-¿Cómo que arreglaste el casting? ¡Los sobornaste para que me eligieran!
-¿Y eso qué? No es la primera vez que lo hago, Cleon.
-¡¡Padre!! yo me esforcé para obtener el papel, me esforcé por ser el mejor y tú…
-No quiero hijos fracasados, ¿sabes cuál es el modo de evitarlo? No puedo hacer nada por ti, naciste imperfecto y así morirás. Pero puedo arreglar el juego para que incluso alguien como tú pueda ganar siempre.
El silencio se apoderó de la habitación. Un frío helado subía por su espalda como una serpiente que le quitaba el aire. Desde que había decidido hacer las paces con sus padres y regresar a la mansión Archer se sentía como un impostor. No sabía qué cosas había logrado por su cuenta y qué había arreglado su padre. La mentira poco a poco se convirtió en su mejor amiga y la soledad también. Pagó el precio de su fama sintiéndose no más que un maniquí sobre el escenario, una sonrisa permanente y un adonis eterno, lo tenía todo y no tenía nada, ni a nadie. Ese quizás había sido el detonante de sus problemas mentales.
***
-Cleon abre la puerta, ¡¿Cleon?!
Danielle seguía insistiendo, era domingo por la tarde y él no había salido ni una sola vez. Había entendido tarde que se había interesado en Madelyn, no como una amiga, sino como algo más. Por eso dolía tanto haberse ganado su desagrado, esa mirada de decepción y miedo, huyendo como si él fuera un monstruo, quizás sí lo era. Hasta había roto cada una de las páginas de su propia libreta.
-Cleon podemos hablar, no todo está perdido… Cuéntame y podremos… Elizabeth podría…
-Lárgate Danielle -dijo él lleno de dolor.
Quizás había escuchado las súplicas del joven, pues luego de unos minutos se había ido dejándolo en paz. El joven no tenía ánimos para poder hacer algo, ni siquiera sabía cómo pedirle perdón. Llegó el día siguiente, un “lunes de encierro” no sonaba tan malo, lo tomaron por los hombros y lo lanzaron a una habitación tipo celda, sólo que mucho más cómoda, al menos las paredes estaban acolchadas. Los días pasaban como el agua que corría sin regresar.
El ”martes de terror” volvía, por algún motivo se asomó por el pasillo para ver, y allí estaba ella. Tan hermosa y con su ropa holgada, sus miradas se encontraron unos segundos. Sin embargo, como un pequeño animalito asustado salió corriendo lejos de allí. Si aquel día algún médico le hubiese pedido a él ser su conejillo de indias lo habría aceptado sin pestañear. El amor que sentía pesaba y dolía más que cualquier posible herida que pudieran hacerle.
Habían pasado ya cuatro días seguidos en que ni había tenido un día de tregua, comía dentro de su habitación, al menos los miércoles servían para disfrutar de la tranquilidad. Cleon miraba por la ventana de su habitación, nunca antes se había sentido así. Pensaba únicamente en esa chica de cabellos rojizos. Pero al mismo tiempo, la felicidad de haberla conocido se había opacado por su error. además de sentir que no era digno de ella, no había sido del todo honesto. Jamás le contó el motivo por el que había llegado a tal hospital, si ella se enterase entonces nunca más querría verlo ni saber de él. No le dolía perder a su última fanática, sino a su primera amiga real.
-¿Toc toc? ¿puedo pasar? -Darek estaba con un paso dentro de la habitación.
-¿Eh?... Hola… supongo que ya lo hiciste. ¿Deseas algo?
-Mmmm tal vez decirte que si dejas la puerta abierta las enfermeras te acosaran sin parar.
-Ah… gracias
-Realmente sufres, ¿no? Cuando Danielle me lo contó no podía creerlo.
-¿Vienes a reírte? ¿a golpearme?
-No -tomó una silla y la jaló cerca de él. -Yo nunca oculté mi rechazo por ti, Cleon.
-Ahora ella no me quiere cerca… felicidades
-¡Cierra tu boca! -gritó como nunca lo había hecho.
Darek no podía hablar tanto, no con el resto de las personas, pero con Cleon era demasiado sencillo, no lo entendía, pero agradecía que fuera así.
-No sabes lo que ella está sufriendo, ¿crees que ha sonreído alguno de estos días? ¿Crees que quiere salir de su habitación? no fue por ti… o más bien, no fue completamente tu culpa.
-No entiendo…
-Y deja de parecer un miserable costal de huesos tirado en esa cama, ¿no ves que ella te necesita? Huyó porque tenía miedo, no de ti. Tenía miedo de que si la veías entonces te resultaría fea. Le molesta que no pueda ser lo que tú esperas. ¿Te suena familiar?
Editado: 02.07.2021