Desde el hoyo en el que me encuentro

Primera Parte: Capítulo 1.

 

PRIMERA PARTE

Capítulo 1

03-03-19

...

Era domingo y estábamos a un día del primer día de clases, del último año de la secundaria. La gran mayoría de estudiantes estaban aprovechando su último día de vacaciones para despedirse de ellas a lo grande. Iban al cine, al río o a tomar un par de cervezas entre amigos. Cada quien se divertía como mejor le pareciera. De igual manera, al igual que el resto, yo también disfrutaba del último día, pero de una manera diferente. A solas y los más lejanos de los demás.

Me encontraba en el mirador (Un lugar desde donde se podía ver casi toda la ciudad) descansaba debajo de un árbol enorme y frondoso, del verde más intenso que había visto a lo largo de mi corta vida. Lo suficientemente lejos de personas que hacía mucho ruido. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vi a otras personas cerca de ahí. La primera vez que fui fue con Percy, el lugar estaba repleto de adolescentes y adultos.

El cielo empezaba a nublarse repentinamente, con pronóstico de lluvia claramente. En cualquier momento caerían millones de gotas de lluvia, empapando todo el lugar. Incluyéndome a mí que por cierto estaba sin nada con el cual protegerme de la lluvia. El lugar estaba en un espléndido silencio. Cerré los ojos un momento y respiré hondo el aire fresco que invadía el lugar para despejar mi mente de cualquier pensamiento. Me dejé invadir por la calma, pero mi tranquilidad fue interrumpida ante un repentino disparo de un arma que se escuchó, no muy lejos.

- ¡No! –Una voz femenina hizo que me sentara, rápidamente.

El insolente grito me desconcertaba. Me preocupaba el no saber exactamente lo que pasó ni de dónde provino. Observé alrededor, buscando a la mujer que acababa de escuchar o al menos lograr ver algo que diera indicios de lo que fuera que se escuchó. Por desgracia para mis ojos, no logré visualizar a ninguna mujer, ni otra persona cerca, ni nada en general excepto las hectáreas de terrenos desolados, en partes con césped alto y en otras partes pura tierra.

Al carajo. No es mi problema. Pensé, volviendo a intentar recostarme en el césped, pero no lo logré, debido a otro disparo que hizo que me levante rápidamente, pero esta vez de pie. No podía quedarme como si nada, la intriga me carcomía. Incapaz de mantenerme en calma, agarré mi mochila y empecé a caminar alrededor de la colina para saber si podía ver lo que está pasando. Bajé la colina. En el camino me encontré con Gael, sentado sobre una roca detrás de un árbol no muy grande. Encontrarlo me causó una extraña sensación, estaba fumando marihuana, como lo hacía cuando tenía la oportunidad de hacerlo.

Gael se había pasado toda la secundaria fumando marihuana y consumiendo todo tipo de drogas. Nadie sabía cómo llegó a ese mundo, pero tampoco se lo cuestionaban debido a que no tenía problemas con él, salvo los mismo de su clase. Al menos conmigo, siempre había sido muy amable y eso que ni siquiera éramos amigos, sólo nos conocíamos porque vivía a un par de calles de mi casa. Su padre era el alcalde de la ciudad y su madre, la mejor profesora de primaria. Para resumir, su familia era muy adinerada y se hacían los de la vista gorda con tal mantener su imagen, porque solo les importaban ellos y nadie más, ni siquiera sus hijos. Como si no tuvieran hijos.

            -Hola, Erick. –Me extendió la mano con una sonrisa un tanto singular. Era amable, pero a juzgar por su rostro no lo parecía. Tenía los ojos rojos cual tomates maduros y apestaba a marihuana.

            -Gael. –Asenté con la cabeza mientras le estrechaba la mano.

            -Te invitaría uno, pero no quiero que pases por esto. –Le dio otra aspiración a su cigarrillo y sopló un hilo de humo al aire.

Le mostré mi gratitud con una sonrisa. Una falsa sonrisa que no pude fingir por mucho tiempo.

            -Disfruta tu cigarrillo. –Y continué con mi camino.

            -Gracias, hermano. –Respondió Gael, con una sonrisa. Una sonrisa provocada por la marihuana, pensaba yo.

Pasar por eso. Claro, pensé irónicamente.

Me desconcertaba la idea de que Gael no haya escuchado los disparos, pero me tranquilicé al notar que es de Gael de quien hablaba. Él no podría notarlo mientras no se trate de drogas. Tal vez en ese instante debí seguir con la búsqueda de lo que fuera que haya sucedido, pero mi teléfono empezó a sonar y me distraje.

Lo saqué y contesté. Era mi madre.

            -Dime. –Contesté, frío y cortante.

            -Erick, ¿Dónde estás? –Se escuchaba angustiada, pero no habría porqué estarlo.

            -Llego en diez minutos, mamá. –Corté. Como si tratase de alguien que no merece ni el más mínimo respeto. Y en parte, para mí era así.

Empezaron a caer las primeras gotas de lluvia, intensamente. Como si las nubes estuvieran desahogando todo su dolor contra mí, típico de todo lo que me rodeaba.

            -Mierda. –Empecé a acelerar el paso. Corrí en dirección al puente, por la vereda de las calles. Atravesé el puente a paso ligero, con la mirada en el suelo. Evitando a toda costa hacer contacto con las personas que cruzan de un lado a otro, ya sea visual o físico. Los autos estaban detenidos por el tráfico y no tenía ni la más mínima necesidad de querer hablar con alguien. Lo único que tenía en mente es que a cada paso estaba más cerca de casa.

            - ¿Erick? –Gritó alguien desde un auto detenido a mitad del puente.

Me detuve un segundo y volteé para ver quien osaba decir mi nombre. Para mi sorpresa, era Percy quien me llama desde la ventana lateral del auto.

Percy era mi mejor amigo desde que éramos muy pequeños. Su padre y el mío eran mejores amigos de toda la vida, por lo que nos conocíamos desde que nacimos, puesto que nacimos casi con un mes de diferencia. Yo fui el primero en nacer. Nuestra relación amical era asombrosa, no había algo que no hiciéramos juntos. Montar bici, nadar en el río, ir al cine, pero todo cambió cuando iniciamos la secundaria, nos distanciamos al punto de ni siquiera mirarnos en el receso o fuera del colegio. Jamás supe la razón y tampoco la quise saber porque me invadía el enojo por su actitud. Era una buena persona, solo que encontró nuevos amigos que tenían malas influencias, lo odiaba por eso, aunque en el fondo aun lo consideraba mi amigo. Muy en el fondo.




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