En este momento siento en mi vida un vacío, debo hacer algo nuevo.
Conoces la sensación: de forma más profunda y real siento como cuando acabas un buen libro, una historia, sé que conoces la sensación. Una historia que te acompaña, una semana, un mes, el tiempo que necesites para acabarla; realmente la sientes dentro de ti. Luego, al acabar esta historia, sientes que algo te falta, necesitas otro motivo para seguir, te preguntas: ¿ahora qué? ¿qué debo hacer?
Claro, esto dura poco tiempo, hasta que encuentras un nuevo libro, una nueva historia de la cual adueñarte.
Justo ahora siento que mi propia historia terminó, este libro que nunca se escribirá fue finalizado, me siento sin rumbo, sin una nueva historia. ¡Por favor, que alguien siga escribiendo!
Todo porque alcancé la única, vacía y frágil meta que pude formarme. Despertaba y actuaba por alcanzarla, vivía y respiraba buscando cumplirla. Cuando lo tuve resuelto, solo esperaba el momento, esperaba ese día como si fuera el fin de mi mundo, sin saber cuándo ni cómo sucedería. Demasiado incierto, sí. Esperarlo tanto y que te tome por sorpresa.
Ese día llegó por fin y al cumplir mi meta vacía se acabó mi historia.
¿Ahora qué?