Descubriendo a Marte

Capítulo siete

 

Me despierto a las cuatro y media de la mañana, después de haber dormido más de catorce horas. Es la primera vez que me siento cansada de dormir tanto. Reviso mi celular y veo cientos de mensajes y llamadas perdidas de Jota. Es entendible, ya que no hemos hablado desde ayer por la mañana.

Le respondo que estoy bien y que simplemente me quedé dormida todo el día, sin entrar en detalles sobre lo que realmente me pasó. También recibí mensajes de Marjorie y Majo, preocupadas por mí, y les respondo lo mismo que a Jota. Aunque estamos empezando a ser amigas, no quiero atormentarlas con mis problemas. No me siento preparada para que ellas vean esa parte de mí.

Cuando amanece, decido empezar mi rutina matutina. Me baño, me cambio y preparo mi desayuno, nada interesante. Mamá se fue temprano a trabajar, así que me encargo de darle de comer a Olmo y atenderlo. Solo estamos él y yo, como siempre, solo nosotros dos.

Intento no leer los apuntes de Paula. Necesito que esta mañana sea tranquila, pero eso no va a suceder. No sé si mi deseo de leer sus apuntes es porque me perdí la clase de literatura o porque quiero volver a ver el cuaderno que ella escribió, y que todavía tiene su olor.

Estoy a punto de abrir el cuaderno cuando suena el timbre. Los ladridos de Olmo empiezan a retumbar por toda la casa.  «Definitivamente, había dejado de ser una mañana tranquila.»

- Hola.- Una sonrisa tímida se dibuja en su rostro.

- Jota...- Lleva el cabello más despeinado de lo habitual, el suéter mal puesto, las zapatillas con los cordones sueltos y unas gotas de sudor recorren toda su frente.

- Perdón por las fachas, tenía miedo de que ya te hubieras ido a la escuela y quería ir contigo.

Sonrío, le doy un beso y lo dejo pasar. Hoy lo necesito mucho y él lo sabe. No hace falta que se lo diga, él ha venido hacia mí. Aunque le dije que estaba bien, decidió venir a verme.

Le sirvo un par de tostadas y jugo de caja, y sí que tiene hambre, ya que apenas me doy la vuelta para buscar un vaso de agua, ya no queda nada en su plato.

- ¿Estás bien?- me pregunta mientras limpia los restos de mermelada de su plato con el dedo.

- Sí, estoy bien.- respondo muy sincera, porque ya me siento mucho mejor que ayer.

- Ayer te sacaron de clases y no volviste más.-

- Lo sé, la consejera quiso hablar sobre las universidades a las que debía postular y tomó más tiempo del que pensamos, al final preferí irme a casa para evaluar todo lo que me mostró.

- ¿Te dio mucha información?- Se recuesta sobre la mesa, reposa sus labios en una de mis manos y me mira atentamente.

-Sí.- Siento la necesidad de contarle todo lo que me está pasando, ya que toda esta situación me está agobiando y lo único que hago es reprimirlo, lo cual no es bueno para mí. - Tengo miedo.

-Oye, sabes que yo estoy para ayudarte, ¿verdad?- Me lo dice sin dejar de apoyar sus labios sobre mi mano.

-Lo sé.

- Si quieres por la tarde podríamos revisar lo de las universidades y que es lo que pide cada una.

-"UniversidadeS" no, universidad.- Sueno más dura de lo que pretendía, pero él me dedica una media sonrisa, ya que sabe a lo que me refiero. Él es el único que realmente sabe por qué solo quiero "esa" universidad.

Se acerca hacia mí y me da un beso en los labios, luego me mira. Siento demasiado amor en su mirada. Nunca pensé que podía ver tanto amor en los ojos de una persona. Se siente demasiado bien ser querida por alguien.

-Entonces nos concentraremos en la solicitud y veremos que nos falta.-

«Nos» Tener a Jota es una carga menos, siempre está ahí para apoyarme y siempre pone a los demás antes que a él.

-También buscaremos información sobre la tuya.- Asiente y me besa de nuevo.

Mire el reloj y  se nos está haciendo tarde la mañana, así que no puedo contarle todo lo que me sucedió ayer a Jota. Tampoco sé cómo ni en qué momento hacerlo. Opto por continuar con un nuevo día normal. Además, ya me siento mejor y no quiero volver a recordar y recrear todas esas sensaciones que sentí en el pecho. Lo mejor es dejarlo pasar.

Llegamos juntos a la escuela y las clases pasan con normalidad. Algunos de los temas que me enseñan hoy son muy fáciles de entender. Al menos la mayor parte me parece muy sencilla y podré repasar todo de nuevo por la noche. Mi concentración ha sido muy buena las primeras horas, pero está por comenzar la clase que comparto con Paula y seguramente me preguntará sobre lo de ayer. Tengo veinte minutos de descanso, así que decido ir a la cafetería donde están todos.

Marjorie me ve apenas piso el lugar, se levanta de su asiento y agita sus manos para que me acerque a su mesa, donde también está Majo. Estoy por llegar a ellas cuando Jota y Samuel también agitan sus manos para que vaya con ellos. Pero niego con la cabeza y señalo la mesa de mis amigas. Jota lo entiende y me sonríe. Samuel entrecierra los ojos y se queda observándome. No hemos hablado ni por mensajes desde la última conversación que tuvimos en las escaleras, pero supongo que estamos bien, siempre lo estamos.

-Marte, ¿quieres venir hoy después de clases a mi casa?-  pregunta Marjorie.

-Mmm, sí.- Dudo un poco porque no sé si tendré tiempo para repasar los temas que tengo pendientes. Pero no quiero rechazar la oportunidad de convivir con ellas fuera del colegio.

-Perfecto, ¿Qué clase tienes?, iremos a buscarte para irnos juntas.-

-Creo que mejor pásame tu dirección porque traje mi bici y tendría que ir en ella.

-Es verdad.- Responde mientras manda a nuestro chat grupal su dirección.

-Hay un trend de tiktok que tenemos que aprender y hacerlo para volvernos virales.- Tal vez estas cosas son insignificantes para muchas personas, pero verla emocionada de esa manera me hace sentir un poco de envidia. Yo no siento emoción por nada, al menos no de esa manera como ella, y de verdad quisiera experimentar la mínima sensación de ese sentimiento.




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