Desde el hoyo en el que me encuentro

Capítulo 19.

26-03-19

...

Las cosas estaban de cabeza. Luego de hablar con José, decirle que le había contado a los demás y explicarle que lo ayudaremos, me sentí un poco más tranquilo. Dejé de pensar en Mario durante las clases, me inquietaba la idea de que mi padre haya huido por segunda vez y me molestaba el hecho de que fuera tan cobarde.

            - ¿Qué pasa? –Me preguntó Percy en el receso.

            -Nada. Solo que… Solo pensaba en mi padre.

            - ¿Necesitas algo? ¿Puedo ayudarte?

            -Bueno. A menos que sepas por qué mi padre fingió su muerte, no creo que puedas ayudarme.

- ¿Has intentado hablar con él de nuevo?

            -No. Fui a buscarlo hace dos días, pero no lo encontré. Parece como si se lo hubiera tragado la tierra, como si se “hubiera muerto” de nuevo.

            -Búscalo en internet, en redes sociales o páginas. No sé, en algún lugar de internet debe haber algo que pueda ayudarte a saber dónde se esconde.

            -Lo sé. Es una buena idea, pero con un pequeño inconveniente. No tengo ningún maldito dispositivo en el cual conectarme, mi madre me quitó la laptop, el celular y el IPod.

            -Ya, pero que hay de la laptop de Lucas. Podrías usarla si se lo pides.

            -Gran idea, pero no se la pediré. Lucas tienes clases de karate hasta muy tarde, regresará junto con mi mare. Puedo aprovechar la oportunidad y usar la laptop de Lucas.

Así que cuando regresamos a casa luego de clases, ejecuté mi plan. Luego de lo que pasó en la laguna Venecia, mi madre contrató a la señora Karina para cuidarnos mientras ella no está en casa, pero se trata de vigilarnos para no hacer nada malo. Lucas tenía clases de karate, así que aproveché el momento en el que la señora Karina estaba en la cocina e ingresé a la habitación de Lucas. Me acerqué a su escritorio y encendí su laptop. Abrí el buscador rápidamente y escribí el nombre “Marcelo García”. Revisé perfiles de Facebook, Instagram, Twitter, pero no encontré a mi padre y pensé en buscarlo por el nombre que me dijo, su nombre falso “Esteban” sumado a su verdadero apellido “García” Busqué alrededor de treinta minutos, pero fue una búsqueda en vano, no pude encontrarlo, estaba desaparecido. Me enojó su cobardía, sus mentiras, su evasión. Así que cerré la laptop de Lucas y regresé a mi cuarto a evaluar otras opciones. Di muchas vueltas en mi habitación, pensando en lo que debería hacer o cómo lo podría encontrar. Necesitaba respuestas, solo así dejaría de estar atormentado por eso. Pensé y pensé, pero no llegué a nada, lo cual me enojó aún más. Me sentí impotente, un imbécil que no podía solucionar sus problemas. Me odié.

Miré fijamente las tijeras sobre mi escritorio, pensé en una forma de intentar quitarme el dolor que me atormentaba en ese momento. Las agarré y me senté sobre mi cama. Puse la tijera a un lado un momento, me mantuve un momento pensativo, había escuchado la frase “El dolor con dolor se quita”. Tomé la tijera con la mano derecha, la sostuve un momento delante mí. Abrí la tijera y la sostuve de manera que solo una de las cuchillas esté hacia arriba. Levanté un poco mi short y reposé la cuchilla de la tijera sobre mi pierna. Un suspiro, bastó solo un suspiro para empezar a corta mi pierna izquierda con intensidad. La primera cortada dolió muchísimo, pero no me detuve. La segunda dolió más y seguí cortándome hasta que dejé de sentir el dolor que me abrumaba y empecé a sentir el dolor de mi pierna de un modo satisfactorio y extravagante. Una extraña mezcla de emociones circulaban por mi cabeza. Un sentimiento aterrador, que me calma. Me sentí mejor, veía la sangre sobresalir de las cortadas de mi pierna izquierda, cogí un trapo y tapé las cortadas ejerciendo presión en ellas, una pulsación de dolor se incrementaba poco a poco en mi pierna. Pero no había forma de sentirme peor que hace un momento.

            - ¿Duele? –Preguntó Gael, apareciendo de pronto como se le había hecho costumbre.

            -No tienes ni idea… Pero este dolor es mucho menos doloroso que este. –Apunté mi corazón.

            -Pero nada justifica que te hagas más daño, sin importar cuán doloroso sea el que tienes en el corazón.

            - ¿Qué acaso no fue lo que hiciste al quitarte la vida?

Desapareció, no volvió a aparecer.

Al cabo de un rato, limpié la tijera y lavé el trapo ensangrentado, me cambié la ropa y me puse un pantalón para que no se noten las cortadas. El resto de la tarde fue normal, en lo que se puede llamar normal a lo que tengo de vida.

Durante el resto de la tarde no pude evitar pensar en Gael, en cómo lidiaba con sus problemas y cómo los ocultaba. Solía fumar marihuana y drogarse continuamente, tal vez así era como lidiaba con sus problemas. Me preguntaba en que, si funcionaba, si sentía mejor, si podía seguir queriendo vivir. Lo único que sabía es que se había quitado la vida, así que pensé en que tal vez no funcionaba o quizás sí, solo que en prisión no podía fumar y no hubo con qué aliviar su dolor, no lo sabía. No sabía nada exactamente, salvo que la principal razón por la que se suicidó fue el rechazo de sus padres y pude sentir su dolor. Tan solo imaginarme el rechazo de mi madre, sentí una extraña sensación. No podía dejar de pensar en lo que sentía Gael cuando fumaba o se drogaba, tenía el interés de intentarlo, pero por ese día ya tenía bastante.

La cobardía de mi padre me tenía bastante sorprendido, ¿qué demonios fue lo que le había llevado a hacer eso? No podía quedarme quieto sin saber las respuestas, pero ¿qué se suponía que tenía que hacer? Apenas tenías 17 años, no debía resolver problemas, debía gozar de la vida y enfocar mi mente en el colegio, pero en un mundo como este, las cosas no surgen tal cual las imaginas.




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