ellos, enviaba mensajes en su teléfono. Ángela estaba en el sofá pequeño a un metro de Alejandro, observando su teléfono casi sin interés mientras que Kara observa el vacío entre su cuerpo y la mesita de centro, de cristal. Pensando en cómo le había ido a Mateo.

            - ¿Está todo bien? –Se acercó Ángela, sentándose junto a ella.

            -Am, no. Todo está bien. –Balbuceó Kara desviando su mirada hacia sus pies.

            -Sé que tú y yo no somos muy cercanas y no hablamos mucho, pero puedes contar conmigo si quieres conversar y aligerar tu carga. Mateo es mi mejor amigo, y tú lo haces muy feliz… Puedes contar conmigo. –Le dijo Ángela poniéndole la mano sobre la pierna de Kara.

            -Es una estupidez. –Mencionó Kara, menospreciando sus propios sentimientos.

            -La estupidez es el principio de la seriedad. –Comentó Ángela con una ligera sonrisa.

            -No dudo que Mateo logre aprobar el examen, en realidad lo que me preocupa es qué pasará después.

            - ¿Te doy un consejo? No pienses en ello, no tiene caso. Pensar demasiado las cosas destruye la felicidad. Y eso es justo lo que te está pasando.

            -Lo sé… Soy una tonta… -Musitó sonriendo divertida, con la mirada tímida.

            -Yo también lo soy… –Comentó dirigiendo su mirada nostálgica hacia Héctor, que seguía conversando con Patty, muy divertidos.

            -Lo dices por… -Intentó decir Kara, pero fue interrumpida por Ángela antes de que Héctor la escuchara.

            -Sí. –Contestó rotundamente, cambiando el punto de su mirada hacia el rostro de Kara–. Supongo que no todos congeniamos tan bien como tú y Mateo. –Agregó levantando ligeramente los hombros por unos segundos mientras mostraba una sonrisa divertida que intentaba ocultar unos ojos tristes.

Kara intentó agregar algo más, pero fue interrumpida por el sonido de la puerta en la entrada, revelando a Mateo junto a su papá. Kara y el restó levantó la mirada de un salto al escuchar la puerta.

            - ¿Qué hay? –Preguntó Mateo sonriendo divertido al ver todas las miradas en sí. Sonriendo divertido por las expresiones que mostraban.

            - ¿Cómo que qué hay? –Cuestionó Patty.

            - ¿Cómo te fue? –Se exaltó Alejandro–. ¿Aprobaste?

            -Ah, eso. –Sonrió más divertido, acercándose a ellos–. Aun no lo sé. Lo resultados me lo entregaran dentro de una semana. Y tal parece que cuando me lo entreguen, también me entregaran la respuesta sobre mi ingreso. –Mateo se acercó al sofá y se sentó junto a Kara y Ángela.

Mateo sostuvo la mano de Kara con suavidad, de forma extraña, como si estuviera tratando de decirle algo.

            -Pero, ¿cómo te fue? –Preguntó Ángela, que estaba del lado derecho de Mateo.

            -Bien… -Respondió Mateo asintiendo con la cabeza–. Al principio estuve muy nervioso, pero luego de que leí sus mensajes todo fue más claro y no tuve problemas. Respondí todo sin ningún problema, y de hecho creo que ya estoy dentro… Todos gracias a ustedes, sin su apoyo no me habría concentrado cuando estaba muy nublado.

            -Para eso estamos. –Respondió Héctor con serenidad–.

            -Pero bueno, ¿qué dices si vamos a celebrar? –Comentó Alejandro levantándose de su asiento, con actitud alegre y célebre.

            -Am, no sé… Me siento un poco cansado… –Mencionó Mateo, resoplando suavemente sin soltar la mano de Kara.

            -Sí, ayer estuviste estudiando hasta tarde. Yo pienso que deberías descansar un poco. –Agregó su mamá acercándose a su esposo para abrazarlo.




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