Ni siquiera había abierto los ojos cuando el joven rubio había sentido un dolor intenso en la cabeza a la altura de la sien, eran punzadas dolorosas que le advertían que no había estado haciendo algo precisamente correcto. Quizás una fiesta intensa con bebidas de más, eso explicaría el deseo de vomitar que se entremezclaban con el mareo. Una serie de síntomas empezaban a aparecer mientras él se iba haciendo más consciente de su estado, ni siquiera estaba en su propia habitación.
-Maldición Chad cierra las cortinas -se había quejado llamando a en voz alta como un quejido.
Pero no obtuvo ninguna respuesta a su petición. El tal Chad era su amigo de fiestas, le encantaba bailar hasta altas horas de la noche y lo mejor de todo era que odiaba beber, lo que permitía al joven rubio no tener ni una pizca de moderación.
-¿No escuchaste lo que dije? -llamó otra vez sin contestación alguna.
Finalmente el rubio se levantó de la cama quitando el brazo que cubría su rostro, el único impedimento de ver esas feas cortinas floreadas de la habitación de su compañero. Pero al abrir los ojos no estaban allí, ni siquiera la ventana estaba allí. Ni la mesa de centro con los naipes revueltos, como siempre. Es más, ni la composición del cuarto era la misma.
-¿Pero qué… ?
-Finalmente despierta -se escuchó una voz chillona.
-¡Ahh! a este me lo quedo yo -una segunda voz se unió a la primera. Esta vez ronca y gastada.
El miedo había recorrido la espina dorsal del muchacho, no tenía idea de quienes podrían ser esas mujeres. Para este punto era claro que no estaba en la habitación de Chad o en su casa, es más, ni siquiera recordaba que lo hubiese visto la noche anterior. Rápidamente, e ignorando el mareo de su cabeza se abalanzó a la mesa de al lado y buscó su teléfono, pero no encontró más que un florero. Ni en los cajones había algo útil, ni su billetera ni teléfono. Además, ¿quién decora una habitación completamente de blanco?
De repente se escucharon las voces más próximas, habían girado la perilla de la puerta. Por lo que Cleon sólo se escondió debajo de las sábanas fingiendo estar dormido, pero las oía atentamente.
-Ahh. ¡Qué fastidio! sigue dormido-una enfermera entró a aquella habitación, era la mujer de la voz chillona.
-Cleon Devine -una segunda enfermera entró detrás de la primera, era la que tenía voz ronca mencionó. Ambas eran señoras entre sus cuarenta años de edad, lo miraban atentas como si se tratase de la nueva adquisición del supuesto hospital. -Por supuesto que es él, míralo, es más lindo que en la televisión. -continuó.
A lo que se refería aquella mujer era que, aquel rubio era una de esas celebridades juveniles del momento. Inició con un video en una red social, pero pronto su talento y atractivo llamó la atención de un cazatalentos. Justamente ahora era un profesional de renombre que poco a poco se volvía más importante. Su recorrido artístico había iniciado en telenovelas locales y logrando participar en películas taquilleras donde obtenía mejores papeles cada vez.
-¿Tendrá novia? -siguió hablando la enfermera de voz ronca deseando sacarse un par de selfies el joven rubio.
Cleon se había quedado helado, ambas mujeres estaban tan cerca que se podía sentir sus respiraciones sobre él, no lo sabía, pero lo miraban como un pedazo de carne suculenta, incluso se miraron cómplices, por un segundo le pareció como dos buitres planeando su cena futura.
-Oh pobre avecilla famosa -se escuchó una vez más la voz chillona. -estás aquí luego de una tragedia. -parecía que hablara con un niño pequeño.
-Ush cállate, no quiero que lo despiertes. Pero no es como si importara. -era como si le causara gracia la situación del joven.
-Jaja será mejor que se ponga cómodo, va a tener una muy larga estadía aquí.
Eso último había sonado más bien como una amenaza y Cleon sentía un terrible presentimiento. Lo único que hicieron fue revisar su temperatura y dejarle un vaso de agua en la que disolvieron algo, no podía ver pero escuchó el sonido de un sobrecito, además de que sea lo que sea dejó un raro aroma en la habitación que desapareció rápidamente.
-Nos vemos luego bombón -sonrió la enfermera de voz ronca antes de cerrar la puerta de golpe.
Otra vez estaba solo, pero la confusión reinaba en la mente del rubio. Maldecía en su cabeza alejando su vista del vaso de agua que le habían dejado. Intentó razonar consigo mismo sobre su situación. Estaba en una especie de hospital, pero no estaba herido, además las enfermeras eran poco profesionales e insensibles ante la situación de sus pacientes. No le sorprendería si estuviera en un hospital público de esos descuidados. No obstante, una duda seguía en su mente: ¿por qué él estaba allí? Sea cual sea la respuesta, no iba a quedarse a averiguarlo.
Editado: 02.07.2021