Desde Cero

Capítulo I: Reiniciar

    «Realmente la amo con toda mi vida.»

     —¿Por qué no terminamos con esto? —me dijo ella mientras fumaba un cigarrillo sentada a mi lado en el parque.

    No entendí el sentido que le había dado a la frase, pues estábamos dando una vuelta por la ciudad después de mucho tiempo sin poder ir de paseo juntos, y yo la estaba pasando muy bien. Ya hacía algunos años que habíamos empezado a salir, y a pesar de que muchos me dijeron que no me emparejara con ella, yo lo hice sin oír a nadie. 

    —¿Te sientes mal o tienes algo que quieres volver a casa? —respondí ingenuamente. 

    —Eso no es a lo que me refiero. —aclaró ella mientras me miraba con ojos cansados y rostro serio—. Lo que digo es que terminemos con nuestra relación.

    Mi cuerpo se petrificó, nunca pensé que esto llegara a pasar. La persona que más yo amaba en el mundo me estaba despedazando el corazón. 

    —¡¿Pero por qué tomaste esa decisión?! —grité sin pensarlo mientras me ponía de pie de un brinco.

    —Si aún no te has dado cuenta ya no tiene sentido explicártelo —dijo irritada mientras también se paraba del banco como preparándose para irse.

    La miré y me miré a mí mismo, en mi interior, y traté de buscar desesperadamente que había hecho, el por qué de esta desgracia.  Pasaron varias razones por mi mente, pero la que más creí acertada fue la que se fijó en mi retina. 

    «Pasaste muy poco tiempo con ella, por eso se hartó de ti...» Me dijo mi yo interno una y otra vez.

    El ruido se hizo mayor al punto de que mis tímpanos se iban a reventar. Pero todo se fue cuando vino una justificación.

    «¡Yo solo trabajé muy duro para que ella fuera feliz!» Me dije a mí mismo como tratando de quitarme la culpa. Volví en mí gracias a esa excusa y alcé mi mirada con una frase en mi boca. 

    —¡Yo solamente quería...! —dije con mucha energía hasta que me di cuenta de que estaba solo. 

    Ella se había marchado. Pasé varios días deprimido y no me atrevía ni  a llamarla. Aún no me había dado por vencido, pero todavía no me siento completamente recuperado.

    —Eso fue todo lo que me pasó en esta semana doctora —dirigí mi mirada hacia la psicóloga que me estaba escuchando contar la razón de mi depresión.

    —Mmm... Creo que esto es algo complicado de decir, pero lo haré directamente. Pienso que lo único que necesitas es ir a verla por última vez y dejar las cosas claras, y si no pueden arreglar su relación, simplemente trata de olvidarte de ella y buscar algo que te mantenga ocupado —dijo la joven doctora acomodando sus espejuelos con sus finos dedos y su mirada comprensiva—. Sé que quizás pienses que no te comprendo, pero a mi pensar, es mejor que no sigas sufriendo, pues te vas a ir consumiendo poco a poco.

    —Pienso que tiene razón —le dije a la señorita y bajé mi mirada al suelo pensando un poco—. Gracias por todo doctora —le hablé una vez más mientras alzaba mi cabeza y me ponía de pie extendiendo mi mano en señal de saludo.

    —No hay de que. Puede venir cada vez que lo necesite —extendió su mano y estrechó la mía.

    Caminé hacia la puerta y salí del salón con la total intención de volver a recuperar mi relación. Pasaron algunas horas pero aún no me atrevía a ir a casa de mi novia, o por lo menos quería pensar que aún lo era. Tenía que encontrar una excusa para visitarla. No se me ocurría nada y tuve que salir a dar una vuelta para despejar mi mente. Bajé las escaleras lentamente, me acomodé la ropa y salí a caminar. La frialdad de la puesta de sol traspasaba mi abrigo, hacía temblar mi corazón. Recorrí un poco los lugares cercanos, compré algo de comer y me senté en un parque que se encontraba cerca del río que cruzaba la ciudad. 

    «Estar solo es aterrador» 
    Comencé a comer despreocupadamente lo que había comprado y que ya ni recuerdo que era, solo recuerdo que en ese momento oí una voz.

    —¡Hola viejo! —dijo alguien que se encontraba detrás de mí—. ¿Qué rayos estás haciendo aquí tu solo? 

