Desde el interior de mi mundo

Capítulo 2. El hospital y sus pacientes

-Estoy segura de que todos sus fanáticos quieren saber, ¿Cómo describiría su vida?

 

-¿Mi vida? -el rubio de ojos azules había puesto esa sonrisa perfecta de comercial y volteó a la cámara acomodándose en el respaldar del sillón acolchonado. -Nada muy difícil de imaginar, amo lo que hago y hago lo que me gusta hacer, solo eso. -guiñó a la cámara como todo un profesional.

 

Estaban en un set de grabación para la televisión en vivo, las luces del estudio eran las adecuadas para resaltar la piel bronceada del muchacho. Se trataba de Cleon Devine, un joven de veinte años, con una chaqueta de cuero blanca, lentes de sol colgando en su playera negra y unos ajustados pantalones púrpuras, se veía impecable como una verdadera celebridad.

 

La presentadora aplaudió su respuesta, una  joven con un vestido exageradamente vistoso, igual de joven que él y con una personalidad chispeante. El set simple sólo ayudaba a resaltar más a ambos jóvenes.

 

-Y todos tus fans te apoyan en tu éxito, tu historia es realmente conmovedora. Cuando comenzaste tu carrera no eras más que un joven que amaba el teatro, publicaste tu primer video sin conseguir más de una decena de vistas y luego de un tiempo… -mientras iba hablando varias fotografías aparecían en la pantalla detrás de ambos, eran de él en sus inicios: sus talleres de arte, sus eventos gratuitos, castings, sus videos de bajo presupuesto, y poco a poco los formatos iban cambiando a algo más profesional y llegando a cuando él anunciando su participación en una película.

 

-Yo no hubiese logrado esto sin todo mi querido público. Agradezco su apoyo. -había cierta nostalgia en la voz del joven.

 

-¿Hay algo que quisieras decirle a todos ellos que te deben estar viendo justo ahora?

 

-Por supuesto -El rubio miró directamente a la cámara central mientras daba una pequeña sonrisa encantadora. -Hoy no vengo a hablar de mí, sino de ustedes, de ti que me ves y que sigues soñando en grande, que quieres alcanzar todos tus objetivos. Vengo a decirte que no te rindas, que sigas luchando, algún día todo ese esfuerzo dará sus frutos. Y cuando lo hayas conseguido recuerda de dónde vienes, recuerda que te dije esto: “No hay sueño demasiado grande que no pueda cumplirse, sólo demasiadas excusas para intentar”.

 

Un aplauso efusivo se escuchó por todo el set, los vítores y gritos de emociones de alguna que otra fanática de Cleon. El rubio cerró los ojos con una mano al pecho unos segundos esperando a que el público se tranquilizara un poco, y luego prosiguió.

 

-Como saben todos ustedes, protagonicé una película que fue un éxito hace poco. Hoy me complace anunciar que gran parte de las ganancias serán donadas a los orfanatos de la ciudad. Todos merecemos una oportunidad de vivir dignamente.

 

Aquellas palabras fueron recibidas entre grandes aplausos, ese fue el final del programa. No tardó mucho que en las redes sociales fuera tendencia, el joven atractivo ídolo de muchas chicas adolescentes había ascendido a ser el ángel de los necesitados. Los haters no se hicieron esperar, pero fueron opacados por los miles de comentarios a favor del joven actor.

 

Pero saliendo de aquella entrevista, en medio de los flashes de las cámaras al mismo tiempo que abordaba su vehículo sintió un frío intenso tocar su corazón. A veces se sentía tan sólo al volver a casa y no encontrar a nadie. Era tendencia en las redes sociales pero no tenía con quien festejarlo. Chad estaba ocupado, lo había dejado en visto ya unas 5 veces en la semana, no era precisamente un amigo, sólo un compinche que le servía de guía para ir a fiestas de celebridades. Tampoco su representante estaba en la ciudad.

 

***

 

Al abrir los ojos el día siguiente notó que había estado soñando con la entrevista de hace unos días. Seguía en aquella habitación blanca, que irónicamente no estaba bien aseada. Leyó una línea en la libreta “El hospital del infierno” y entendió de inmediato que seguía encerrado sin alguna explicación.

 

-Bien Cleon, piensa, estás secuestrado por una banda de locos doctores que quieren hacerte cosas raras. ¿Qué puedes hacer? -dijo extrañando el teléfono, o por lo menos un baño decente que por lo menos tuviera un espejo y papel higiénico suave.

 

-¡Desayuno en la cafetería sal o muérete de hambre! -alguien tocaba la puerta habiendo gritado aquello.

 

-Por fin algo que comer.

 

Ni siquiera le habían dado una cena decente el día anterior, aunque el principal problema era armarse de valor para volver a dar un vistazo afuera. Los pasillos estaban desiertos cuando miró, pero de repente de la nada salió una figura extraña.

 

-Buuuuu.

 

-Pero que mier… -exclamó al caerse al suelo.




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