Descubrimiento

4 - Alara – 2

Alara estaba apretando la mano de su novio mientras viajaban hacia Coruscant. Su misión ya no tenía relevancia para ella, solo quería sanarlo. Los demás habían estado ocupados estudiando lo que habían podido recuperar de la Joya y estaban encargándose de ella. Vitti apareció para saludarla y dejarle algo para comer.
“¿Cómo estás?” Preguntó con cuidado la twi’lek.
“Ahora entiendo porque dice lo que dice…” Dijo apenada Alara. “Nunca me había sentido así en mi vida, es como… si yo estuviera en esa cama.”
Vitti apretó sus manos con cuidado.
“Yo… me siento igual, lo único que podemos hacer es ayudarlo…” Dijo apenada.
“¿Puedes llamar a Thirin, Vatse y Artemios? Necesito preguntarles algo.” Dijo pensante Alara. “Quiero entender lo que pasó…”
“Enseguida… come algo, por favor.” Dijo con cuidado Vitti.
Alara tomó su té mirando a su novio sin soltar su mano hasta que aparecieron sus amigos.
“Me gustaría poder sentirlo…” Dijo al aire Thirin.
“Está en una especie de trance.” Respondió en voz baja Alara. “¿Ustedes sintieron algo cuando se desmayó? Yo sentí… un escalofrío a través de mi cuerpo, como si algo hubiera pasado a través de la compuerta…”
“Yo sentí… la mirada de mi viejo maestro a través de la Fuerza.” Dijo pensante Artemios.
“Yo no soy demasiado sensible, pero…” Dijo al aire Thirin.
“Yo sentí vértigo, el mismo que sientes cuando desaceleras después de correr con la Fuerza.” Dijo pensante Vatse.
“No sé qué hacer…” Dijo acongojada Alara para acariciar la frente de Shin.
“Estamos en camino a Coruscant, lo primero sería ir a un hospital.” Dijo con seriedad Thirin. “Pero creo que necesita una sanadora, la maestra de Shura debería poder ayudarlo.”
“No sé si querrá hacerlo, Thirin.” Dijo con seriedad Vatse. “Por lo pronto el hospital va a tener que bastar.”
“Nadie puede sentirlo…” Dijo apenada la maestra. “¿Cómo puede sanarlo?”
“En eso estaba pensando.” Dijo al aire Artemios. “¿Puedes compartir su… presencia?”
“Creo que sí...” Dijo apenada Alara.
“Cuando lleguemos podremos…”
Thirin fue interrumpido por Shin, que se sentó de repente a mirar hacia el frente.
“Los druidas se convirtieron en piedra…” Dijo con los ojos perdidos en la nada. “¿Por qué querrían matarla?” Agregó mirando a Alara. “Los druidas se convirtieron en piedra…”
La nariz de Shin empezó a sangrar.
“Los brujos corrompieron la ceremonia y engañaron a los druidas…” Agregó mientras se apretaba las sienes. “Se separaron de ella…”
“¡Artrisa!” Gritó preocupada Alara.
La chiss entró corriendo para ver al joven repetir su frase sobre los druidas.
“¿Qué está pasando?” Preguntó sorprendida.
“¿Tienes algo para sedarlo? Sus… sus visiones lo están lastimando.” Dijo acongojada Alara.
Artrisa se fue corriendo a la enfermería mientras el resto se asomaba pro la puerta a ver qué pasaba.
“Puedo escuchar sus gritos, los druidas se hicieron de piedra… de piedra…” Repetía Shin mientras apretaba su cabeza. “Los brujos no esperaban el resultado, su ignorancia destruyó su comunión con ella…”
Artrisa se abrió paso entre sus amigas para inyectarle el sedante a Shin, que la miró por un segundo antes de desmayarse.
“Los druidas…” Fueron sus últimas palabras.
Alara se acercó a limpiar su cara con mucho cuidado mientras se esforzaba por no llorar.
“No puedo decir que sé cómo se siente tener ese tipo de visiones…” Dijo pensante Vatse.
“Nunca lo había visto así, Alara.” Dijo pensante Artemios. “He conocido a siths con el poder de profesar y me recuerda a ellos, pero…”
“Me gustaría poder ayudarlo…” Dijo apenada la maestra.
