Capítulo 7 : Moisés

En tiempos de gran opresión y temor en Egipto, una mujer de la tribu de Leví concibió y dio a luz un hijo. Este hijo nació durante la terrible época en la que el faraón había decretado que todos los niños varones hebreos debían ser arrojados al río Nilo. Pero la madre de este niño, al ver que era hermoso y especial, decidió protegerlo a toda costa.

Durante tres meses, la madre del niño logró ocultarlo en su casa, evitando que fuera descubierto por los egipcios. Sin embargo, sabía que no podría esconderlo para siempre. Entonces, con gran tristeza pero también con fe, preparó una cesta de juncos, la recubrió con brea y asfalto para hacerla impermeable y puso al bebé dentro. Luego, colocó la cesta entre los juncos a la orilla del río Nilo.

Miriam, la hermana mayor del bebé, observó a cierta distancia para ver qué sucedería con su hermano. Mientras vigilaba, la hija del faraón bajó al río a bañarse. Al caminar por la orilla, vio la cesta entre los juncos y envió a una de sus esclavas para que la trajera.

Cuando la hija del faraón abrió la cesta y vio al bebé llorando, sintió compasión por él. "Este es uno de los niños hebreos," dijo. Justo en ese momento, Miriam se acercó a la hija del faraón y, con astucia, le dijo: "¿Quieres que vaya a buscar a una nodriza hebrea para que críe al niño por ti?"

La hija del faraón estuvo de acuerdo, y Miriam fue rápidamente a buscar a su madre. "Lleva a este niño y críamelo, y yo te pagaré," dijo la hija del faraón. Así, la madre del bebé tuvo la oportunidad de criarlo y cuidarlo hasta que creció.

Cuando el niño creció, su madre lo llevó a la hija del faraón, y este se convirtió en su hijo adoptivo. La hija del faraón le puso por nombre Moisés, que significa "sacado de las aguas," porque lo había sacado del agua del Nilo.

Moisés creció en el palacio del faraón, recibiendo la educación y los privilegios de la realeza egipcia. Sin embargo, en su corazón, nunca olvidó sus raíces hebreas ni el sufrimiento de su pueblo.

Un día, cuando Moisés ya era adulto, salió a ver a sus hermanos hebreos y observó sus trabajos forzados. Al ver a un egipcio golpeando a uno de sus hermanos hebreos, Moisés se llenó de ira. Miró a ambos lados para asegurarse de que nadie lo veía y, en un acto impulsivo, mató al egipcio y escondió su cuerpo en la arena.

Al día siguiente, Moisés salió de nuevo y vio a dos hebreos peleando entre sí. Intentó intervenir, diciendo: "¿Por qué golpeas a tu prójimo?" Pero el hombre que estaba golpeando a su compañero le respondió: "¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Acaso piensas matarme como mataste al egipcio?"

Moisés se llenó de temor, dándose cuenta de que su acción se había descubierto. El faraón también se enteró y trató de matar a Moisés. Sin otra opción, Moisés huyó de Egipto y se dirigió a la tierra de Madián.

En Madián, Moisés se sentó junto a un pozo. Allí, las siete hijas de Reuel, el sacerdote de Madián, vinieron a sacar agua para dar de beber a las ovejas de su padre. Pero unos pastores las echaron de allí. Moisés se levantó y las defendió, ayudándolas a sacar agua para sus rebaños.

Cuando las hijas regresaron a casa, su padre les preguntó por qué habían vuelto tan pronto. Ellas respondieron: "Un egipcio nos defendió de los pastores y nos ayudó a sacar agua." Reuel les dijo: "¿Dónde está él? ¿Por qué lo habéis dejado solo? Vayan y llámenlo para que coma con nosotros."

Moisés aceptó la invitación y se quedó con Reuel. Con el tiempo, se casó con Séfora, una de las hijas de Reuel, y tuvieron un hijo al que Moisés llamó Gersón, diciendo: "Soy un forastero en tierra ajena."

Mientras tanto, en Egipto, el faraón murió, pero los israelitas continuaron gimiendo bajo la opresión y clamaron por ayuda. Dios escuchó su clamor y recordó su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Dios vio la situación de los israelitas y se dispuso a intervenir para liberarlos.

Esta serie de eventos marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Moisés y en la historia de los israelitas, preparando el camino para la liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto.

(Quédate porque la historia continúa)