Desde el hoyo en el que me encuentro

Capítulo 22.

29-03-19

Percy se había instalado temporalmente en el cuarto de visitas, su mamá había llevado las cosas que más necesitará como ropa, cepillo de dientes y algunos libros. Por suerte para nosotros, ninguno de los padres objetó ante la idea de que Percy se quedara en nuestra casa. Yo lo veía como una larga pijamada, similar a las veces que se quedaba a dormir cuando éramos niños.

Apenas había sido la primera mañana, y de alguna forma su presencia me hacía sentir bien, me sentía acompañado. Quizás era porque extrañaba la amistad que teníamos.

            -Percy, tú mamá prefiere que no vayas al colegio hoy. –Le dijo mi madre muy temprano a Percy cuando estábamos conversando en mi habitación.

            -Está bien señora, entiendo. Espero no incomodar al quedarme solo.

            -Ah, no. No te quedarás solo. La señora Karina se quedará contigo. –Le respondió amablemente.

            -Ah, está bien. Gracias. –Dijo Percy.

Alisté la mochila que llevaría al colegio.

            -Hazme un favor, dile a Marco que se vengue contra Mario por mí. –Apareció Percy en mi habitación.

            -Por cierto, he estado pensando toda la noche y ya sé cómo podemos detener a Mario por un tiempo, al menos hasta que encontremos algo con qué distraerlo por siempre.

            - ¿Qué haremos?

            -Usar tu brazo roto a nuestro favor.

            - ¿Cómo? –Cuestionó Percy.

            -Eso déjamelo a mí. –Le respondí sonriente, poniendo la mochila en mi hombre y dándole dos palmadas en el hombro.

Lucas y yo subimos al auto de mi madre mientras ella conversaba con la señora Karina. Un momento después estábamos camino al colegio.

            -Me alegra ver que tú y Percy volvieron a frecuentar. –Me dijo mi madre.

            -Sí, bueno, a mí también me alegra.

            -Oye mamá, ¿Puedo ir a la casa de un amigo al regresar del colegio? –Le preguntó Lucas a mi madre.

            - ¿Dónde vive? –Le preguntó ella.

            -En Morales. 

            -No. Ni hablar, ya sabes lo que pienso.

            -Pero mamá.

            -Lo siento, pero no. ¿Por qué mejor no le dices a tu amigo que vaya a la casa?

            -Está bien. –Se resignó Lucas, o al menos eso parecía.

Cuando llegamos al colegio, no podía esperar a encontrarme con Mario, y curiosamente no se apareció ni por un segundo durante mi transcurso hacia mi salón.

            - ¿Viste a Mario? –Le pregunté a Mercedes cuando la encontré en el pasillo.

            -No, pero ¿desde cuándo buscas a Mario? –Me cuestionó ella.

            -No importa, pero gracias.

No estaba seguro de que Mario había ido a clases ese día hasta que lo vi desde mi salón, durante la clase de inglés. Trató de no mirarme, pero pasó con actitud orgullosa. Como si debería sentirse orgulloso de lo que había hecho.

            - ¿Qué onda con Mario? –Me preguntó Marco.

            -Te lo digo luego. –Le respondí, evitando meterme en problemas con el profesor.

Les conté a Camila y Marco todo lo que había pasado con Mario, Karen ya lo sabía porque había hablado con Percy. Incluí mi plan en nuestra pequeña conversación, ya que necesitaba ayuda para llegar a Mario sin que me evada. Mario apareció un segundo después, caminaba hacia el baño, mirando hacia el rededor. Me acerqué rápidamente al ver que ingresó al baño.

            -No puedes con la culpa, ¿verdad? –Le dije a Mario, luego de asegurarme de que no haya nadie que nos escuchara.

            - ¿Qué carajos? ¿Me has estado siguiendo? Que enfermo estás.

            -Puede que sí. Pero eso no quita lo que le hiciste a Percy.

            -Pero como tú se lo dijiste al director, fue en accidente. Y hasta donde yo sé, tú no me nombraste en lo absoluto.

            -Las cosas pueden cambiar, imbécil. Deja en paz a José o verás las consecuencias. –Le espeté.

            -Ha, ha, ha. Eres tan tierno. ¿Qué vas a hacerme? –Me retó.

            -Pues verás, tengo un par de testigos que pueden afirmar que tú me empujaste contra Percy en las escaleras, tal cual pasó.

            -Esa historia es absurda, y más cuando ya le dijiste al director otra cosa.

            -Lo sé. Pero las cosas podrían cambiar al decir que nos tenías amenazados para callar.

            -No hay forma de que les crean. –Espetó él.

            -No lo sé. ¿Qué tal si lo comprobamos? –Señalé la puerta, en son de salir de allí.

            -Carajo. Tal parece que estoy atado de manos.

            -Velo como quieras, solo aléjate de José y todo estará bien. –Le pronuncié.

            -Como sea. Tal vez se salvaron de esta, pero tarde o temprano descubriré lo que ocultan y se lo haré saber a todos los necesarios. Y pagarán por todo lo que hicieron.

            -Nosotros no hicimos nada, imbécil. De todas formas, no importa. Estás advertido. –Dije, siendo esa mi última palabra. Salí del baño victorioso por lo que acababa de pasar. Pero lo que me encontré afuera, me sacó completamente de mi confort. Frente a mis ojos, pasaban caminando juntos José y Sergio, como si fueran mejores amigos. Intenté verle un lado bueno, pero siendo Sergio, y no poder confiar en él, me lo impedía por completo. Sabía que algo tramaba, sabía que esa “amistad” era para algo y me preocupó.

            -Vaya. ¿quién lo diría? –Dijo Mario, en tono burlón.

            - ¿Tú tienes algo que ver? –Le espeté.

            -No, pero si él descubre lo que sea que están ocultando sobre Gael, será bueno para mí. –Dijo y se fue.

Busqué a Mario, Camila y Karen con la mirada, hasta que los encontré. Se veían igual de confundidos y preocupados que yo. No sabía lo que estaba planeando Sergio, pero sabía que no era nada bueno.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.