Descubriendo a Marte

Capítulo veintidós

Tan solo han pasado dos días desde que Paula me dejó y ella no hace el mínimo esfuerzo por alejarse de mí. Me está sacando de quicio. ¿Qué es lo que quiere de mí? ¿No me dijo que olvidara todo lo nuestro? A pesar de eso, no deja de saludarme. Se acerca a mí en cualquier momento que las clases lo permiten, y ni qué decir cuando es hora del receso en la cafetería, incluso me regala una cajita de leche de banana.

Marjorie dice que solo está intentando ser mi amiga, pero solo han pasado dos días. Al menos necesito semanas para considerar si la quiero como amiga. Ahora lo único que necesito es espacio.

Por otra parte, también estaba Jota. Estos dos días ha venido a recogerme a clases para irnos en bici juntos. No había dicho ni insinuado nada sobre nuestra relación. Lo único bueno es que con Jota sí quiero intentar volver a ser amigos. Volvieron sus chistes y sus bromas, y de una y otra forma, eso me hace sentir mucho mejor. Además, porque veo a Samuel feliz y disfrutando todo esto. Estamos volviendo a ser los tres juntos de nuevo.

Hoy tengo clases con todos mis amigos y Paula, y eso me pone un poco nerviosa porque no quiero distraerme. Solo quiero estar enfocada en la materia.

Samuel me espera en mi casillero para irnos juntos a clases. Se ve tan bien, y no solo porque la hinchazón de su cara había bajado bastante, sino también por su esencia. Su vibra es más relajada, y puedo asegurar que la felicidad que transmite es muy sincera.

La noche anterior, le conté todo lo que paso con Paula por teléfono, y Samuel me brindó su apoyo. Me siento tan bien de tenerlo y de que todo esté volviendo a ser como antes, aunque noto un cambio de madurez entre los dos. No habló mal de Paula, solo me dijo que debía esperar a que todo se calme y que ahora pensara en mí y en lo que me hace bien.

Entramos al salón y me senté al costado de Marjorie y Majo. Samuel se sienta delante de nosotras y le guarda, como siempre, un asiento a Jota. Paula entra al salón y se sienta delante de Marjorie, lo raro es que ella siempre se sienta en la primera fila para poder discutir mejor con el profesor. Pero ahora, seguramente para seguir jugando con mi paciencia, se sienta con nosotros. Marjorie prácticamente lee mi mente y solo le sonríe a Paula, para luego voltearme a ver con una sonrisa un poco aterradora. Está fingiendo para evitar dramas.

Apenas suena el timbre, Jota entra justo a tiempo. Todos estamos juntos, y la carpeta de Ben se encuentra vacía. Eso me hace sentir un poco extraña. No siento paz del todo, sino una especie de alivio con una presión en el estómago. No me siento del todo cómoda. Sé que Ben hizo cosas malas, pero me da miedo que la escuela no lo ayude de verdad y lo deje en el abandono. A pesar de todo, espero que Ben pueda cambiar y ser una mejor persona. No le deseo lo peor.

Intento prestar atención al profesor, pero recibo un mensaje de texto.

Mamá:

Marte, estoy afuera del colegio. Es sobre Olmo, 

tenemos que ir a la veterinaria ahora mismo.

¿Sobre olmo? Mamá había llevado a Olmo al veterinario y nos habían dicho que se quedaría un par de días en observación, pero que no había nada de qué preocuparse. ¿Por qué me estaban sacando del colegio? 

Sin pedir permiso, recojo mis cosas y salgo del salón. Ya en el pasillo Marjorie y Majo me siguen.

-¿Qué pasa, Marte? .- grita Marjorie.

Siento una presión en mi garganta y sé que debo tranquilizarme y pensar positivamente, pero no puedo. Corro hacia la salida y veo el auto de mamá estacionado. Abro la puerta y me subo.

-Lo siento tanto, hija.- Mamá tiene los ojos rojos e hinchados, lo que indica que había estado llorando por un tiempo.

-No entiendo.

-Espérenos.- Marjorie y Majo corren hacia el auto y se suben por detrás.

-¿Qué sucede?

Miro fijamente a mamá, sé que Olmo podría estar un poco mal, pero no tan mal. Antes de llevarlo a la veterinaria, durmió conmigo y jugamos juntos por la mañana. De hecho, incluso lo vi un poco mejor.

-Mamá.- Insisto, necesito respuestas más directas.

-Tengo que manejar, te explicaré todo allá. Ahora necesitamos llegar.- dice mamá, arrancando el auto y dirigiéndonos a la veterinaria.

¿Acaso todo este tiempo fui tan egoísta que no me di cuenta de que Olmo estaba más grave de lo que parecía? Debí ser más responsable y llevarlo a más chequeos, no debí suponer nada, maldita sea, apenas noté ese agotamiento debí llevarlo, pero solo me importaban mis problemas. Solo me interesaban las cosas que me pasaban a mí, pero no lo que pasaba a mi alrededor. Olmo ha sido mi compañero todo este tiempo, el único que me ha visto en mis peores momentos, sin juzgarme ni criticarme. Él solo está ahí... haciéndome compañía sin pedirme nada a cambio. Olmo fue mi único amigo cuando no tenía a nadie.

Sola... siempre me quejé de que sentía una soledad cuando todo este tiempo tenía a alguien a mi lado, pero mi egoísmo solo me hacía pensar en mí y no darme cuenta de quienes estaban a mi alrededor cuidándome.

«Maldita sea» Sé que todo el mundo lo dice, pero realmente Olmo es el mejor perro que pueda existir. Todos los días, a todas horas, lo único que hace es levantarme el brazo para que lo abrace. Llora cuando le digo que es un tonto, o que se vaya, llora porque me entiende... llora porque quiere estar conmigo. Olmo fue un perro de la calle por ocho meses, y no sé si eso tenga algo que ver, pero jamás fue un perro malcriado ni agresivo. Siento que Olmo se obliga a ser un buen perro como agradecimiento de que lo hayamos rescatado. Siempre he sentido eso, siempre he sentido que me agradece por amarlo, cuando soy yo quien debería agradecerle. Cuando murió papá fue la primera vez en que se me atravesó por la mente desaparecer para siempre, pero el hecho de que Olmo dependiera de mí me hizo replantear toda mi vida, él necesitaba de mí y yo debía estar aquí para él. Tener una rutina y saber que de ti depende la vida de un ser vivo me hizo poder levantarme de un luto que me estaba matando por dentro.




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