Me he visto en la necesidad de escribir en un libro todo lo que pueda recordar, pues temo que muy fácilmente olvide lo bueno que ha sido Dios conmigo, frente al desánimo y las pruebas que enfrento a diario.
También sería demasiado egoísta de mi parte dejar estos relatos —que testifican de la fidelidad de Dios —se queden en el olvido sin terminar de cumplir su propósito de bendecir y promover la fé del pueblo de Dios.
En ocasiones llego a creer que mi vida es demasiado común e insignificante para que valga la pena contarla, sin embargo, la presencia de Dios en estas historias las hace dignas de ser escuchadas, pues SU gloria es la que cubre mi escasez y le da color y sentido a mi existencia.
Dios ha hecho tanto por mi que al contar mi testimonio terminaría hablando por horas, pues sin terminar una historia comenzaría la siguiente y no tendría cuándo parar. Por eso concluí que un libro era la mejor manera de compartir lo que Dios ha hecho conmigo, y así hablarles no de la teología vacía de un fariseo radical, sino de la Biblia que yo viví, la que cada día oro y la que se hizo, en la persona de Jesús, tan real para mí.
“Sálvame Señor” es mi oración constante, “y salva a los que me escuchan”. A tí que lees también te bendiga Dios y te llene de su paz.