Desde ese BalcÓn

Capitulo 28. Siempre te necesitare.

Romeo

Desde aquel día, que decidí no luchar, de verdad, me he sentido la peor persona, pensé en marcarle a la mañana siguiente pidiéndole perdón, que todo había sido un impulso tonto de mi parte, pero, después de teclear su número, me pregunté ¿estará mejor sin mí? Me respondí solo -Si.

He extendido mis horas de trabajo, yo por mi parte, regrese a mi departamento, lo había alquilado, pero para mi suerte una semana antes, ya lo estaban dejando ya que la pareja se tenia que regresar a su ciudad natal.

-Buenos días- saluda mi asistente, todo es diferente después de la pandemia, es muy incomodo trabajar con los cubrebocas, desinfectar tus manos cada cierto tiempo, desinfectar tu área de trabajo cada hora, es agotador.

He estado entrando a las 8 y regresando a casa a las 9, muchas veces, me asomo por el balcón despistando que veo el anochecer, aunque solo salga a ver si esta ella, pero sus luces siempre están apagadas.

Una noche cuando me levanté al baño, la vi sentada en su balcón, no vi muy bien que hacía, pero ahí estaba, pude ver como brillaba su cabello a la luz de la luna.

Sabina, hizo una versión mejorada de mí, yo solía ser un chico terco, sin organización a salvo con Kitty, pero, con ella aprendí que la pasta de dientes se debe de tapar y acomodar, se que son pequeños detalles, pero créanme que sigo haciéndolo como ella me decía.

Flashback

-Amor- escuchaba su voz desde el baño.

-Dime- soñoliento me levantaba y entraba detrás de ella.

-Cariño-escuchaba su paciente voz -ya hemos hablado de esto- dice mientras con una mano agarraba la pasta de dientes y con la otra la tapa y cerraba la pasta y la acomodaba en un organizador de cepillos de dientes -vez que fácil es- decía mientras me daba un beso en la mejilla.

-No volverá a pasar- prometía una y otra vez hasta que después de 21 días logre adaptarme a ese pequeño detalle.

Oh de lavar lo trastes cada que ocupaba uno, por mi parte los dejaba todo el día y los lavaba a la mañana siguiente.

-Tu los lavas en el desayuno, yo en la comida y ambos en la cena- siempre proponía las tareas.

Siempre me hacia feliz ayudarla, suena tonto para que un hombre lo diga, pero éramos una pareja, así nos separábamos las tareas de nuestro hogar.

Debo admitir que extraño mucho pasar las noches abrazado a ella, cada vez al dormir, después de hacer el amor, se acurrucaba en mis brazos, después se ponía de espaldas y a mitad de la madruga acercaba su nariz a la mía mientras me daba besitos pequeños en los labios.

Le he mandado indirectas por Instagram, ha visto mis historias, incluso le dio un corazón a una publicación de un video con la canción de Prince Royce y Zendaya llamada X.

Si fue una indirecta muy directa.

Suena mi teléfono dejándome escapar de mis pensamientos.

-Hijo- escucho la voz de mi madre -tendrás que venir a casa, tenemos que decirte algo.

-Madre por favor dímelo por teléfono- pido mientras cierro la puerta del balcón.

-Es algo delicado no puedo- ante eso hecha en llanto -es tu abuela.

El corazón se me paraliza al escucharla, el peor pensamiento se viene a mi mente.

- ¡Dime que no es cierto! - digo del otro lado de la línea.

-No quería decírtelo así, ¿puedes venir?

-Ya salgo.

Rápido cuelgo, agarro una maleta y salgo, pero regreso una vez más, ¿Quién cuidara a Kitty? No sé cuánto tiempo estaré fuera, oh dios, ¿debo hacerlo? Me pregunto imaginado su respuesta con un afirmativo SI.

Meto a mi gata a su jaula, agarro su comida de gato y camino al departamento de ella Sabina.

-Buenas noches joven- dice el arrendador de su área.

-Buenas noches- apenas y me escucho con el cubrebocas.

Pido el ascensor, el corazón roto y triste me late a mil por hora, tal parece que Kitty sabe a donde vamos, ya que no resistencia puso.

Toco a la puerta, mis pies tiemblan de lo nervioso que estoy de verla, después de 2 meses, mi corazón se detiene cuando abre la puerta.

-Hola- logro decir a duras penas.

-Romeo- dice mi nombre que acelera mi sangre, que ganas tan inmensas de abrazarla y de besarla- ¿puedes cuidar a Kitty? Pregunto conteniendo mis ganas de tenerla en mis brazos.

-Claro- detrás de ellas se acercan Alessia, Camila y Francesca.

-Perdón, se que debí preguntar, no pensé que estuvieras ocupada, con la llamada de mi mamá, no pensé en las cosas y vine directo- empiezo a hablar.

-Descuida, con gusto la cuido- estira su mano con una toallita desinfectante - ¿está todo bien? - pregunta un poco preocupada.

-No- se que mi mirada refleja angustia y tristeza -mi abuela falleció.

-Lo siento mucho- dice dándole la jaula a Alessia y no duda en acercarse para abrazarme.

Veo como las chicas se meten dejándonos solos.

- ¿Hay algo más que pueda hacer? -pregunta angustiada.

-No, con tu abrazo- limpio mis lagrimas -estoy bien -digo apartándome -te lo agradezco mucho -camino por el pasillo para tomar el ascensor.

-Espera- escucho detrás de mí.

Cuando volteo trae mi sudadera negra -aquí la tienes, se que te la había regalado tu abuela, úsala, te sentirás cerca de ella.

-Te lo agradezco una vez más – no resisto las ganas, me quito el cubrebocas, dejo mi maleta en el piso me acerco a ella para besarla.

Es un beso tan desesperado, lleno de emociones, lleno de sentimientos encontrados.

-Te hecho de menos- dice mientras nos separamos y pegamos nuestras frentes.

-Yo a ti- contesto mirándola directo a los ojos -prometo volver- digo separándome y tomando camino.

-Te estaré esperando.

Cuando llego a casa, mi madre me recibe muy triste y desconsolada.

Mi abuela tenia problemas de bronquitis, empeoro cuando mi padre enfermo de Covid-19, se que ella era fuerte, pero en un momento pensamos que este día llegaría.




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