    Yo, que no tenía intenciones de hablar con nadie giré lentamente pero cambié de opinión al ver quién me hablaba.

    —¡¿Alan, eres tú?! —me sorprendí mientras abría bien mis ojos impresionado.

    —¡Por supuesto que sí viejo amigo! —dijo él mientras que, antes que me diera cuenta, me daba un fuerte abrazo. Luego nos sentamos a conversar un poco.

    —¿Pero tú no estabas en el extranjero?
    —Sí, me había ido a trabajar, pero ya regresé para invertir aquí. ¿Y a ti cómo te va todo?

    —Bueno, no me va nada bien —apoyé mis codos en mis rodillas y mi barbilla en mis manos.

    —¿Y eso por qué? ¿Qué te ocurre? Puedes contarme lo que sea —dijo Alan mientras ponía su mano en mi espalda.
    —Está bien —Solté un pequeño suspiro—, ponte cómodo.

    Pasé la siguiente media hora contándole acerca de mi visita a la psicóloga y lo que me había recomendado, Alan levantó una sola ceja; al parecer él no pensaba igual que ella.

    —Amigo — tocó su  barbilla como si estuviera pensativo—, no tenía idea de la situación en la que estabas. Siento mucho mi falta de tacto. Pero si te diré algo, nada de esto es tu culpa, así que no te tortures cargando con la idea de que tú has acabado con tu relación. Disculpa que te diga esto pero, esa mujer es una ingrata y una malagradecida, nunca vió el esfuerzo que tú hiciste por ella, ni siquiera se dignó a conversar contigo sobre cómo se sentía ella con respecto a lo que tú estabas haciendo. No creo que alguien así se merezca que tú la ames, así que yo te aconsejo, como amigo tuyo que soy, que te olvides de ella, es más, no me quedaré de brazos cruzados, dame unos minutos que haré una llamada y ahora regreso —se levantó del asiento, sacó su celular y se alejó unos metros para hacer una llamada.

    «Que bueno es tener amigos así» 
    Alan siempre fue cercano a mí desde pequeño, y nunca ha cambiado. Impulsivo, alegre, divertido y emprendedor, se ha mantenido así desde que nos conocemos. Siempre fue como un hermano para mí, y me conforta mucho que un amigo como él trate de ayudarme y esté a mi lado. También creo que tiene razón, no tengo que andar rogándole amor a nadie, simplemente me olvidaré de ella y buscaré a alguien que me ame de verdad.

    —Listo —se acercó Alan nuevamente guardando su celular en su bolsillo—, ya hablé con tus padres y me dijeron que no había problema, saqué además el pasaje y hablé con una amiga mía para que te encuentre alojamiento. Solo queda empacar tu ropa e ir andando para el aeropuerto. Vamos a apresurarnos para llegar a tiempo —me agarró por el antebrazo y me levantó rápidamente como si me llevará a rastras.

    —¡Espera un momento! —frené en seco haciendo que Alan se sintiera sorprendido—. ¿Qué es lo que está pasando aquí? —dije con tono de confusión.

    —¡¿Cómo que "qué está pasando aquí"?! ¡Te vas para el extranjero viejo!
    —¡¿Para el extranjero?! ¿Y en qué momento yo decidí eso?

    —Si te quedas aquí no avanzaras ni económica ni mentalmente, debes empezar desde cero en un lugar distinto. No te preocupes que como te dije ya todo está listo, usé mis conexiones para esto.

    —Tienes razón, creo que necesito un cambio de ambiente. Pero ¿y el dinero del pasaje y mis cosas? —le dije preocupado.

    —Yo me ocupo de todo eso —puso su mano en mi hombro—. Si fuera por ti, no irías a ningún lugar.

    —Eso si es cierto —dije un poco avergonzado y lo traté de ocultar con una sonrisa incómoda.

    —Venga, ¿nos vamos entonces?
    —Dalo por hecho —dije mientras sonreía y empezaba a caminar.

    Creo que esto es lo mejor. Me olvidaré de ella y empezaré nuevamente pero esta vez con más cuidado. Puedo hacerlo, solo necesito luchar por ello y centrarme en lo que importa. 