“Yo me encargo de nuestros amigos, Alara.” Dijo pensante Thirin. “Tengo que admitir que no he revisado mi holo en un tiempo…”
“Yo estoy esperando a salir del hipervuelo…” Dijo pensante Vatse. “Shura puede haber… dicho cosas que no debía.”
“En eso estaba pensando, básicamente andaba diciendo que habías caído al lado oscuro.” Dijo pensante Thirin.
“Que digan lo que quieran…” Dijo apenada Alara. “Yo me encargo de él, avísenme cuando lleguemos.”
Alara se aferró a su novio para atraparlo entre sus piernas sin saber que podría pasar si lo perdía una vez más.

El estéril pasillo del hospital estaba separándola de su novio mientras caminaba de un lado para el otro, ya había llamado a Mirabella y sus padawans estaban camino a ella. Vitti y Mirana estaba custodiándola dentro del hospital mientras Shia y Artrisa esperaban afuera. Su holo estaba lleno de mensajes de sus amigos acusándola de caer al lado oscuro y había sumado a sus miedos el hecho de que sus amigos quieran lastimar a su novio.
“Alara…” Dijo apenada Vitti.
“Lo siento, estoy pensando, parece que soy una sith…” Dijo al aire Alara.
“No sé cómo funcionan, pero…” Dijo pensante Mirana. “En la Ciudadela sus contrincantes solían llamarlo jedi.”
Alara sonrió divertida.
“Tenía razón, nos encanta apuntar con el dedo y decirte lo que eres.” Dijo mientras miraba a Vitti. “Gracias por ayudarme…”
“Para eso son las amigas.” Dijo sonriente Vitti. “Además…”
“Estamos preocupadas por Shin…” Dijo pensante Mirana. “Lo he visto lastimado, pero… ¿Recuerdas cuando peleó con Indo?”
Vitti la miró con tristeza.
“Todavía no sé cómo sobrevivió a sus heridas… Los doctores estaban… sorprendidos cuando poco.” Pensó en voz alta.
La doctora apareció con su bata desde la entrada donde estaba la habitación de Shin.
“Maestra, su… amigo está bien, físicamente hablando.” Dijo con prestancia mientras revisaba a Alara con la mirada. “Lo único que puedo decirles que su… cerebro está en una fase de alta actividad.”
“¿Qué podemos hacer?” Preguntó con prestancia la maestra.
“Deberían ver a una sanadora, como esa togruta…” Dijo pensante la humana. “No sé cuánto podamos ayudarlo en el hospital, maestra. Esta habitación es para él…”
“Gracias por ayudarnos, Hwai.” Dijo apenada Alara. “No sabía a dónde llevarlo…”
“Aquí ayudamos a los amigos de la República, maestra.” Dijo pensante Hwai. “Supongo que es complicado.”
“¿Puedo verlo?” Preguntó apurada.
“Sí, solo está sedado. ¿Quieres que lo despierte?” Preguntó la doctora. “Solo serían unos minutos.”
“Por favor, no sé qué hacer y…” Dijo apenada Alara.
“Dame unos momentos, maestra.” Dijo pensante la doctora para marcharse.
Vitti se acercó a apretar sus manos.
“Voy a tener que confiar en mis amigos de la Orden…” Dijo pensante Alara. “Tengo miedo de que…”
“¿Lo vengan a matar?” Preguntó con seriedad Mirana. “No vamos a permitirlo, Alara.”
“Nosotros no hacemos eso, pero… tal vez quieran desconectarlo de la Fuerza.” Dijo pensante la maestra. “Ya que necesito que lo sientan para que puedan ayudarlo… Voy a practicar con Tori y Juna primero, así puedo… controlar lo que pase.”
“Eres la jefa, Alara. Nosotros no entendemos nada de la Fuerza.” Dijo pensante Vitti. “Mirana sabe un poco…”
“No sirvo para nada en este caso…” Dijo al aire Mirana mientras la doctora volvía a buscarla. “Llámanos si nos necesitas, Alara.”
Alara entró a la habitación para acariciar a su novio con mucho cariño.
