Desde el hoyo en el que me encuentro

Prólogo.

...

 

Dicen que, para triunfar, hay que esforzarse al máximo y no rendirse jamás. Y la vida que anhelaba tanto era algo particular, por lo que necesitaba esforzarme más de lo que podía, y con todo el pesar de los problemas que tenía, no sabía cómo hacerlo exactamente, entonces es ahí donde surgían las dudas en mi cabeza: ¿Cuántos años tienen que pasar, para que alguien pueda hacer de sus sueños, una realidad? ¿Cuántos momentos de depresión tiene que pasar? ¿Cuántos ataques de pánico debe sufrir? ¿Cuántos golpes debe aguantar? ¿Cuántas caídas debe tener? ¿Cuántas lágrimas debe derramar? ¿Cuántos gritos debe dar? ¿Cuántos kilómetros hay que caminar?

¡Mierda! Sí que son muchas preguntas. Preguntas que me atormentaron por varios años y lo siguen haciendo hasta el día de hoy…

Siempre creí que la gloria está en el sufrimiento, eso no lo dudé ni un segundo, pero la duda estaba en cuánto tenía que ser ese sufrimiento. A mis 17 años, pude reaccionar sobre el desarrollo de este maldito mundo, tan oscuro y aterrador. He podido notar que no está lleno de personas malvadas como pensaba, solo que las personas buenas eran sometidas a actuar como los demás para poder sobrevivir a este espanto de sociedad.

Hubo una larga etapa en mi vida, en la que creí que no era nada más que un estorbo para los demás. Una basura más en esta esfera de vida espantosa, que necesitaba huir de todo y de todos. Por años viví pensado que las personas no son más que una plaga para el planeta, una sociedad de virus y todo tipo de bacterias que le hacía daño al planeta, y sé que eso no cambiará. He asesinado personas mentalmente. He pensado en miles de formas de suicidarme. Pero jamás había pasado por mi cabeza la sola idea de probar una droga… Porque sé a la perfección que ese sería un hoyo del cual no saldría jamás… Y por más que ya esté en un hoyo del que no saldría pronto y que mi vida haya sido una mierda, por más que necesitaba desahogarme, tenía sueños que me daban esperanzas, sueños que me mantenían vivo y me daban fuerzas… Sin embargo, el alcohol ha sido un buen calmante para mi continuo dolor de vida, para intentar encontrarle espacio a ese pequeño hoyo en el que me encontraba, producto de mis fieles amigos. Ansiedad y depresión…

Para mis amigos sólo era un chico más, que necesitaba divertirse. Diversión. Es lo último que necesitaba en mi vida. No tenían ni puta idea de lo que realmente necesitaba… ¿Y qué es lo que necesito? Lo estoy descubriendo… Y no sé realmente lo que estoy buscando, pero estoy seguro de que debo hacerlo sólo. Porque no hay nadie que pueda ayudarme en eso…

-Erick

La historia de Erick gira entorno a sus problemas emocionales. Él al igual que otros adolescentes, sufre de ansiedad y problemas de depresión. ¿La diferencia de los demás? Se niega a decírselo a alguien. ¿La razón? No la tiene clara, pero está muy decidido a seguir ocultándolo y alejarse de todos.

¿Cómo ayudar a una persona que se niega a ser ayudada? ¿Cómo se puede vivir con tanto dolor? ¿Cuál es la razón de tanto dolor? Pues lee la historia y vive lo que siente Erick, y encuentra las respuestas junto a él.




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