    «A partir de ahora soy alguien nuevo» 
    Me convencí a mí mismo mientras caminaba a casa con Alan.

    Pasamos una hora y un poco más recogiendo lo necesario, vistiéndome y yendo al aeropuerto más cercano que se encontraba a unos kilómetros. La hora de mi vuelo llegó y ya era el momento de entrar al avión.

    —Toma —me dijo Alan mientras sacaba algo de su bolsillo—, esta es la dirección a donde tienes que ir cuando llegues a tu destino. Luego pregunta allí por Verónica y trata de verla y dile que eres amigo mío, ella sabrá que hacer después.

    —Muchas gracias por todo Alan —le dije mientras lo abrazaba.

    —No hay de que, para eso estamos los amigos. ¡Ah, y antes de que se me olvide! —Metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón, sacó su billetera y me dio una tarjeta—. Esta tarjeta está a nombre mío y tiene un poco de dinero para que inviertas en algo y comiences tu negocio.

    — ¡Pero Alan...!

    —Sin "peros", si vas a comenzar de nuevo yo te ayudaré, como hasta ahora lo he hecho —dijo mientras me daba una palmadita en la espalda.

    La segunda llamada se oyó en todo el aeropuerto y me dirigí con mi maleta de ruedas hacia la fila.

    — ¡No te olvides de enviarme un mensaje cuando llegues! —gritó Alan que estaba un poco lejos de mí.

    — ¡Eso haré! —le respondí yo enérgicamente mientras agitaba mi mano indicando mi despedida.

    Alan también agitó su mano y después de unos segundos se detuvo, dio media vuelta y desapareció de allí como si se hubiera esfumado. Yo me centré en la fila y sin darme cuenta ya estaba en la puerta de la aeronave.

    — ¡Bienvenido a bordo! —me recibió una bella aereomoza de pelo castaño y facciones finas que me recordaba a mi novia, quién tenía rasgos similares.

    «No, debes olvidarte de ella» 
    Le devolví el saludo a la señorita.
    Avancé hasta el fondo y ubiqué mi asiento. Era al lado de la ventana, tal como me gustaba. 

    «De verdad que ese Alan no es fácil, hasta me buscó el asiento en la posición que más me gusta» 

    Me acomodé en mi puesto con una ligera sonrisa.

    No tardó mucho el piloto en avisar que íbamos a despegar y mucho menos tardó en hacerlo, pero yo no oí nada de eso, solamente miraba por la ventana como si fuera lo mejor del mundo. Muchos pensamientos y recuerdos pasaron por mis ojos mientras me iba elevando en el aire. Todo fue tan rápido que no parecía real, pero solamente una frase salió de mi boca:

    —Adiós antiguo yo —dije mientras divisaba mis recuerdos en la oscuridad de la noche como si fueran estrellas—. Ya soy otra persona —Me giré un poco y cerré los ojos para descansar.

    Estaba un poco feliz por esta oportunidad que la vida me había dado a través de mi amigo, y no pensaba desperdiciarla.

    «Por cierto, ¡¿para dónde rayos se dirige este vuelo?!»

    Abrí mis ojos sobresaltado. No había preguntado mi destino y me había embarcado en este tipo de aventura. Creo que me había vuelto un poco idiota por la depresión, pero ya era demasiado tarde para arrepentirme.

    «Da igual. Mañana veré dónde amanezco.» 

    Me volví a acomodar y caí rendido ante el sueño.

    Fueron unas cuantas horas de vuelo y aunque no recuerdo la cantidad exacta sí sé que dormí más de la mitad del viaje. Cuando desperté aún estaba en el aire, y el sol con fuerte luz hacía parecer a las nubes retrasos de algodón dorado. Sin más nada que hacer me propuse averiguar para donde iba. Miré a mi alrededor y vi que el vuelo estaba repleto, todos los asientos estaban llenos, parecía que mi destino era un lugar visitado por lo que observaba. En mi inquietud por saber lo que quería me moví un poco y de repente choqué suavemente con algo, o ¿alguien?

    —Discúlpeme, no fue mi intención chocar con usted —dije mientras veía a una chica que aparentemente estaba sentada a mi lado, pero yo no la había notado. 

