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Como si se tratara de los búhos de Harry Potter, las cartas comenzaron a llegar una tras otra al buzón de mi casa. Había postulado a diez universidades para tener más opciones y había estado en varias listas de espera, pero por fin me habían dado una respuesta. Había entrado oficialmente a nueve de ellas. No puedo negarlo ni tampoco invalidaré el sentimiento de euforia que me dio al saber que mi esfuerzo había valido la pena. Estaba feliz y quería disfrutarlo.
Me llegó una carta número diez, pero con mis amigos decidimos abrir las cartas de nuestras primeras opciones cuando todos las hayan recibido. Hoy había llegado la de Marjorie, así que habíamos quedado en tener todos una videollamada. Mamá estaba en casa conmigo y Tarantina, dándome el apoyo a cualquier cosa que pasara hoy.
-Mis pensamientos están siendo negativos para así no esperar nada.
-No deberían ser negativos. Ya tienes varias opciones. Lograste entrar a nueve de diez. Si esta no se da, no importa. Intentaremos después si hay otras posibilidades, pero ya ten por ganada esta batalla. Lo lograste.
Tarantina empezó a rasguñarme para que la cargara. Ella era cachorrita y estaba siendo muy consentida, y quería que la cargaran todo el tiempo. Pero acepté hacerlo ya que últimamente era como si me alimentara de su energía. Siempre me sentía bien después de cargarla, así que de una y otra manera se lo tenía que agradecer.
-Lo sé, pero igual no quiero esperar nada. Eso ayuda contra mi ansiedad. Si el resultado es positivo, lo disfrutaré, pero por ahora no espero nada.
-Con el tiempo eso cambiará. La confianza es parte de todo este proceso. Tú ya ganaste y con eso me quedo yo.
-Gracias, mamá. Eres buena mamá. Siempre sabes qué decir.
-Nunca sé qué decir, pero siempre pienso en ti antes de decir las cosas.
-Bueno, algunos lo llamarían empatía, pero creo que es algo más y tiene que ver porque eres mamá.
-Entiendo lo que dices. También lo sentía con mi mamá. Y me siento bien que puedo causarte el mismo sentimiento que ella me hacía sentir.
Descubrí que no necesito un lugar para hacerlo mi lugar seguro. Descubrí que algunos momentos se podrían convertir en eso, y este momento estaba siendo mi lugar seguro.
-Te amo, mamá.
-También te amo, Marte.
Tarantina ladró. Sus ladridos aún eran de bebés, y eso llenó de ternura mi sala.
-También te amamos, Tarantina.
Agarré mi laptop y la llevé hacia la mesa de la cocina.
-No puedo, chicos - escucho la voz de Marjorie apenas abro Zoom.
- Sí, puedes. Tengo esta carta desde hace dos semanas y no la abrí solo por ti. Así que hagámoslo de una vez.- Le responde Majo
- No estoy nerviosa. Rafa López entró en la misma que yo quiero y soy mejor que él.- dice Paula con arrogancia. Pero, de hecho, era cierto: Rafa era el segundo puesto en la promoción, mientras que ella ocupaba oficialmente el primer puesto.
- Para ser honesto, a estas alturas me conformo con haber entrado en la estatal. Es un gran logro, y para mi año de mierda, estoy contento. Me da igual si no entro en la escuela de música.- dice Samuel.
- Pero, ¿qué les pasa? Cero emoción en sus vidas. ¿Para esto nos hicieron esperar semanas? Pensé que esta experiencia sería divertida, pero todos tienen ganas de matarse.- dice Jota, quien se había tomado esto muy personal y estaba un poco enojado. No lo culpo, porque yo también había esperado con mucho entusiasmo este momento.
- Jota tiene razón. Eran nuestras primeras opciones, así que mantengamos la misma energía que tuvimos al postular.-
- Bueno, esa energía se consumió hace meses.-
- Pero, bro, solo por esta vez, al menos sientan algo de emoción.-
-Bueno, basta y ábranlas de una vez -digo mientras casi destruyo el sobre. Estaba desesperada y ya no tenía paciencia para seguir escuchando sus miserias.
-¡NO PUEDO!
-¡Sí, puedes!
-Voy a romper esta cosa.
-No encuentro mi carta, ¿dónde la puse?
-¡Maldita sea!
Logro sacar por completo mi carta, pero apenas leo mi nombre me detengo. Mi corazón comienza a latir, ya sé lo que está por suceder, así que comienzo a respirar y a contar hasta diez.
«Tú ya eres una ganadora» Comienzo a repetirlo en mi cabeza hasta lograr regresar a la normalidad mi corazón. Funciona.
-Alumna María Paula Raines-
-¿Cómo que te llamas María?
-Obvio que se llama María. Por eso la unimos a nuestro grupo de las Triple M. Ahora somos cuatro, pero como no sabía pronunciar Cuádruple, lo dejamos en las 4M, más buenas, más duras, mas-
-Ay, ya cállense, no me dejan terminar de leer, ya me puse nerviosa.
-¿Once años estudiando con ella y recién te enteras de que se llama María?
-Pueden leer sus cartas, por favor.
Por fin, todos lograron concentrarse y se enfocaron en leerlas, pero no pude identificar las caras que estaban poniendo en estos momentos. Todos parecían horrorizados.
Intento volver a la calma para poder continuar leyendo; las manos me temblaban.
-¡Me aceptaron!
-¿Qué?
¿Quién habló?
-A mí también me aceptaron.
-Maldita sea, no. Espera, sí, no, espera. Es un no.
-Lee bien…
-Es que no entiendo si entré.
-¡Me aceptaron!
-No me aceptaron.
-La cagué.
Todos hablaban a la vez y comencé a marearme, así que decidí, de una vez, leer por completo la mía.
“Estimada alumna Marte Rivera Rojas, tenemos el agrado de informarle que, mediante sus notas y su ensayo, es placentero decirle que fue admitida en nuestra universidad y la esperamos con los brazos abiertos este verano para que conozca en persona nuestras instalaciones…”
Me aceptaron.
Era oficial, hoy empiezo mi nueva era.
Hoy empiezo a descubrirme de nuevo. Esta vez, descubriría a Marte en la universidad.