Descubriendo a Marte

Capítulo dieciséis

 

Solo quiero que mi cama pueda tragarme y me transporte a otro mundo que no sea este.

Estoy oficialmente soltera después de haber sido  doblemente infiel. Aunque, por ahora, he omitido la parte de que fue doble. He pensado en todas las posibilidades de cómo contarle a Jota sobre Paula, y cada una de ellas es agregar un drama más. Pero ya estoy metida en esto y lo mejor es decir todo de una vez. Dos golpes de un tirón son mejores que esperar a que se recupere para luego tirarle otro. La analogía suena terrible, pero no quiero pasar por esto otra vez.«Entonces ya no vuelvas a ser infiel de nuevo.»

Ha pasado una semana desde que Jota rompió conmigo y aún no le he contado a mi madre. Ella pregunta por él, pero la veo tan cansada que no quiero que se preocupe más por mí. Tengo que fingir que todo está bien, lo cual es muy agotador.

Salir de la cama es una de las cosas más difíciles de hacer. Mi cuerpo pesa tanto que prácticamente tengo que arrastrarme. Lo único que me motiva a seguir adelante es estudiar para poder obtener esa bendita beca.

He encontrado una manera de distraerme haciendo rutinas mecánicas. Al menos, eso me ayuda a despejar la mente. Me despierto, como siempre, me baño, me visto y cuido de Olmo.

Dicen que los perros se parecen a sus dueños, pero me preocupa que Olmo tampoco quiera salir de su cama últimamente. También dicen que es la vejez, pero siento que mi perro está pasando por lo mismo que yo. Algunas mañanas, prácticamente tengo que obligarlo a levantarse y, cuando no quiere, lo soborno con su comida favorita. No quiero que mi perro se sienta como yo, así que intentaré cambiar mi estado de ánimo solo por él. Olmo merece rodearse de personas que estén bien y lo cuiden. Él ha estado conmigo estos días sin juzgarme. Él no espera nada de mí, solo amor, y se lo daré.

Llego temprano al colegio. Estos días, Marjorie y Majo están siendo muy comprensivas conmigo, ya que mi humor es terrible y ni yo misma me aguanto, pero ellas están para mí sin pedir nada a cambio.

Estoy en mi casillero sacando mis libros para la siguiente clase, pero un post-it pegado en el fondo llama mi atención: 25 de agosto.

-¿Hoy es veinticinco?-

-Sí, ¿qué pasa el veinticinco?- pregunta Majo.- Eh... Marte, ¿estás bien?

-Es el cumpleaños de Jota.- Con todo lo que ha pasado, se me había olvidado por completo, ni siquiera tengo un regalo. Todos los años me preparaba un mes antes, pero esta vez lo he olvidado.

-Mira el lado bueno- empieza Marjorie- te has ahorrado dinero este año en comprar un regalo.

Me siento mal porque no sé qué hacer. Hasta eso lo he arruinado. Jota es de las personas que aman con locura su cumpleaños. «¿Le deseo un feliz cumpleaños?» ¿Qué rayos se hacían en estos casos? No quiero que me odie más porque me había olvidado de su cumpleaños. Sé que él me acaba de romper el corazón, pero aún me importa.

Caminamos hacia la cafetería mientras trato de resolver rápidamente este dilema cumpleañero.

-Hola - Dice Paula tímidamente.- ¿Cómo estás hoy?

-Mejor - no es cierto, pero intento esbozar una sonrisa.

-Toma, te traje esto.- me entrega una leche de banana coreana, mi favorita, pero difícil de conseguir por mi casa. - Ayer mi mamá me llevó de compras al barrio chino y bueno recordé que te gustaban estas cosas. Así que te traje esto. No sé si te siga gustando, si no quieres me puedes decir y tal vez-

-¡No!- No esa mi intención gritar, pero no pude evitarlo.-  está perfecto, me encanta. Antes lo compraba por cantidad, pero no voy hace meses por allá. Pero en serio, gracias.

Paula ha sido muy amable estos días conmigo y ya estoy agotada de pelear y de alejar a las personas. Así que intento fingir que todo está normal, como lo venía haciendo.

Agarramos las bandejas con nuestras comidas y nos dirigimos a nuestra mesa.

De lejos puedo ver a Jota sentado en una mesa con algunos de sus amigos de la otra vez. Lo están felicitando por su cumpleaños. Mi batalla interna comienza sobre si debería ir o no a desearle un feliz cumpleaños. Me da vergüenza acercarme a él. Jota ha hecho todo lo posible para evitarme todos estos días y prácticamente es la primera vez que lo veo desde que pasó todo el drama. Así que esta es mi única oportunidad, ¿qué debo hacer? «Mándale un mensaje de texto.»

Pero obviamente jamás le hago caso a mi cerebro y mi cuerpo actúa sin mi permiso, y me encuentro caminando hacia la mesa de Jota.

-¿Marte qué haces?- dice Majo, pero solo atino a levantar mis hombros como señal de que no sé lo que estoy haciendo.

Las piernas me tiemblan, ya me estoy arrepintiendo y quiero dar media vuelta, pero los ojos de Jota se encuentran con los míos. Ya no puedo huir, estoy atrapada.

-Hola...- rápidamente aparta su mirada de la mía y continúa hablando con sus amigos.

Samuel está a su costado y me saluda con la mano. Intento regresarle el saludo, pero tengo la bandeja entre mis manos y estoy muy nerviosa como para ser un humano funcional.

- Jota...- él está ignorándome.- Solo quería desearte un feliz cumpleaños.- es desesperante ver cómo sus amigos guardan silencio esperando que él me responda.- Bueno, feliz cumpleaños.

-Vamos, hermano, solo di gracias.- dice Samuel un poco molesto.

Pero él solo agarra su celular y me ignora con mucho más descaro, las ganas de llorar comienzan a invadirme, así que solo me doy la vuelta para no darles, a él y sus amigos, algo de que burlarse, ya que esto está siendo demasiado humillante.

-Aparte de estúpido, mal educado.- No sé de donde sale Paula, pero está al lado de Jota, apoyando su mano en la mesa.- encima que te desea un feliz cumpleaños no puedes decir gracias. Lo cortés no quita lo valiente.

La situación me pone muy incómoda, y mi cuerpo está paralizado como para poder sacar a Paula de aquí. El llanto está en mi garganta a punto de explotar. Miro a mi alrededor para ver si había llamado la atención de alguien y efectivamente así es. La mitad de la cafetería cotillea y sus miradas están puestas en nosotros.




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