“Él”
El peor demonio que tenía Kara, y que podía acabar consigo misma era sobre pensar todo, por lo que intentaba evitarlo a toda costa, aunque le costaba mucho luego de aquel día, pues la mañana siguiente se había decidido encarecidamente que lo que había escuchado sería algo que solo ella debía saber, y sobre todo algo que solo ella debía solucionar, algo erróneo, pues necesitaba ayuda para no salir herida.
Pasó toda la primera clase con una sola idea en su cabeza, por nada del mundo pensaba decirle a alguien lo que escuchó. Y para cuando llegó la hora del descanso, buscó a Ángela para preguntarle una que otra duda que tenía. La encontró en el campus, cerca de las bancas de concreto a las afueras del edificio, revisaba su teléfono sin nadie más junto a ella.
- ¿Podemos hablar un momento, por favor? –Preguntó Kara con los brazos cruzados y la mirada tímida, pues se sentía avergonzada y ciertamente incómoda por trata de hablar con ella, pues no habían conversado demasiado y quería preguntarle ligeramente personal, y que probablemente ni siquiera le incumbía.
-Claro, siéntate. –Comentó Ángela, dejando su teléfono y haciéndose a un lado, haciéndole espacio a Kara para que se siente junto a ella. Ángela mantenía una actitud calmada y extremadamente amical–. Cuéntame, ¿de qué quieres hablar?
-Sé que es estúpido y bobo, pero me gustaría saber cómo era la relación que tenías con Mateo, antes de que terminen, claro. –Soltó Kara reprochando la pena.
- ¿Mi relación con Mateo? –Cuestionó Ángela con suavidad, con la mirada en el aire mientras recordaba–. La verdad no fue fuera de lo común, no fue algo extraordinario como la que tienen ustedes ahora. Parecíamos solo dos amigos con el título de novios, que no hacían nada más allá de lo que siempre hacías mucho antes de empezar nuestra relación.
- ¿Por eso terminaron?
-Ammm, se podría decir que sí… –Bajó la mirada un momento, apenada y luego siguió hablando, levantando la mirada con confianza– Cuando Mateo me sugirió que termináramos, no sentí ningún dolor intenso como se supone que debía haber sentido, porque estaba terminando conmigo. Todo fue como si nos estuviera quitando el título, pues lo que sentíamos el uno al otro solo era amistad y cariño que sentimos porque crecimos juntos y nos conocíamos de mucho tiempo, casi hermanos. Así que comprendí que era justamente eso lo que éramos Mateo y yo. Hermanos… Pero, ¿por qué el interés? –Cuestionó Ángela acomodando su cabello elegantemente con su mano derecha mientras fruncía ligeramente el ceño.
-Tengo dudas. –Confesó Kara para afuera, sintiendo un inmenso dolor por dentro, al tan solo decirlo–. Siento que confundí mis sentimientos con Mateo y que lo que sentí solo fue una ilusión. –Movió el punto de su mirada en el suelo, evitando la de Ángela, pues sabía que no podía seguir mintiendo si la observaba fijamente.
- ¿Dudas? ¿Es en serio lo que dices? –Se sorprendió Ángela, acomodándose en su asiento de tal forma que esté frente a frente con Kara–. Pero si están muy felices. Son la pareja más feliz que conocí, de hecho, hasta llego a sentir envidia.
-No lo sé, todo es muy confuso. Mi corazón dice una cosa, mi cabeza dice otra. –Musitó Kara.
Ángela comprendió lo que pasaba, al notar la mirada de Kara. Y también que para ella era difícil hablar sobre ello, así que le dio un consejo que sería el mejor en cualquier de los casos donde haya duda e incertidumbre.
-Sea lo que sea que estás pensando, lo mejor que puedes hacer es hablar con Mateo sobre lo que te pasa. Podrían llegar a una solución mucho mejor que la que puedes encontrar sola. –Posó su mano sobre la pierna de Kara, y plantó su mirada en sus profundos ojos verdes.
Kara aceptó, asintiendo con la cabeza con suavidad. Sabía que había sido descubierta, y se sintió acogida al notar que podía confiar plenamente en Ángela.
“Él”
- ¿Podrías olvidar todo lo que te dije ayer? Por favor. –Le suplicó Mateo a Héctor mientras caminaban hacia la salida del colegio atravesando el campus.
-Es complicado… –Confesó Mateo casi en gruñido.
-Si no puedes hacerlo, por lo menos no se lo digas a nadie, en especial a Kara. –La voz de Mateo era tan suave que resultaba tierno hasta para el duro corazón de Héctor.
-Está bien. –Aceptó Héctor, resignado, pues sabía que su amigo era muy convencido–. Pero de corazón te recomiendo que pienses mejor lo que hagas de hora en adelante.
-Te lo prometo, bro. –Le respondió Mateo, dirigiendo su mirada hacia los lejos al ver a Kara unos metros más adelante–. Hablamos luego, ¿okey? –Agregó con la mirada y la voz perdida hacia Kara, acercándose a ella con prisa. Se acercó hasta Kara con rapidez, llegando a tocarle el hombro al llegar a ella.
-Hey. –Musitó Mateo con suavidad, tocándole el hombro con la yema de los dedos mientras sonreía contento. Una sonrisa que en cuestión de segundos fue desvanecida al ver el rostro desconcertante de Kara, y ciertamente enojado.
Kara siguió caminando, a paso ligero, evitando a Mateo. Él pensó que era un juego, o cualquier otra cosa mínima y sin importancia. Corrió siguiéndole el paso, hasta alcanzarla unos metros más adelante.
- ¡Déjame en paz! –Gritó Kara volteando hacia Mateo con furia, causando impacto no solo en él, sino también en los que estaban cerca. Mateo estaba desconcertado por la actitud de Kara, por su fría expresión y por su cruel mirada. Incapaz de poder moverse al sentirse tan confundido, solo se quedó observando a Kara alejarse de él hacia la salida y luego perderla de vista.
- ¿Qué fue eso? –Preguntó Héctor acercándose, desconcertado.
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Editado: 16.10.2021