“Supuse que era complicado…” Dijo pensante Hwai.
“A mis amigos de la Orden no les agrada nuestra relación…” Dijo apenada Alara. “Su nombre es Shin.”
“Es la primera vez que lo veo…” Dijo pensante Hwai. “No voy a juzgarte, Alara. Voy a esperar que despierte, por si… el dolor es demasiado para él.”
“Gracias.” Dijo apenada Alara.
Shin despertó unos minutos después para mirar a Alara con curiosidad.
“No me gusta preocuparte, preciosa.” Dijo sonriente para que Alara salte a sus brazos. “Mucho gusto…” Agregó mirando a la doctora.
Shin apretó la mano de mujer para perderse en sus ojos. Alara se percató al instante de lo que pasaba, estaba teniendo otra visión. La doctora estaba mirando el monitor que estaba detrás de él, ya que los números habían cambiado mucho. La nariz de Shin estaba sangrando.
“¿Cómo pueden vivir así?” Preguntó en voz alta Shin. “No deberías jugar con su corazón, doctora…”
Alara limpió su cara con mucho cuidado.
“¿Estás bien?” Preguntó preocupada.
“Si no lo quieres, deberías ser honesta, él te ama y el amor correspondido con mentiras puede ser…” Siguió como si nada Shin. “Mis disculpas…”
“¿Cómo sabes eso?” Preguntó sorprendida la mujer.
“Creo que… estoy pudiendo ver demasiado a través de la Fuerza.” Dijo al aire Shin. “Siento que la cabeza me va a explotar y escuchó un pitido.”
“Tu cerebro está… sobre cargado, por ponerlo en palabras, de ahí viene el sangrado.” Dijo pensante la doctora. “Necesitas una sanadora.”
“Creo que tengo una solución temporal…” Dijo sonriente Shin.
El joven cerró los ojos para liberar sus sentimientos. La doctora dio un paso hacia atrás por el susto, sus ojos brillaban en rojo.
“Ah…” Dijo relajado Shin. “¿Así se sienten esos jedis? ¿Cómo pueden vivir así?” Preguntó mirando a Alara.
“¿Qué estás haciendo?” Preguntó confundida Alara. “No es un sith…” Agregó mirando a la doctora.
“Shin Aleaus Karadin, soy uno de los Grises.” Dijo sonriente Shin. “Creo que entiendo que pasó, Alara. Esto es más complicado de lo que Meetra me ha dicho.” Agregó apretando las manos de su novia. “¿Sentiste lo que pasó por la Fuerza?”
“Sentí un escalofrío, Shin… esto es otra cosa.” Dijo apenada Alara. “No puedes…”
“Alara.” Interrumpió la doctora. “Creo que necesitan privacidad, no te preocupes por este… secreto.”
“Gracias, Hwai.” Dijo apenada Alara mientras la veía partir. “No puedes dejarme otra vez, Shin.” Agregó para apretarlo con todas sus fuerzas. “No puedo…” Terminó llorando.
“Hermosa, no quiero irme a ningún lado.” Dijo apenado Shin. “Meetra murió por el golpe que recibió de ese… eco. Sentí una… herida en la Fuerza y vi un poco de la historia de estas… aberraciones. Estuve parado entre ellos y escuché el grito de la Fuerza cuando la… mataron.”
Alara apretó sus manos para escuchar con atención.
“Estuve en una ceremonia, creo que se llaman Wat’Enon… Estaban cantándole a la Fuerza, sus druidas querían unir sus destinos al unísono de las estrellas, pero los brujos querían todo ese poder para ellos, para conquistarlos. Corrompieron la ceremonia sin pensar en las consecuencias, mataron a la Fuerza en todo el sector, desconectaron a cada uno de los seres vivos de ese planeta, cada roca, cada animal, cada planta, todo estaba muerto…” Dijo preocupado Shin. “Los druidas se hicieron de piedra, Alara, perdieron toda conexión a la Fuerza y ahí… Ahí empezó la conquista. Los Wat’Enon conquistaron las estrellas y mataron a la Fuerza en su sector… Los brujos perdieron su poder también y recurrieron a la tecnología, corrompiendo sus cuerpos y sus sangre…”
“Shin…” Dijo apenada Alara. “No me importa eso ahora, te necesito a mi lado.”
