Desde Génesis hasta Apocalipsis - Temporada 1

Capítulo 8 : Llamado de Moisés

En la vastedad del desierto de Madián, Moisés había encontrado refugio y una nueva vida. Había pasado años apacentando las ovejas de su suegro, Jetró, el sacerdote de Madián. La rutina diaria de cuidar del rebaño le había dado tiempo para reflexionar sobre su pasado y su identidad como hebreo. Aunque lejos de Egipto, nunca había olvidado a su pueblo y el sufrimiento que aún soportaban bajo la opresión del faraón.

Un día, mientras llevaba a las ovejas más allá del desierto, Moisés llegó al monte Horeb, también conocido como el monte de Dios. Fue allí donde presenció un fenómeno asombroso: una zarza que ardía en fuego pero que no se consumía. Intrigado por lo que veía, Moisés se acercó para investigar.

De repente, desde la zarza, una voz lo llamó por su nombre: "¡Moisés, Moisés!"

"M aquí," respondió Moisés, con una mezcla de curiosidad y reverencia.

"¡No te acerques más!" ordenó la voz. "Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás es tierra santa."

Moisés hizo lo que se le indicó, quitándose las sandalias y postrándose en el suelo. La voz continuó, identificándose como el Dios de sus padres: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob."

Al escuchar estas palabras, Moisés cubrió su rostro, temeroso de mirar a Dios. La voz divina continuó, diciéndole que había visto la opresión de su pueblo en Egipto y había escuchado su clamor. Dios le dijo a Moisés que había descendido para liberarlos de la esclavitud y llevarlos a una tierra buena y espaciosa, una tierra que fluye leche y miel.

Dios entonces reveló a Moisés que lo estaba enviando al faraón para sacar a su pueblo, los israelitas, de Egipto. Moisés, abrumado por la magnitud de la tarea, expresó sus dudas y temores. "¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los israelitas?"

Dios le aseguró: "Yo estaré contigo. Y esta será la señal para ti de que yo te he enviado: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, todos ustedes me rendirán culto en este monte."

Aún lleno de inquietud, Moisés preguntó qué debería decir si el pueblo de Israel preguntara quién lo había enviado. Dios le respondió: "Yo soy el que soy. Así dirás a los israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a ustedes.’"

Dios también le dio más instrucciones, diciéndole que les dijera a los israelitas que el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, le había aparecido y que Él había observado su sufrimiento en Egipto. Además, les prometió que los sacaría de la opresión y los llevaría a la tierra de Canaán, una tierra fértil.

Para asegurar a Moisés de su misión, Dios le otorgó varias señales milagrosas. Primero, le ordenó que arrojara su vara al suelo, la cual se convirtió en una serpiente. Al recogerla, la serpiente volvió a ser una vara. Luego, Dios le dijo que metiera su mano en el manto y, al sacarla, su mano estaba cubierta de lepra. Al meterla de nuevo y sacarla, la lepra había desaparecido. Finalmente, Dios le dijo que si el pueblo no creía en las primeras dos señales, debería tomar agua del Nilo y derramarla en tierra firme, donde se convertiría en sangre.

A pesar de estas señales, Moisés seguía dudando de su capacidad para llevar a cabo la misión. Expresó su preocupación por su falta de elocuencia y habilidades para hablar. Dios le aseguró que Él mismo le daría las palabras y le enseñaría lo que debía decir.

Finalmente, Moisés pidió a Dios que enviara a otra persona, y el Señor se enojó un poco con él. "¿No tienes a tu hermano Aarón, el levita? Él puede hablar bien. Ya viene en camino para encontrarse contigo, y se alegrará al verte. Hablarás con él y le pondrás las palabras en la boca. Yo estaré con los dos cuando hablen, y les enseñaré lo que deben hacer."

Con estas palabras de aliento y las instrucciones claras, Moisés regresó a la casa de su suegro, Jetró, y le dijo que deseaba volver a Egipto para ver si sus hermanos aún vivían. Jetró le dio su bendición para ir.

Así, Moisés emprendió el viaje de regreso a Egipto, llevando consigo a su esposa e hijos, y la vara de Dios en su mano. Estaba preparado para enfrentar al faraón y liberar a su pueblo, confiando en el poder y la promesa de Dios.



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En el texto hay: historia, redención, dios

Editado: 18.12.2024

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