Desde el interior de mi mundo

Capítulo 14. El descubridor de estrellas

Elizabeth ya había salido de cuidados intensivos debido a otro ataque de debilidad que se había apoderado de su cuerpo. del hospital. Sin embargo, en su camino se había atravesado a alguien, un chico rubio con una cara completamente seria y una gran estatura.  Se trataba del mismo hombre que había chocado con Cleon, el mismo del que Danielle mencionó que no podía ver, su nombre era Artem. Las enfermeras del pasillo al verlo empezaron a murmurar en voz alta, decían que era atractivo pero que él solamente se concentraba en sí mismo, pues a los demás los trataba como si fueran invisibles

 

La azabache abrió grandemente sus ojos notando como ese chico pasaba por su lado caminando, y actuaba como si no la viera, como si no la hubiese chocado con ella, solo ella lo siguió tomando su mano -

 

-¿Oye? .. ¿que no ves que ...? ¿emmm ?

 

Elizabeth se había dado cuenta que él parecía actuar ¿como si ella no existiera? Era la primera vez que lo veía, había oído hablar de él, un chico rubio hermoso casi que no parecía real, y que más bien había aparecido de vez en cuando en los comedores ..pero que no hablaba con nadie,  parecía estar solo , aislado del mundo ,  y eso es lo que justamente despertó la curiosidad de Elizabeth,  y solo se quedó mirándolo sorprendida, e incluso tomaba su mano

 

 

En ese momento el rubio simplemente caminaba sin tan siquiera notarla a su alrededor No existía para él no había personas junto a él para él era que estaba completamente solo. De vez en cuando veía al médico, justamente en los momentos en los que más necesitaba hablar con alguien, pero no es como si siempre estuviera percatándose de quién estaba a su lado. En este momento no había notado que alguien había tomado su mano simplemente continuaba caminando casi arrastrando a la chica

 

-Oye... espera por favor... ¿Cuál es tu nombre? -preguntaba Elizabeth, tratando de hacerlo despertar de ese casi sueño en el que vivía

 

Pero por más que lo intentaba no lo conseguía, no había logrado y no podía creerlo, pues ni siquiera había hecho que él la viera ni una sola vez. Se cruzó de brazos mirando a otro lado, pero luego solo lo siguió, quería saber dónde era su cuarto y así poder volver a verlo e intentar hacer que él le hable. Sonaba como un reto divertido en realidad, tanto que incluso no se había enfermado en la última hora, lo cual era muy bueno para ella. Su meta ahora era ser que la notará que la viera y pudieran entablar una conversación. Y de esa manera él había llegado a su habitación mientras que simplemente bostezaba y se sentaba en la camilla iniciando su lectura de estrellas.

 

Elizabeth lo miraba curiosa, él parecía vivir en otro mundo realmente diferente al suyo. No comprendía cómo es que alguien como él existía, miraba todo lo que hacía con total admiración y belleza. Artem era casi como una persona mágica de otra dimensión, eso era algo que ella nunca antes había visto, o había alguien como él. Sin darse cuenta ya estaba sentada en la silla pasando una hora mirándolo, él realmente era interesante.

 

Artem estaba leyendo y estaba marcando en algunas imágenes puntos donde debería de localizarse las estrellas había también hecho algunas anotaciones sobre el libro. Estaba fascinado con el tema de las constelaciones. Sin embargo, no podía ni siquiera creer que todavía no conocieran aquella estrella, pues esa no tenía nombre y sólo podría verse a cierta hora de la noche. Aquella brillaba incluso más que las demás. Su meta era poder hacerla conocida ante el público y poder darle un nombre. De esa manera continuaba sus anotaciones, necesitaba encontrar la manera de demostrarle a los demás su existencia

 

Mientras Elizabeth había dado unos pasos al interior de su cuarto, él parecía no escucharla, ni verla, Por lo que pronto estaba sentada en la cama de él. Luego se acercó tanto que podía leer sus anotaciones -

 

Te gustan las estrellas -había dicho en voz baja.

 

Era raro ser invisible para alguien, pero lo curioso era que no le molestaba, sino que le resultaba divertido, casi como un juego. Elizabeth incluso había pasado su mano por esos suaves cabellos rubios, estaba arriesgando demasiado. Sus mejillas estaban rojas, no podía creer que pudiera tenerlo así de cerca y nada más. Tan cerca y tan lejos, apartados por esa vida tan extraña que llevaba Artem, pero que invitaba a Elizabeth a hacer todo lo que estaba a su alcance para formar parte de su mundo.

 

El chico estaba completamente apartado de los demás y ni siquiera parecía interesado por llamar la atención de otra persona. Ni siquiera parecía interesado en hacer amigos, ni siquiera poder hablar con alguien. Él no podía sentir como ella tocaba su cabello, no obstante, había sentido una respiración en su cuello que había hecho que la piel se encrespara, podía sentir las brisas del viento, pero no veía lo que se escondía detrás de esa brisa o respiración.

 

La joven de cabellos oscuros tenía una gran sonrisa en sus labios, incluso trataba de peinarlo diferente, a lo que el sentía solo pequeñas brisas de viento, Elizabeth en cambio se había tomado la libertad de intentar hacerle cosquillas, pero al parecer no tenía. Finalmente, luego de mucho tiempo bostezó presa del cansancio, se tallaba los ojos cansada.




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