“Estoy bien, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Creo que necesito estabilizar mi conexión con la Fuerza, ese eco vino desde… lo más remoto del universo, como la luz de una galaxia en la infinidad, la Fuerza recuerda todo. Me… abrió a ella sin permiso…”
Alara solo quería sanarlo y lo apretó con toda sus Fuerzas.
“No quiero vivir sin ti, Shin…” Dijo acongojada.
“No hay nada ni nadie que pueda separarme de ti, Alara…” Dijo sonriente Shin para besar a su novia.
“No me gustan tus ojos rojos…” Dijo apenada Alara cuando sus labios se separaron.
“Lo sé, pero ahora puedo pensar con claridad.” Dijo pensante Shin. “¿Recuerdas lo que dije de la Fuerza? Sobre que el la luz y la oscuridad deberían usarse en tándem… Aquí tienes un ejemplo, cuando traigo el odio a mi ser enfoco mi voluntad y mis pensamientos. Estar así de… abierto a la Fuerza no es tan saludable como me hicieron creer.”
Alara apretó la cara de su novio.
“Están diciendo que caí al…”
“Es lo que esperaba…” Interrumpió Shin. “Yo quiero que me quieras, Alara, pero no necesitas perder a tu fa…”
“Tú eres mi familia, Shin…” Dijo apenada Alara. “¿Soy una sith por amarte?”
“Así son los fanáticos, Alara… Ambos extremos son incorrectos.” Dijo sonriente Shin mientras la apretaba con Fuerza.
Vitti y Mirana se asomaron por la puerta, la twi’lek no se pudo contener y saltó adentro para correr hacia él y abrazarlo con todas sus fuerzas.
“¿Estás bien?” Preguntó preocupada.
“No te preocupes, Vitti… Nuestra misión es importante, Alara.”
“No vamos a hacer nada hasta que recuperes.” Dijo con firmeza la jedi. “No quiero…”
Shin sonrió divertido.
“Esa sonrisa es extraña con esos ojos…” Dijo pensante Mirana.
“Tenemos que proteger la Joya, Alara, pero no podemos hacerlo nosotros solos, no tenemos la gente necesaria. Creo que la República y el Imperio deberían hacerse cargo de la situación.” Dijo pensante Shin.
“¿Crees qué es lo correcto?” Preguntó pensante la jedi.
“No, creo que debería ser un secreto, pero… tenemos que estudiar el lugar y todos vamos a tener las visiones hasta que no hagamos algo al respecto.” Dijo pensante Shin.
Una enfermera entró por la puerta y se acercó a ellos, era Mirabella.
“¿Estás bien, Alara? ¿Qué pasó?” Preguntó con prestancia la espía. “No traje a nadie porque tenía miedo de que esa mandaloriana nos encuentre.”
“Shia no va a lastimar a nadie, Mirabella.” Dijo pensante Shin. “Necesito probar algo.”
Shin pestañó para perder el brillo en sus ojos mientras ponía la mano frente a la espía. La mujer estaba confundida, pero tocó su mano. Alara sintió como Shin apretaba su mandíbula para resistir el dolor en su cabeza y separó las manos al instante. Su novio volvió a invocar su odio para respirar aliviado.
“Ah, no me dijiste que eras una de las chicas de Xania, Mirabella… Tienes la osadía de llamarme sith…” Dijo divertido Shin.
“No hagas eso, estúpido…” Dijo ofuscada Alara para darle un coscorrón a su novio. “Estás lastimándote…”
“¿Cómo sabes eso? Alara debe…”
“Lo vi en tu pasado, Mirabella… Entrenaste en Maleris y terminaste en Gorum. Tu jefe es más especial de lo que esperaba…”
“¿Cómo…?” Preguntó ofuscada la espía.
“No te preocupes, nadie va a conocer tu único secreto.” Dijo sonriente Shin mientras se dejaba caer hacia la almohada. “Preciosa, puedes explicarle todo a tu espía… Necesito una… siesta…”
Shin se durmió al instante mientras apretaba su mano. Alara estaba más preocupada que antes.



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Editado: 27.07.2023

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