07-03-19
...
La mañana siguiente me desperté muy temprano, ni mi madre, ni Lucas se habían levantado. No sabía exactamente qué hacer, así que me metí a la ducha y me di un baño. Cuando salí de la ducha, mi madre estaba sentada sobre mi cama.
-Hablemos de lo que pasó. –Dijo serena.
-No hay nada que hablar, mamá. Sólo me defendí.
-Hay maneras diferentes de hacerse respetar, como lo hizo Percy al defenderte.
-Percy es un imbécil.
- ¡Erick!
-Ahhh…
-Percy te ayudó.
-Yo no pedí su ayuda. No lo necesitaba, estaba bien. –Respondí rápidamente–. Mamá… Solo dime cuál será mi castigo.
-No estás castigado. Sólo quiero que entiendas que esa no es la forma de defenderse. Tú no eres así.
-Lo siento, pero no pude contenerme. Y si te soy sincero, no me arrepiento de nada.
Era cierto, ese momento fue como si estuviera dominado por una fuerza mayor a la mía. No podía evitarlo y, a decir verdad, aproveché el sentimiento y me dejé llevar. Necesitaba desquitarme de alguna manera y lo hice. Desde mi punto de vista, no le debía disculpas a nadie, mucho menos a Mario.
-Llevaré a Lucas al colegio.
-Está bien. –Respondí.
Esperé a que mi madre se fuera y abrí el reproductor de música en mi celular, escuché “Pillowtalk” de Zayn mientras me vestía. Vi el auto de mi madre irse por la ventana y terminé de vestirme. Me alegraba tener la casa sola, debía aprovecharlo para algo y que más que para probar uno de los licores que guardaba mi madre en la despensa. Bajé las escaleras rumbo a la cocina, no tenía apetito para desayunar, mi estómago solo estaba dispuesto a aceptar licor. Abrí la despensa y encontré una botella de vino de borgoña. Estaba a medio tomar, así que era perfecto, mi madre no se daría cuenta. Abrí la botella y me serví un poco en un vaso de vidrio exageradamente alto. El delicioso líquido llenaba la mitad del alto vaso. Probé un poco y fue como si estuvieran bebiendo una especie de combustible para mí, era dulce y exquisito, lo saboreé por rato sentándome en el sofá mientras veía televisión. Por un momento me había olvidado de todo el tema de Gael y toda la culpa que sentía por ello. Pero un mensaje de Camila me trajo de vuelta a la cruel realidad.
Acabo de ver a Gael.
¿Qué? ¿Es en serio?
No fui al colegio, y por lo que supe tú tampoco.
Me expulsaron 3 días
¿Podemos vernos en tu casa para hablar?
Claro, de todas formas, estoy solo
-Llego en 10 minutos.
Terminé el líquido de mi vaso antes de que Camila llegara, no tenía intención de que supiera que he estado tomando vino.
Camila llevaba un jean y una blusa negra cuando llegó a mi casa, le abrí la puerta rápidamente cuando la escuché llegar, no podía esperar mucho para saber lo que fue a hacer con Gael.
-Hola Erick. –Dijo cuando abrí la puerta
-Pasa. –Le dije, haciéndome a un lado.
Ella ingresó, se veía un poco intranquila.
- ¿Ocurre algo malo? –Le pregunté, no la había visto así jamás.
-Tenemos que ayudar a Gael. Él no debería estar ahí.
Sus palabras me sorprendieron, me intrigaba saber el porqué de su repentino interés hacia el problema, pero incluso con toda esa intriga fui incapaz de preguntar e hice como si nada. Y tal vez fue el hecho de que ella tampoco cuestionó mis razones, ni las preguntó. Necesitaba ayuda en esto, estaba claro, aunque Gael se niegue a ser ayudado. Nos sentamos en el sofá y platicamos sobre cómo podríamos ayudarlo, teníamos cero ideas.
-Tenemos que encontrar al verdadero asesino, eso está claro. Pero la cosa está en, ¿Cómo lo encontramos? –Hablé.
-Estamos dentro de un hoyo muy profundo.
-Pero tenemos que encontrar una salida.
-Pero, ¿Cómo? ¿Por dónde empezamos?
-Por la escena del crimen. -Respondí
- ¿Estás diciendo que debemos ir hasta el mirador?
-Pues sí.
-Está bien, aunque no sé exactamente para qué, pero vamos.
-Dame cinco minutos y nos vamos. –Le dije, mientras subí a mi habitación.
Cuando estuve en mi habitación, me puse un par de zapatillas deportivas y saqué dinero del cajón de mi cómoda, lo suficiente para el pasaje de ida y vuelta e incluso un poco más. Lo guardé en mi billetera y salí de mi habitación rápidamente.
-Estoy listo. –Dije al terminar de pisar el último escalón.
-Pues vámonos. –Respondió ella.
Una vez fuera de la casa, ella dijo algo más que me cayó como balde de agua helada.
-Hay algo más que debo decirte Gael será transferido en 3 días, al penal Santo Toribio de Mogrovejo. –Pude sentir la tristeza en su voz. Una tristeza que me contagió al instante.
Ambos nos mantuvimos un minuto en silencio, sin saber muy bien qué decir o como expresarnos. Lo único que pensaba era en sus padres, en cómo carajos es que no pudieron ayudarlo. En ese momento no sabía lo que había pasado con su familia exactamente y para ser sincero, me dolió tanto como seguramente le dolió a Gael.
-Tenemos que apresurarnos. –Dije casi en susurro–. No debe estar mucho tiempo ahí.
Pensaba que Gael era fuerte, tanto física como emocionalmente. No debí suponer eso… Debí preguntar, debí suponer lo contrario, debí ayudarlo mejor. Sentía que era mi culpa, todo era mi culpa.
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Editado: 16.04.2021