    Ella estaba mirando al suelo, pues al parecer se le había caído algo. Era de pelo castaño oscuro, tenía un reloj negro en su mano izquierda que parecía caro, y era pequeña de estatura, ¿o será que yo soy muy alto? Creo más que es la segunda razón.

    —No tranquilo, no pasa nada. 

    —¿Se le perdió algo?

    —Sí, se me cayó al suelo y no lo encuentro.

    —Dígame que es para ver si lo encuentro —me agaché y miré levemente mi alrededor.

    —Muchas gracias, pero no tiene que ensuciarse buscando...

    —No, fue mi culpa que se le cayera el objeto, así que déjeme ayudarle —dije mirándola a los ojos.

    Tenía unos ojos brillantes y con la forma perfecta, nunca había visto una mirada tan expresiva.

    —Está bien, si tanto insiste le diré. Lo que busco es una cajita así de este tamaño —hizo un aproximado de la medida con sus dedos—. Es de color azul oscuro y tiene una etiqueta plateada en una de sus caras.

    —Ya, a buscar pues —agaché mi cabeza y empecé a buscar con mi vista la cajita azul.

    Como la alfombra del avión era del mismo color de la caja casi no se podía saber dónde esta estaba. Pero después de unos minutos...

    — ¡Aquí está! —dije sobresaltado mientras estiraba mi mano para tomarla. Estaba en una esquina oscura en la que el color azul no se distinguía de lo demás.

    — ¡¿Ya la encontró?! —dijo un poco emocionada la señorita.

    —Sí, aquí tiene —extendí mi mano y le di la cajita.

    — ¡Muchísimas gracias! No sabe cuan valioso es esto para mí.

    —No es nada, solo quise arreglar lo ocurrido de alguna forma.

    Durante el resto del vuelo nos lo hechamos conversando esta chica y yo. Era muy agradable y risueña, disfrutaba hablar con los demás. El tiempo pasó volando, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos aterrizando. Descendimos por las escaleras y llegó el momento de tomar cada uno su camino.

    —Bueno, creo que llegó el momento de separarnos —hice una sonrisa ligera—. Fue un gusto conocerte, este...

    — ¡Hana! —dijo ella un poco emocionada— Me llamo Hana Okabayashi.

    —Pues mucho gusto en conocerte Hana. Yo soy...—hice una pausa.

    « ¿Hace cuanto no me presento a alguien? Creo que casi llego a olvidar mi nombre.»

    —Me llamo Aiden, Aiden Blackwell.

    —Pues Aiden, que te vaya bien en tu nuevo comienzo aquí en Prelania.

    —Gracias, te deseo lo mejor a ti también. Espero que nos encontremos otra vez un día de estos para conversar como hoy.

    —¡Adiós! —dijo Hana agitando su mano despidiéndose de mí y caminando hacia la salida oeste del aeropuerto arrastrando su maletín de ruedas.

    Yo le devolví el gesto y caminé hacia la salida este que era la que tenía que tomar yo pero me detuve repentinamente.

    « ¿Acaso dijo ella Prelania? No, no puede ser. Bueno ella no tiene razón para mentirme, además, según me dijo, ella es natal de aquí, y por su nombre parece ser así. Bueno, mejor sigo avanzando que se me hace tarde, después pensaré con más calma las cosas complicadas»

    Agarré con seguridad mi maleta y seguí caminando hacia la salida.

    Siempre había querido visitar distintos lugares del mundo, pero cuando estaba en la preparatoria comenzó una guerra civil conocida como "La Tercera Guerra Mundial". Participaron todas las potencias mundiales, y se llevaron a cabo muchas acciones armadas con el objetivo de lograr una nueva repartición de territorios para así controlar los recursos naturales que estaban casi agotados, pero por suerte todo duró solamente ocho meses pues ocurrió lo inesperado, un fragmento de meteoro impactó en la parte sur de China que en ese momento era controlada por el ejército japonés y se realizó un tratado para el cese de la guerra y el estudio de este fenómeno, y se aprobó con el noventa y cinco por ciento de los votos. A partir de esto se llevó a cabo el plan de repartición territorial para evitar futuras disputas. Estados Unidos absorbió completamente al continente americano, Europa se volvió un país completo, y Japón y China se convirtieron en nuevos países. Japón, con casi toda la parte sur de China se convirtió en el Estado de Prelania manteniendo como su capital a Tokyo, y China pasó a ser la Federación China, tomando parte de Rusia y Vietnam. Todo se tranquilizó después y volvió el mundo a la normalidad. De eso hace ya siete años. 

