Desconocidos

Capítulo 28.

“Él”

Según lo que le habían contado, la perseverancia era algo que le destacaba sobre todo lo demás, y quería que aquel caso no sea una excepción, por lo que estaba decidido en hacer hasta lo imposible con tal de recuperar sus recuerdos, y lo que tenía planeado era visitar a sus amigos e ir a los lugares que siempre recurría.

            - ¿Puedes llevar, por favor? –Le preguntó a su padre en el comedor, luego de contarles lo que tenía planeado.

            -Hijo… –Intentó decir su papá luego de echarle una mirada a su esposa.

            -Sé que suena ridículo, pero si hay una escasa posibilidad de que se pueda, lo tengo que intentar. –Mateo se mostró firme.

            -Déjalo terminar. –Le sugirió su mamá.

            -Hijo, lo que quería decir es que no sé qué esperas aquí sentado. –Le sonrió con suavidad, y luego con emoción. –Vamos, sube al auto.

La mamá de Mateo le sonrió a su hijo, como siempre lo hizo y como siempre lo quiso.

Mateo no esperó ni un solo segundo, terminó de beber el último trago de su jugo de frutas y se levantó de la mesa, para dirigirse al auto junto a sus padres. Sin embargo, algo en su interior se movió al estar sentado en el asiento trasero del auto, una extraña presión en el pecho que intentaba decirle algo. Inconscientemente lo interpretó como la señal que le decía que estaba por regresar todo a como era, dejando a un lado el extraño sentimiento y siguiendo con su decisión.

Por lo que le había dicho su padre, sus amigos no lo visitaban demasiado seguido porque los exámenes finales estaban cerca y necesitaban estudiar, pues era su último año. Pero Mateo sabía que sus amigos lo ayudarían, porque en los últimos desde que despertó en la clínica le han demostrado que harían lo que fuera por él. La primera parada que hizo fue en la casa de Héctor, con quién según lo contado, habían pasado mucho tiempo con él.

            -Mateo, bro. Qué sorpresa. –Se sorprendió Héctor al abrir la puerta de su casa y ver a Mateo en frente.

            - ¿Puedes ayudarme? Necesito que me acompañes a todos los lugares que visitábamos muy seguido.

            -Dame un segundo. –Héctor ingresó a su casa y salió un momento después con una chaqueta en la mano.

            - ¿Y bien? ¿A dónde vamos? –Preguntó el papá de Mateo al estar todos en el auto.

            -A la casa de Ángela. –Mencionó Héctor.

            -Claro, ¿por qué no lo había pensado antes? –Comentó la mamá de Mateo, con una ligera sonrisa en su rostro.

 

“Ella”

Estudiar se hacía difícil al tener muchas cosas en la cabeza. Kara había intentado de todo para concentrarse en estudiar, pero nada funcionaba. Incapaz de poder seguir con el estudio, se dispuso a agarrar un estilógrafo y una cartulina de la mitad de tamaño de una hoja de papel bond normal. Su mano se movió por la cartulina, dibujando en estilógrafo sin titubear ni detenerse. Se desahogaba por medio del dibujo, y transmitía sus sentimientos en él. Se dibujó así misma en el estilo que había desarrollado. Dibujada solo el torso superior, desde unos centímetros más debajo de los senos, hasta la cabeza, con los hombros caídos. El rostro estaba triste y ligeramente cubierto por algunos mechones del corto cabello plasmado en la hoja. Tomó unos marcadores, y pintó la mitad inferior de su cabello, como si fuera un océano de color rosa y celeste, con estrellas blancas y negras en lugar de peces, saliendo algunas del cabello.

Levantó la hoja con un extraño sentimiento en su pecho y se dijo así misma: “El océano al que llamo sentimiento de vida se agota a cada segundo, a tal punto de que no me importe nada más, ni siquiera yo misma.” Observó el dibujo con nostalgia, tanta que estuvo a punto de romper en llanto, pues se sentía extremadamente frágil y débil del corazón. Y la única razón por lo que no lo hizo, fue un mensaje en su teléfono, lo cual le hizo revisarlo por mera curiosidad y en un irracional intento de despejar su mente de aquel momento depresivo que se apoderaba de ella.

El mensaje era de Patty, lo abrió y leyó.

“Hola amiga”

“Hola”

“¿Cómo estás?”

“Intentando estudiar”

“¿Qué hay de ti”

“Terminé de estudiar, y descanso un poco”

“¿Sabes algo de Mateo?”

“¿No te lo dijeron?”

“¿Decirme qué?”

“No me asustes”

“No es nada malo, solo no te alteres”

“Solo dilo”

“Mateo recibió la respuesta de Cambridge”

“Lo aceptaron”

“Pero no podrá ir…”

“Lo sé…”

 

“Mateo no podrá ir a la universidad de sus sueños” Se dijo con suavidad, dejando su teléfono a un lado. Se podía ver la tristeza en sus ojos, y cansada de fingir que todo estaba bien, no dudó en demostrarse en su soledad, lo mucho que le costaba resistir todo. “Mateo no podrá ir a Cambridge por culpa mía, si yo no hubiera huido de casa, Patty no hubiera acudido a la ayuda de Mateo… Pero de haber sido así, ahora estaría sufriendo porque Mateo iría a Cambridge y tendría que olvidarme de él. De todas maneras, sufro en ambos…”

Inconscientemente empezó a mover las piernas con rapidez, sin quitar los pies del suelo, sentada en su asiento. Las manos le temblaron, y su corazón se aceleraba a cada segundo. Sabía lo que le estaba pasando, y ya le dio igual, después de todo, era un sufrimiento más del montón. Se llevó las manos a la cabeza y pasó los dedos por sus mechones de cabello.

“¡¿Hasta cuándo?!” Se gritó para adentro. “¡Hasta cuando tengo que soportar esto!” Y rio, rio porque le dolía mucho para llorar, una risa que al final terminó en llanto. Un llanto en el que cada lágrima que salía era como una puñalada en el corazón, y que en lugar desahogarse, se hacía más daño así misma. Sintió terror, y gritó por ayuda, pero las palabras no le salían por la falta de oxígeno, y estaba en una especie de trance que le impedía hacer un movimiento por voluntad propia, estaba sufriendo y necesitaba ayuda, pero nadie acudió a su auxilio, lo cual la lastimó aún más… Muriendo en vida… Unos minutos después, en la quietud de su cuerpo, la soledad de su habitación y el silencio de su casa, sintió que no podía seguir soportando tanto dolor. Se cuestionó el porqué de seguir viva. El porqué de seguir soportando tanto dolor y sufrir más de lo que debía por un capricho del destino, pero el destino no es una casualidad. Es una cuestión de elección. No es algo que se espera, es algo que se debe hacer… Y Kara había hecho su elección… Movida por un sentimiento que la alentaba a hacerlo, arrancó una hoja en blanco de su diario y escribió lo que sintió en su corazón y que jamás le dijo a alguien.




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