Descubriendo a Marte

Capítulo diez || Parte II

 

Me siento más tranquila porque Majo me está acompañando hasta la puerta de mi salón. Ella me ha dicho que podría colarse en estas clases, pero le he dicho que no es necesario. Esta es la única clase en la que estoy completamente sola. No hay Paulas ni Jotas, solo aritmética y yo.

«Bueno, tampoco es un consuelo»

Estoy logrando tolerar con normalidad la clase. El profesor nos ha dejado algunos ejercicios, los cuales, sorprendentemente, he logrado terminar en tiempo récord.

«Gracias a que Paula me había ayudado la vez pasada en la biblioteca»

La clase continúa y no tengo nada más que hacer, así que decido buscar información sobre lo que acaba de pasarme en el baño hace un rato. Ya es hora de que me informe sobre el tema. Saco mi celular, entro en Google y busco "Ataque de pánico, síntomas". Lo primero que me sale es esto:"

"Latido fuerte o rápido del corazón, sudor excesivo, escalofríos, temblores, problemas respiratorios, debilidad o mareos, hormigueo o entumecimiento de las manos, dolor en el pecho, dolor de estómago y náuseas."

No es paranoia, prácticamente todo lo que estoy sintiendo está ahí. Estoy experimentando ataques de pánico. Me pongo un poco nerviosa porque no sé qué tan perjudicial podría ser todo esto a largo plazo.«¿Podría morir?»

Hoy estoy decidida a contarle todo esto a mi mamá, ya que definitivamente es algo con lo que no puedo lidiar sola. Ya me ha pasado dos veces, y aunque he tenido suerte de tener dos personas cerca, el universo no siempre es amable, así que no me imagino qué podría pasar en una tercera ocasión.

Bloqueo rápidamente la pantalla del celular porque todo esto me está poniendo un poco nerviosa, aunque creo que lo que realmente siento es miedo.

Me quedo viendo el reloj que está en la pared del salón. «Maldita sea, no avanza nada.»

Ya no sé qué más hacer ni en qué pensar. No puedo detener mi cabeza y... Paula otra vez aparece.

Es estresante no poder controlar esto, quiero tener un descanso. Pero mi mente está decidida a seguir pensando en ella.

«¿Todo esto será porque fumamos ayer? Tal vez no le gustó y estaba enojada por eso.»

Al final, es cierto que las drogas solo traen problemas, y después de la experiencia vivida no creo que valga la pena volver a pasar por todo esto otra vez. Realmente no es algo que me haya enganchado ni muera por volver a hacer, es más, no nunca quiero volver a hacerlo. Fue mi primera vez y ya me traía dramas, así que no voy a buscar más. De por sí, mi vida sin estupefacientes ya es demasiado complicada.

Suena la campana que marca el fin del día y salgo rápidamente hacia la zona de bicicletas. Toda esta situación me ha dejado agotada, así que estoy decidida a terminarlo de una vez.

Estoy decidida a tener esa conversación con Paula.

Pero cuando llego a la zona de bicicletas, la suya ya no está, se fue. No me queda otra opción que ir hacia su casa.

El camino me produce hincones en el estómago. Hace años que no recorría esta ruta, la evité durante mucho tiempo. Cada calle, cada camino me recuerda a ella. Conozco cada árbol y cada bache sin arreglar.

Mi corazón late más fuerte a medida que me acerco a su casa. La nostalgia y el dolor se apoderan de mí por no haber vuelto por estas calles nunca más.

Me bajo de la bicicleta y la dejo en la entrada, donde solía dejarla cuando tenía diez años. Camino hacia la puerta y toco el timbre.

Parece haber movimiento dentro de la casa.

- Dile que no estoy.- Dice Paula en voz no tan baja, puedo escucharla.

- ¿Pero por qué? ¿Qué pasó?- Es la voz de su mamá.

- No estoy.

- Yo creo que nos está escuchando ahora mismo.

Escucho cómo alguien sube las escaleras rápidamente y la puerta se abre. Retrocedo sorprendida, casi estaba pegada a la puerta.

- Ay, Marte.- Su mamá sale a recibirme. Me mira con mucho cariño.- hace tiempo no tocabas mi puerta.

Solo sonrío y nos quedamos paradas, sé lo que me va a decir.

- No está.- dice algo avergonzada por mentirme.

- Entiendo.- hago una mueca y me despido con la mano.

- Inténtalo mañana, por favor.- se ve muy ilusionada y no entiendo por qué.- Inténtalo.- señala con su dedo hacia arriba y cierra la puerta con gentileza.

«Acaso quiere que...»

Me dirijo hacia la cerca de su entrada y miro hacia el cuarto de Paula, está en el segundo piso.

Mi mente comienza a divagar, ¿realmente vivimos en un barrio seguro? ¿O somos afortunados de que nada haya sucedido? Todo esto viene a mi mente porque realmente es muy fácil treparme en el árbol. Todas las casas tienen árboles que parecen escaleras tentadoras para los ladrones. Paula tiene un árbol frente a su cuarto, al igual que yo. «¿Destino? O ¿pésima infraestructura?»

La distancia sigue siendo lejana, así que opto por pisar en la cerca que tiene al costado e impulsarme hacia el marco de su ventana.

Lo que me cuesta hacer ese movimiento. «Bueno, no fue tan fácil como pensé». Le tenía mucha fe a mi, cero, fuerza en los brazos.

Comienzo a golpear su ventana con mis últimas fuerzas porque estaba en una posición suicida.

-¡Pero qué estupidez más grande la que estás haciendo!- me regaña.

- Me caigo, me caigo, me voy a morir.- Exagero dramáticamente y Paula me sostiene de mi sudadera y me jala hacia ella. Ambas caemos de rodillas.

Paula me ayuda a levantarme y me limpia las ramitas que se habían quedado en mi ropa. Luego se aleja rápidamente de mí, como si me repudiara.

«¡Estoy harta! ¿Por qué se comporta así?»

-¿Por qué viniste? - me dice sin mirarme.

- Porque no voy a esperar seis años más para sentirme mal, porque no quieres hablar conmigo.

- No debimos fumar ayer. ¡Las drogas son malas!




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