Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 9: REENCUENTRO

Después de un accidente en avión, un estado de coma durante 3 semanas en un país al otro lado del océano Atlántico era natural que tuviera un reencuentro forzoso con mis padres. Sin pensarlo para mi sorpresa, mis padres habían estado al pendiente de mí desde mi segundo día en terapia intensiva.

Ellos sabían que había despertado del coma, sin embargo, no estaban muy al tanto acerca de las condiciones en las que me encontraba, la doctora Barrera los mantuvo al tanto acerca de mi evolución todo el tiempo. Mis padres le explicaron que no estaban seguros de cual sería mi reacción si de pronto se aparecían en mi habitación por mi huida al viejo continente, por ello la doctora Barrera me lo comentó al tercer día en el que desperté.

Cuando me reuní con mis padres y Ana, estaban muy contentos de verme bien, Ana me abrazo tan fuerte que creí que fracturaría una de mis costillas; los ojos de mamá lucían ligeramente hinchados y papá estaba serio, pero con una mirada de felicidad, lo cual me garantizaba que quizás ya no estaba tan molesto por haber dejado la casa.

No vi a Raúl en ningún lado de la habitación, lo cual fue un alivio, aunque debo de confesar que sentí un alivio mayor saber que mi memoria ya no parecía estar afectada, éramos en Madrid la familia que siempre quise que fuéramos en México. Es irónico, tuvimos que viajar al otro lado del mundo para estar en paz los unos con los otros, para sentir realmente esa unidad que pocas veces sentimos, aunque nunca me falto nada al lado de mis padres económicamente hablando, siempre me falto su apoyo incondicional; es raro tener que estar al borde de la muerte para que se den cuenta de aquellos errores que cometieron en el pasado.

Entonces me descubrí ahí siendo la persona mas triste del mundo, las lagrimas rodaron por mi mejilla y no pude evitarlo, trataban de reparar 23 años de daño en un día sin siquiera intentarlo realmente, no hubo disculpas solo esperaban que nos comportáramos como si nada estuviera pasando, como si las decisiones que tomaron sobre mí no me hubiesen afectado. En ese momento desee que existiera una maquina del tiempo para poder borrar el daño que habían hecho en mí, era una persona insegura, era una persona que no sabía tomar decisiones por mí misma, que estaba aterrada, tenía miedo de no triunfar en el intento porque durante años cuando intentaba algo era frenada, por primera vez había abierto mis alas y había chocado literalmente contra el suelo.

Los perdonaba pero deseaba que se fueran ahora que ya sabían que estaba a salvo, les agradecí su preocupación y todas sus oraciones, les comenté que ya estaba mejor, que probablemente me darían de alta pronto y con lagrimas en los ojos, una cara seria mencione: -Gracias pero su presencia ya no es necesaria, por lo que las cosas no han cambiado entre nosotros.

Probablemente exagere pero mi actitud de perra sin sentimientos era mi mejor armadura, en este redescubrimiento.




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