Descubriendo a Marte

Capítulo diez || Parte I

 

Ayer fue un día demasiado caótico para mí, y mi cerebro se relajó tanto que me quedé dormida. Ahora, estoy a solo cinco segundos de llegar tarde a la clase de literatura. Logro pasar por la puerta justo en el momento en que el profesor está por cerrarla.

Marjorie me hace una señal para que me siente al costado de ella y de Majo. Comparto esta clase con Jota y Samuel, quienes están sentados delante de mí, así que estamos todos juntos.

- Ojalá hayan podido leer el libro esta vez, porque si veo otro resumen de alguna adaptación cinematográfica, les juro que... - Ben Brown interrumpe y entra a hurtadillas como si nadie lo estuviera viendo.

El profesor solo lo mira, pero como siempre, no quiere lidiar con él y lo deja pasar como si nada. Prácticamente, tiene pase libre para hacer lo que quiera en sus clases.

- Dios, ¿Por qué no lo botan del colegio de una vez? No entiendo ni cómo pasa las materias. - Marjorie hace un sonido de irritación y Ben le sonríe con descaro.

No sé si es paranoia o qué, pero siento a Samuel un poco incómodo con la presencia de Ben. Y supongo que eso no es raro después del encuentro que tuvimos los tres, Samuel intentó ser el héroe y casi salimos con una paliza los dos.

Y creo que de una u otra manera situaciones como estas pueden afectar a cualquiera. Al menos a mí no me gusta convivir con un bully.

La clase transcurre muy rápido gracias a Marjorie y a Majo. Ellas hacen que el tiempo sea más ameno para mí. Ponen en aprietos al profesor, ya que realmente son muy inteligentes y saben más que él. Y el profesor no tiene manera de responder muchas de sus preguntas, lo que me divierte.

La siguiente clase que me toca ahora es con Paula.

Me siento nerviosa. Anoche no pude escribirle ningún mensaje porque realmente no sabía qué decir y esperaba a que ella lo hiciera, cosa que no pasó. Así que estoy en desventaja total porque no sé qué esperar.

Otra vez llego tarde a clase, entro y no está. Me parece raro porque Paula es muy puntual y siempre es la primera en ingresar al aula.

La campana suena y sigue sin aparecer. El profesor finalmente cierra la puerta y empieza la clase con normalidad.

«¿Estará enferma?» Me cuestiono un par de minutos si debería mandarle un mensaje o no, pero de pronto alguien toca la puerta. El profesor hace una mueca.

-Ya entra, solo por esta vez.- Hace una señal para que la persona pueda ingresar. Es Paula.

-Gracias.- responde con la cabeza gacha.

Hoy ella viste diferente. Siempre usa faldas y abrigos de cuadros elegantes con bufandas ostentosas, pero hoy solo lleva un jean y una sudadera, y en toda mi vida jamás la había visto usar una.

Hay un asiento vacío junto a mí y otro en la primera fila.

Paula ve el asiento vacío junto a mí y después me mira. Rápidamente decide sentarse en la primera fila. «¿Pero por qué?». Me desconcierta un poco su actitud, ¿por qué no quiere sentarse cerca de mí?  ¿Ahora qué hice?

Recuerdo la conversación que tuve la otra vez con Samuel, cuando me dijo que en cualquier momento Paula volvería a hacerme lo mismo. ¿Otra vez me sacará de su vida sin decirme nada?

La clase continúa y no puedo concentrarme, solo observo la espalda de Paula durante dos horas. Nunca se voltea hacia mí ni dice nada en clase, hoy no es ella misma.

Suena la campana y la clase termina. Paula sale corriendo y desaparece de mi vista. Intento seguirla, pero la pierdo entre la multitud de estudiantes que salen de sus respectivas clases.

No sé qué está pasando, no sé si debo darle su espacio y esperar a que se le pase o confrontarla y preguntarle qué está sucediendo.

Debería ser más madura y optar por la segunda opción, pero una parte de mí siente miedo por la respuesta y prefiere esperar.

Me dirijo a mi casillero y en el camino, por una de las ventanas de las escaleras, veo a Jota en el patio con unos chicos, montando y fumando. Jota hace algunos trucos con su skate, pero alguien lo detiene y le ofrece un cigarrillo.

Están en una esquina del patio, supongo que no están a la vista de ningún profesor, aunque yo los puedo ver.

Veo cómo Jota acepta el cigarrillo y comienza a fumarlo. Me sorprende la familiaridad con la que lo hace.

Sé que no tengo derecho a decir nada después de lo que me fumé ayer, pero me sorprende que él no me lo haya contado.

Hasta donde sé, él es anti drogas y anti sustancias que puedan arruinar su voz, ya que su proyecto musical es muy importante para él. ¿Cuándo ha cambiado todo eso?

Decido acercarme a él, aunque no sé bien por qué. Pero una parte de mí quiere corroborar en persona lo que estoy viendo. Alguien no puede cambiar de un día para otro.

Camino hacia donde estaba él, me ve desde lejos y se acerca montando hacia mí con una sonrisa, ni siquiera tiene una gota de nerviosismo.

Me da un beso corto «Sip, cigarro»

-¿Fumas? - suelto sin anestesia, es ahora o nunca, huele y sabe a cigarrillos.

Jota me pone una mueca y entrecierra los ojos como si no entendiera qué pasa.

-Jota te vi...-  trato de sonar calmada, no quiero que piense que lo estoy increpando o algo así.- No tienes por qué ocultarlo.

Ahora, si lo noto un poco nervioso. Me mira, baja la cabeza y luego vuelve a mirarme.

- Sí, hace poco.- Mira a sus compañeros.

-¿Y por qué no me contaste? No te iba a juzgar si solo era simple curiosidad.

Se ríe, y siento que es una risa un poco burlona.

-Porque desde hace semanas no hemos tenido tiempo para nosotros y hablar. Apenas lo hacemos por las noches solo para decirnos "descansa".

- Pero nos vemos aquí siempre.

- Marte ahora "siempre" paras con tus amigas, y no te estoy sacando en cara nada porque lo entiendo, pero nunca podemos hablar de nada en concreto.




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