    A pesar de que la tranquilidad aparente retomó el control mundial, mis ánimos de viajar se fueron por la borda. ¡¿Y ahora me dicen que estoy en Prelania!? En otras palabras, ¡estoy en Japón, mi país favorito! ¡Qué más puedo pedir!

    Siempre me gustó el país nipón y no por el manga y los videojuegos, sino por su historia, su cultura y la forma de vida que se llevaba ahí. Si voy a empezar de cero qué mejor lugar que este.

    Mientras me alegraba por haber llegado a este lugar, miraba los carteles, los edificios y todo a mi alrededor, era estupendo. Saqué de mi bolsillo mi teléfono y paré un taxi para que me llevara a la dirección que me había dado Alan. Tardé aproximadamente una hora en llegar a mi destino, el cual era...

« ¡¿Un bar?! ¡¿Es en serio?! »
    —Está seguro que esta es la dirección que le dije —pregunté al taxista.

    —Sí, no hay duda de ello. Si quiere puede preguntar a alguien por el sitio que busca.

    —Gracias, pero creo que así estoy bien. Aquí tiene su dinero —le di el dinero del viaje y sacando mi maleta avancé un poco hacia la puerta del local.

    «Que decepción. Realmente cuando vi que Alan me había dicho que había ido a invertir allá pensé que era porque era un empresario o algo por el estilo y me convencí aún más cuando me dio la tarjeta de crédito, pero ya veo que las cosas no son lo que parecen» 

    Y entré al bar mientras pensaba en eso.
    Me puse en la barra y llamé al que parecía estar a cargo.

    «Si mal no recuerdo me dijo Alan que preguntara por... Ah sí, ya me acuerdo.»

    —Disculpe señor. Busco a Verónica. ¿La conoce por casualidad?

    El hombre quedó paralizado por unos segundos como si yo hubiera dicho alguna palabra prohibida.

    — ¿Tienes algún problema con ella muchacho? —me dijo el hombre con una expresión de pánico en su rostro mientras ponía sus manos en mis hombros— Te aconsejo que vuelvas a tu casa y evites cualquier problema con ella y su compañía porque te pueden hacer la vida una basura —Me dio la vuelta y me empujó en dirección a la salida.

    —Creo que malinterpreta algo —Frené en seco y le miré a la cara con rostro serio—. Yo necesito ver a esa persona.

    —Chico, escúchame lo que te digo, ella...

    — ¿Quién me busca Roger?—Dice una chica que bajaba las escaleras que estaban junto a la puerta.

    — ¡Señorita Verónica! —dijo sobresaltado el hombre que al parecer se llamaba Roger.

    — ¿Este joven es el que quiere verme? —dijo ella mientras me miraba de arriba a abajo con una mirada amenazante y afilada—. ¿De parte de que empresa vienes joven?

    —Lo siento, pero no sé de qué está hablando —le respondí pacíficamente—. Solo vengo aquí de parte de un amigo.

    — ¿Y quién es ese amigo, si se puede saber? —dijo una vez más con su mirada cortante y su rostro serio.

    —Vengo aquí de parte de Alan Lawson.
    El rostro de la chica cambió completamente, sus ojos se abrieron y brotó una sonrisa de sus labios.

    —Ya no tienes que decir más, ven que te he estado esperando amigo de Alan. ¡Roger, toma sus cosas y llévalas al piso de arriba!

    —¡Sí señorita!

    Me señaló la escalera y me llevó al segundo piso del local. Caminamos por un pasillo estrecho que tenía a sus lados varias puertas. Nos detuvimos en la penúltima y me invitó a pasar.

    —Siéntate donde gustes, después de todo esta será tu habitación. Seguramente has de estar agotado así que te dejaré para que descanses. Este es mi número —Me entregó un pedazo de papel con un número telefónico—, llámame si necesitas algo. Roger traerá tus cosas, así que puedes estar tranquilo. Bien, nos vemos luego —diciendo esto abrió la puerta y se fue.



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En el texto hay: misterio, romance, accion

Editado: 01.08.2023

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