Desde el hoyo en el que me encuentro

Capítulo 23.

30-03-19

...

Mi vida estaba llena de dramas, inútiles, estúpidos e innecesarios, no importaba la manera en que lo viera. Luego de tanto drama, ya debía haber estado acostumbrado, sin embargo, aún no dejaba de sorprenderme.

Un sábado nublado se formaba desde muy temprano, mi madre tenía trabajo como siempre, y la señora Karina nos cuidaba una vez más. Incluso con Percy en casa, al que se suponía que mi madre lo veía como una buena influencia, no dejaba de mantenernos vigilados, más a mí claro estaba. Empecé el día con una sola idea, la misma idea que no había podido olvidar desde hace ya una semana desde ese día. Mi padre seguía en la ciudad, y fuera del coraje que tenía por su cobardía, aún quería saber respuestas más que nada en ese momento de mi vida.

Percy veía televisión mientras yo intentaba concentrarme en tratar de formular el borrador de mi ensayo en mi cuaderno, ya que cuando le dije a mi madre que necesitaba mi laptop para hacer mi ensayo, me dijo que primero lo hiciera a mano y cuando lo terminara me daría la laptop para terminarlo, era un trabajo duro, pero no quería meterme en más problemas en el colegio o con mi madre, así que tenía que hacerlo todo el borrador a mano. El cielo estaba nublado afuera, en cualquier momento caería las feroces gotas de lluvia, y yo no podía terminar de escribir una sola página, pero tenía que terminar veinte páginas antes del lunes.

            -Esto es absurdo. –Espeté.

            -Sí, pero no tienes otra opción. –Me respondió Percy desde el sofá.

            - ¿Tú no tienes tareas? –Le cuestioné.

            -Negativo, comandante. –Respondió sin quitar la mirada de la pantalla. –Karen me dijo que el profe se apiadó de mí, y para serte sincero no sé a qué se refirió, pero no importa mientras esté libre todo el fin de semana.

            -Pues para mí eso es suerte.

            -Claro. Tuve mucha suerte al romperme el brazo. –Dijo en tono burlón, volteando a verme.

            -De cualquier forma, lo que importa ahora es cómo terminaré mi ensayo a tiempo.

            -Sí tanto problema te haces, ¿por qué no le pides prestado la laptop de Lucas?

            -Porque no puedo… –En realidad era una buena idea, pero mi madre le había dicho a la señora Karina que yo no podía usar la laptop de Lucas. Y estaba en la cocina, a pocos metros de nosotros, podía escuchar lo que decíamos. –No importa, seguiré luego.

Ingresé a mi habitación, resignado al no poder terminar mi ensayo. Dejé el cuaderno sobre el escritorio, despistadamente. Y cuando estaba por voltearme y salir de la habitación, vi que el celular de Percy estaba en mi escritorio. Era la oportunidad perfecta para hablar con el señor Fernando. Solo debía hacer una pregunta, ¿Dónde está mi padre?

Agarré su celular, y para mi suerte no tenía clave de seguridad. Busqué entre sus contactos el número de su papá y lo marqué. Contestó a los pocos segundos, esperaba la llamada de su hijo y no la mía.

            -Hijo, Hola. ¿Cómo te ha ido? –Respondió al teléfono un tanto ansioso.

            -Señor Fernando, soy Erick.

            -Ah, hola Erick. –Dijo, notoriamente decepcionado. –Cuéntame, ¿qué pasó? ¿pasó algo malo?

            -No. Lo que pasa es que me gustaría hablar con usted…

            - ¿Es sobre tu papá? Percy te dijo todo, ¿verdad? –Cuestionó.

            -Sí. –Le respondí casi en susurro.

            -Erick, yo…

            -No, por aquí no. ¿Podemos vernos en el boulevard de la paz, en media hora?

            -Claro hijo, no hay problema. Pero lo que tengo para decirte no te va a gustar.

            -No importa, solo me lo dice cuando llegue. –Y corté. Puse el celular de Percy de vuelta en mi escritorio y salí de mi habitación rumbo a la de Lucas. La conmoción llegó cuando vi una pequeña bolsita transparente con restos de polvo blanco sobre el escritorio.

            - ¿Qué carajos? –Espeté con enojo, ingresando a su habitación completamente.

            -Ah, hola hermanito. –Me dijo sonriente. Tenía las pupilas y actuaba diferente a como lo hacía normalmente. Claramente estaba drogado, pero lo que más me preocupaba es que lo había hecho porque sabía que yo lo había hecho.

            -Lucas, ¿qué…

            -Ah, Erick. Aquí estás. –Apareció Percy en la puerta de la habitación de Lucas.

            -Necesito ayuda. –Le dije rápidamente.

            -Cuánto drama, solo es un pequeño “High”. –Intervino Lucas.

            -Erick, ¿Lucas está… -Cuestionó Percy, demostrando su confusión.

            -Sí, ayúdame. La señora Karina no debe enterarse de nada o se lo dirá a mi madre. –Le supliqué a Percy.

            - ¿Cómo es que Lucas…

            -Lucas, ¿de dónde sacaste esto? –Le espeté, señalando la bolsita con restos de cocaína.

            -De la basura. –Respondió sonriente.

            -Carajo Lucas, ¿es la que boté? Respóndeme, ¡¿Es la que tiré a la basura el otro día?!

            -Sí, la cogí cuando te bañabas. –Respondió con su estúpida sonrisa provocada por el efecto de la cocaína.

            -Mierda. –Espeté, casi en grito.

            -Erick, ¿cómo que la que tiraste a la basura? ¿Acaso te has…

            -Eso no es importante por ahora.

            -No, claro que sí es importante. ¿Acaso la droga que encontraron en tu mochila si era tuya?

            - ¿Qué? No. Carajo, te lo explico luego…

            -No huyas de la verdad, pendejo. –Cuestionó Percy.

            - ¡Percy! Ahora no. Te lo explicaré, pero ahora mismo lo importante es qué hacer.

            -No podemos hacer nada, más que esperar a que se le pase. –Respondió Percy.




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