Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 10: EL CIELO E INFIERNO

Alguna vez se han preguntado la existencia de Dios, porque yo lo hago todo el tiempo, durante mi estancia en el hospital todas las noches veía el techo, tratando de encontrar respuesta a un sin número de preguntas, nadie me escuchaba; siempre fue la misma rutina durante años, antes de dormir orar, dentro de cada oración el agradecimiento nunca falto y luego llegaba la parte de peticiones, las peticiones nunca se cumplieron. No recuerdo una sola petición que haya sido cumplida. Cuando mi abuela enfermó, mi rutina de oración cambio considerablemente, tenía tan solo 9 años y deje de jugar durante una semana la cual dedique a la oración. Decidí que sería monaguilla de la iglesia para que Dios pudiera concederme lo que con tanta fe y fervor le pedía. Nunca me escuchó. Después de años en los que intenté comprenderlo mi fe desapareció, a cuenta gotas se fue esparciendo de la tina en donde era recabada, cuando menos lo pensé la tina estaba vacía.

La doctora Barrera me dio de alta después de una semana de haber permanecido bajo vigilancia, me explicó que en mi última tomografía había salido como si nunca hubiera sobrevivido a un accidente, mi riego sanguíneo cerebral era el adecuado, y no había datos de lesión aparente, exclamó: -¡Karen estas perfecta!, me atrevería a decir que fue un milagro-. Quizás para otros esas palabras no significaban nada, pero estuvieron resonando en mi cabeza durante todo el día. Antes de que me fuera me puso al tanto de las citas que debía cumplir con el neurólogo sin falta, cada mes, como parte de mi revisión de rutina.

No tenía a donde ir, mis padres habían seguido mi petición por lo que regresaron a México esa misma noche después de salir de mi habitación, tomaron sus maletas sollozando y terminaron el viaje que hacía algunas semanas habían emprendido. Ana me mantuvo al tanto de todo, también festejo las decisiones que estaba tomando en mi vida, así como también me reitero su disposición para cualquier cosa que yo necesitase. Afortunadamente cuando fui dada de alta apenas eran las ocho de la mañana, me encontré con la sorpresa de que la aerolínea me había mandado mi equipaje y había reservado para mi una estancia en un hotel cuatro estrellas de la ciudad. La agencia de la aerolínea se estaba esmerando con la condición de que no pensara en tomar represalias legales debido al incidente, suficiente tenían con todas las demandas que los demás pasajeros habían iniciado en su contra. Aunque curiosamente una aerolínea de su categoría no parecía preparada para el sin fin de problemas que estaban acrecentando, o al menos así me lo comento mi asesor legal.

Llegue a la conclusión que mientras algunos estamos en el cielo, otros están en el infierno, no es necesario morir para experimentarlo, cada persona lo vive a piel abierta todos los días de su vida. Es el constante ciclo vital al que nos enfrentamos todo el tiempo. Parte de ese blanco y negro que comanda el universo, o el destino, o el karma, esa energía externa que mantiene cada cosa en su sitio y que nos da nuestro merecido; o como muchos lo llaman Dios.

Durante el día me contacte nuevamente con mi universidad, les informe acerca de que me había retrasado un poco en el arribo a mi nueva universidad, ellos se comprometieron a hablar con la universidad de Madrid y ponerlos al tanto acerca de la situación por la que estaba pasando, así como también hablarían con el comité de movilidad estudiantil para que me ayudaran a buscar un departamento permanente, afortunadamente el apoyo me sobró en los momentos que más lo necesitaba.

A la mañana siguiente, tocó a mi puerta Lilia.




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