Descubriendo a Marte

Capítulo nueve

 

Jota me llamó ayer en la noche para pedirme disculpas, obviamente que yo también las pedí.

Sin embargo, en realidad no siento que las mías hayan sido muy sinceras. Una parte de mí se sintió obligada a hacerlo. ¿Tenía que pedirlas por sentirme bien con mis amigas? Aunque la falta fue porque no cumplí con el compromiso de ir a comer con su mamá, y nadie merece que lo dejen plantado. Así que en cuanto a eso, sí hubo un poco de sinceridad en mis disculpas.

Pero la verdad es que estoy disfrutando más pasando tiempo con mis amigas que con Jota. Me siento un poco mal cuando él me dice que se comportó así porque tiene miedo de que nos alejemos en nuestro último año escolar. No quiere perderme.

Le prometí que no sería así, pero nunca antes una promesa me había dado un poco de miedo.

Ahora estoy corriendo por los pasillos porque llego un poco tarde al selectivo de ciencias. Llego justo antes de que la profesora cierre la puerta.

- Lo siento.- le susurro a la profesora, quien me responde con una sonrisa y me señala mi asiento.

Paula está sentada mirándome, pero decido no mirarla y me siento rápidamente.

- Bien, alumnos, estas semanas hemos estado viendo mucha teoría, así que es hora de poner a prueba la ciencia - dice la profesora, demasiado entusiasmada. Parece dar saltitos cada vez que menciona la palabra "Ciencia".- Así que hagan grupos de dos.

Somos cinco personas en el aula.

Los cinco nos miramos. Las dos personas de adelante corren a sentarse juntas, así que solo quedamos Paula, un chico llamado Daniel y yo.

- Bueno... - dice Daniel mientras se acerca a mi asiento. - ¿Es obvio, no? - nos dice mientras nos mira a ambas.

- Supongo - dice Paula mientras también se acerca a mi mesa y se sienta al lado de Daniel. Nos sentamos los tres juntos, quedando él en el medio.

- ¡Perfecto! - exclama la profesora. - Necesito que se familiaricen con algunos químicos, así que haremos un pequeño experimento. - Hace una pausa dramática. - ¡Espuma espacial!

- ¡Sí! -  grito y luego me arrepiento, ya que Daniel me mira con horror y Paula suelta una risita.

- Pensé que estábamos en último año, no en kínder.- Menciona Daniel.

- Bueno jovencito, si tiene tantos conocimientos con los químicos podríamos abrir un laboratorio como Walter White.

- ¡Eso me gustaría!

- Pues si empieza con este experimento, se sentirá como en Breaking Bad.

- Hagámoslo.- nos miramos Paula y yo ante la patética y fácil persuasión de nuestro compañero.

Batallamos un rato con el proceso, pero el experimento no está resultando como lo imaginaba, ya que como era de esperarse, Paula se apodera de dirigirlo y no quiere escucharnos a Daniel ni a mí.

- Te estoy diciendo que no eches tanto peróxido de hidrógeno.- grita Paula.

- Estoy usando el medidor con la medida exacta, no echo de más

- Estoy viendo que te has pasado de la medida exacta.

- No es así, está perfecta.- Ya no quiero escucharla más y opto por vaciar la cantidad que dice en las instrucciones.

- Pásame la levadura.- Le dice Paula a Daniel.

- Dámela a mí, yo estoy colocando los ingredientes.- le pido a Daniel.

- Pero yo lo haré mejor.- Daniel nos mira y decide echar la levadura. Veo como la cara de Paula enrojece, y la escucho gruñir, pero la ignoro.

Ahora debemos colocar el colorante, y quiero hacerlo yo, como veníamos haciéndolo desde un principio, pero veo cómo Paula tiene los ojos puestos en la botella de colorante.

- ¡Yo lo hago!- gritamos al unísono mientras agarramos la botella de colorante al mismo tiempo.

- ¡Basta, Marte, estás acaparando todo!-

- ¿Yo?- Me indigno dramáticamente.- Pero si eres tú la mandona, déjanos hacer algo.

- Solo quiero que salga mejor.-

- Y nosotros lo hacemos mejor que tú.-

- ¡Marte basta!- El colorante vuela y cae en nuestra mesa rebotando todo el líquido en nuestras caras. Siento un poco de colorante en la boca y el sabor es tan amargo que intento sacármelo todo lo que puedo con la manga de mi bata.

- ¿Profesora puedo hacer el trabajo solo?- Ruega Daniel.

- ¿Pero qué hicieron, chicas? - pregunta sorprendida la profesora, viéndonos manchadas de colorante púrpura. .- Salgan del salón y lávense ahora mismo. Y apenas regresen, van a limpiar todo el laboratorio.

Paula sale molesta del salón, y yo la sigo. Estamos en el baño tratando de quitarnos el tinte púrpura que tenemos en la cara y en la ropa.

- Te dije que yo lo haría, pero nunca me escuchas - dice mientras intenta lavarse las manos.

- Tú nunca escuchas, no nos dejabas hacer nada a mí y a Daniel, como siempre lo haces.

- ¿Cómo siempre? - se enfoca en limpiar sus manos y agarra cada vez más papel toalla mientras se frota fuertemente las palmas. - Como siempre nada. Sabía que no era buena idea estar cerca de ti.

«Auch» Esa es Paula... como siempre ha sido.

- ¿Perdón?- dejo de lavarme las manos y la miro. - Entonces cambia de selectivo y lárgate como siempre - recalco la última palabra.

- ¿Cómo siempre qué? Aprendiste la palabrita y no la soltaste más.- no me mira y sigue sacándose el colorante de sus manos.

- No hay otra palabra que lo defina Paula, "siempre" haces lo mismo.-

- Solo debiste dejarme hacer las cosas a mí.-

- Ah, bueno, esquivemos la pregunta.-

- ¿A qué te refieres? Te estoy respondiendo, no estoy esquivando nada.- Tanto papel toalla que utiliza, hace que se termine.

- Encima mata árboles, tanto pap-

- ¡Eres una pesada! ¡Dios! ¡Ya cállate!- da un grito que me hace dar un pequeño salto.

- ¿Pero qué te pasa? ¡Histérica!-

Paula detiene sus gritos por un segundo para mirarme y luego vuelve a gritar.

«Lo que me faltaba»




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