Desconocidos

Capítulo 25.

“Ella”

Las horas habían pasado, y la noche llegó. Kara esperaba en la sala de espera en la clínica donde atendían a Mateo, Patty y Ángela estaban junto a ella, mientras que Héctor se encontraba sentado en el sofá de enfrente, juntos al papá de Mateo, que veía a su esposa caminar impaciente de aquí allá.

Momentos de angustia y ansiedad elevada se respiraba en el ambiente, todos estaban en silencio, nadie se atrevía a decir una sola palabra, pero algo cambió cuando el papá de Kara apareció y se acercó al papá de Mateo.

            -Hola amigo, lamento encontrarte en un momento como este. –Le dijo saludando al papá de Mateo, extendiéndole la mano.

            - ¿Qué hace mi papá aquí? –Cuestionó Kara con suavidad hacia Patty mientras su papá conversaba con su viejo amigo.

            -Yo le avisé. Estaba preocupado. –Le respondió Patty.

            - ¿Familiares de Mateo de la Torre? –Apareció un doctor de mediana edad, con el cabello canoso y unos de montura metálica dorada.

            -Soy su mamá, ¿cómo está mi hijo? –Preguntó la mamá de Mateo, con prisa por la angustia, haciendo que todos se levanten de su asiento para escuchar lo que tenía que decir el doctor.

            -Su hijo está estable, las lesiones que tiene son leves, pero aún está inconsciente. Y estimamos que despertará pronto. No hay nada de qué preocuparse. –Informó el doctor con calma y claridad.

            -Muchas gracias doctor. –Le agradeció el papá de Mateo.

            - ¿Y Alejandro? –Le preguntó Patty a Héctor dudosamente, con la mirada temblorosa, haciendo su mayor esfuerzo de disimular lo que sentía.

            -Está enfermo, se quedó en su casa. –Comentó Héctor con serenidad, causándole una extraña reacción a Patty, que la obligó a llevar el punto de su mirada al suelo y pensar en lo que debía estar pasando Alejandro, y cómo se sentía.

            - ¿Pasa algo? –Le preguntó Kara a Patty, en susurro, asegurándose de que nadie más escuchara.

            -No, todo está bien. –Patty levantó la mirada y sonrió levemente para calmar a su amiga, sin dejar de pensar en Alejandro.

            -Deberían ir a descansar. –Les comentó la mamá de Mateo, suavemente, con la expresión un poco agotada por la preocupación que sintió hasta hace un momento, acercándose a Kara y ponerle suavemente su mano sobre el brazo de la triste chica–. Mateo está estable, y cuando tengamos noticias se lo haremos saber.

Kara asintió suavemente con la cabeza, mostrando su sentida expresión, para luego dirigir la mirada hacia su papá, causándole un ataque de conciencia, en el que notó que era momento de hablar con su papá.

            -Te veré mañana. –Le comentó Kara a Patty con suavidad, para luego despedirse de la mamá de Mateo y el resto de los que se encontraba allí, y posteriormente acercarse a su papá, que seguía conversando con su amigo.

            -Un placer volver a verte. –Escuchó despedirse cuando se acercó por completo.

Al estar en el auto y camino a casa, Kara mantenía su mirada caída, entre sus temblorosas manos frías por la brisa de la noche, no se sentía ni remotamente capaz de poder ver a su progenitor a los ojos por la vergüenza que sentía tras decirle todas esas sandeces en medio de su crisis, pero todo cambió al llegar casa y pensarlo profundamente desde su corazón.

El papá de Kara subía las escaleras cuando Kara se quedó en la sala de estar, de pie, y por fin tuvo el valor de decir algo.

            -Perdón, papá. –Musitó con sinceridad, encogiendo su corazón y bajando la mirada de tristeza mientras hacía su mayor esfuerzo de no romper en llanto.

            -No, perdóname tú a mí. –El hombre bajó la mitad de los escalones que había avanzado y se acercó a su hija con suavidad–. Le puse más empeño a mi trabajo que a ti.

            -Lamento todo lo que te dije… –Musitó Kara levantando la mirada para ver a su padre a los ojos–. Estaba agobiada, y no pensé bien las cosas. –Intentó explicarse Kara a toda costa.

            -Tenías razón… Le pongo demasiado empeño al trabajo para huir de la tristeza que siento por extrañar a tu mamá… Lamento no ser tan fuerte para ti, y sobre todo por no estar para ayudarte cuando me necesitas, pero te prometo que de ahora en adelante estaré cuando me necesites…

            -Papá… –Se acercó a su papá y lo abrazó con tanta fuerza que sintió que lo asfixiaba–. Te amo. –Mencionó mientras una lágrima caía por su mejilla, pero no de tristeza, sino por una profunda emoción que la hizo sentir acompañada por primera vez en la vida. Tener a su papá tan cerca, luego de un momento en el que le había herido con sus palabras y aun así no se enojó, le daba una sensación de tanta tranquilidad que se sintió con una sobredosis de sentimentalismo.

Luego del largo abrazo y necesario abrazo con su papá, mientras estaba en la soledad de su habitación e intentaba dormir, recostada en su cama, Kara pensaba en lo que sería de Mateo, sin saber lo que les esperaba, y ante ese cuestionamiento le fue incapaz sentirse ansiosa.

 

“Él”

La mamá de Mateo ingresó a la habitación de su hijo en la clínica, con la compañía de su esposo. Con un ligero sentimiento de preocupación dentro de ellos, conversaron sobre lo que había decidido su hijo antes del accidente.

            -Es imposible que lo hagas cambiar opinión, y si es su decisión debería aceptarla. –Le comentó la mujer a su esposo, sentada en el pequeño sofá mientras él se mantenía de pie.

            -Es que no me cabe en la cabeza que vaya a perder la oportunidad de su vida por un amor adolescente. –Comentó el papá de Mateo con un ligero toque de enojo.

            -Para él es más que un amor adolescente.

            -Que tarde o temprano acabará. –Completó la frase de su esposa, que no necesitaba completarse.




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